a volatilidad actual de la política estadunidense sólo puede explicarse a partir de la profunda diferencia ideológica que existe entre las dos fuerzas políticas predominantes. Nada nuevo, y por lo visto tampoco lo es que desde los extremos se critiquen por igual las medidas que buscan atenuar esa polarización.
Entre los ejemplos está la reforma que cambió las condiciones de acceso a los servicios médicos. Como de costumbre en este tipo de reformas, nadie queda satisfecho. Para unos fue una medida socializante
que atenta contra la libertad garantizada en el régimen de libre mercado. Para otros fue insuficiente ya que debió ir aún más lejos y el gobierno se plegó a los monopolios que controlan la salud.
Quienes sí la aplaudieron fueron los 7 millones de ciudadanos que por primera vez han podido adquirir un seguro médico. Se espera que este número se cuadruplique cuando los gobernadores republicanos en unos 20 estados dejen de obstaculizar la reforma. También la aplaudieron los millones que la ley amparó en contra de las compañías aseguradoras que se negaban a asegurarlos o les cobraban primas adicionales por haber sufrido un padecimiento previo.
Otro ejemplo es la reciente orden ejecutiva para normalizar el estatus migratorio de 5 millones de personas que carecen de documentos para residir en el país.
En este caso la andanada en contra de la decisión provino del liderazgo del partido republicano en el Congreso. Amenazó emprender un juicio político contra Obama, a quien acusó de emperador, y prometió revocar dicha orden el próximo año cuando los republicanos detentarán la mayoría en las dos cámaras legislativas. También en este caso, hay quienes consideran que la medida no servirá de nada ya que sólo amparara a menos de la mitad de los indocumentados en el país. Los extremos se juntan.
Habría que preguntar a los 5 millones que se beneficiarán con la medida si están de acuerdo con ella, o si hubieran preferido continuar esperando una reforma que incluyera a los 11 millones de indocumentados. Todo o nada, o para decirlo en términos más autóctonos la enchilada completa
.
En todo este revoltijo, para seguir en el terreno de la gastronomía autóctona, los medios han sido el conducto ideal para propiciar y abrevar de los frutos de la polarización social, particularmente entre sus sectores más conservadores. La razón es simple: el poder económico que está detrás de las principales cadenas de radio y televisión, que es de donde el grueso de la población recibe la información, abrevan de esa polarización y es más o menos claro quienes se benefician de ella.
Es evidente que las reformas paulatinas no son necesariamente el cambio radical al que justamente aspiran las mayorías, pero por lo pronto, han sido un respiro para varios millones de personas.
La historia muestra que los cambios en Estados Unidos no han sido fáciles, sino producto de largas y complicadas negociaciones. Por ello, con todo y sus limitaciones e incluso retrocesos, no son despreciables los pasos que en ese sentido ha intentado el presidente Barack Obama en estos años.