Espejos de la dignidad
oy las luchas y las resistencias se espejean en muchas partes del mundo. Las imágenes de miles de manifestantes protestando contra la decisión del jurado de State Island de absolver al policía blanco Daniel Pantale, quien asesinó por estrangulamiento al afroamericano Eric Garner en julio, se asemejan a las de las decenas de miles de personas que se movilizan en México por la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa detenidos y desaparecidos por el Estado. Las imágenes de la represión policiaca por Broadway y Canal pueden confundirse con las de los granaderos mexicanos en avenida Reforma, golpeando con brutalidad a todas las personas que se encuentran a su paso.
Otro espejo de la dignidad, con menos visibilidad pero no menos trágico, es el de las madres de migrantes centroamericanos que en estos días recorren por décima ocasión el territorio mexicano en busca de sus hijos. Se calcula que son 25 mil los centroamericanos cuyo paradero se ignora, pero la cifra puede ser de hasta 70 mil, entre mujeres y hombres, de acuerdo con datos de organismos de derechos humanos.
Mientras las madres guatemaltecas, hondureñas, salvadoreñas y nicaragüenses, entre otras, recorren albergues y prisiones de México en busca de sus hijos e hijas, en Italia organizaron una caravana-espejo por los derechos de los migrantes, de Lampedusa a Turín, donde el drama de los migrantes, en su mayoría de origen africano, es muy similar al que se vive en México.
Ante la militarización de las fronteras europeas, el flujo de migrantes de África o Medio Oriente se ha incrementado por lancha a través del mar Mediterráneo, poniendo cada vez más en riesgo las vidas en el trayecto. Como en México, las miles de personas que salen o huyen de sus países son tratados como delincuentes.
El patrón es el mismo: en los dos casos (América y Europa) tenemos una criminalización del migrante a pesar del derecho a moverse de manera libre
, como advierte Nino Quaresima, representante de la caravana italiana, organizada por un conjunto de asociaciones e integrada por alrededor de 35 personas, entre ellas dos madres de migrantes, una centroamericana y una tunecina.
Las caravanas de madres centroamericanas no son sólo simbólicas y no sólo ayudan a visibilizar y denunciar el doloroso trayecto, sino que han logrado rencuentros entre madres e hijos a lo largo de sus 10 ediciones. Tan sólo este año se han producido siete, de un total de 207. Y van por más.