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Y Bioy habla de Borges
E

n los Diarios de Bioy Casares, Borges es El personaje.

El cuchillo es su arma predilecta. Penetra en el cuerpo con delectación, semejante al miembro viril, a diferencia de la pistola que escupe balas. En una de las comidas de 1972, Bioy cuenta una anécdota relatada por Borges:

“Yates me contó una historia mexicana. Un individuo entra en una pulpería –en todo caso allá no sería una pulpería– se acerca a un desconocido, le dice: ‘Usté me gusta muertito’ Y lo mata. ‘¿Por qué esa historia no es imaginable aquí’? (Quizá unos pocos años más tarde, esa historia si fuera imaginable en Argentina). Aquí, los cuentos de amenazas –como el del guapo que le dijo al médico que lo había curado. ‘A usted mi gratitud; al doctor Correa, el cabo de mi cuchillo– tiene más vueltas. O Paredes alargándole un cuchillo a Vega, que había cometido la imprevisible imprudencia de decir que era de Cañuelas:’ A ver, ya que es de Cañuelas, si le hace un tajito a este viejo, que no es más que de Palermo. También están los dichos de las Sagas. El que al morir observó: ‘Ahora se usan estas espadas de hojas anchas’ Es claro que el acto de morir es superior en fuerza dramática al de matar: si una persona en el momento de morir, echa las cosas a la broma, es un héroe; si lo hace en el momento de matar es un bruto. Se contaba a favor de Pancho Villa que el soldado con dolor de cabeza le preguntó si quería una aspirina y le descerrajó un balazo en la sien”.

De sobremesa en casa de Bioy, en enero de 1974, Borges cuenta que cuando el general Mariano Acha fue apresado por un soldado federal que levantaba un cuchillo contra él, exclamó: ‘No me mate como a gallego’. El hombre se apabulló. Acha le sacó el cuchillo y lo mató a lo criollo...”

Borges come en casa se vuelve una frase encantatoria en los Diarios de Bioy, pero a medida que el tiempo avanza, esas cenas se vuelven ásperas, malhumoradas, incómodas. En 1970 asegura Bioy: ‘Borges está viejo; un poco aislado; no oye lo que le dicen directamente. Tarda en establecer una conversación”. Borges despreocupado, casi indecente: Ciego, los demás no existen para Borges, se lee en la entrada del 22 de octubre. Se desnudaba delante de todo el mundo en la playa de Mar del Plata, hace pis en mi cuarto de baño sin cerrar la puerta...

Su madre empieza su lento descenso hacia la muerte, mueren varios de sus mejores amigos, se casa en 1967 con Estela Astete Millán y viaja más seguido: se ha vuelto un autor internacional, muy conocido, dato que parece irritarlo enormemente. Su relación con Estela es catastrófica. El 4 de enero de 1969, come en casa de Bioy con su amigo el novelista Peyrou (1902-1974), avisa que traduce a Whitman con su mujer. Aunque ésta no sepa inglés y jamás haya escrito bien en español. Y sin embargo compite con Borges, quiere tener siempre razón. No, eso no me gusta y no lo escribo, declara. Borges habla mal de ella, todos en realidad lo secundan. El 12 de noviembre, miércoles, comen en casa de Bioy y Silvina Ocampo, Borges y su mujer:

“Durante la comida, Elsa explica hasta qué punto ella fue responsable, meritoria, esforzada, generosa, razonable, durante (no se vea en el adverbio una limitación) sus años de colegio. Siempre se libró de los exámenes para no recargar el presupuesto de la madre, estudió en libros prestados en los ratos en que sus compañeras no los necesitaban, etcétera, etcétera”.

Bioy interrumpe, dice con facilidad, cosa normal en cualquiera de los dos amigos: “La maldad y la tontería suelen darse juntas. La falta de caridad no se debe a la falta de corazón sino de imaginación’, La gente mala tiene imaginación y ataca donde más duele’ Yo me consuelo mirándole los dedos con que come: chorizos ennegrecidos por los mimos que prodigó a Pierre, el hijo de Marta (la hija de Bioy).

En el epígrafe, Borges asegura: Tres amigos que se ven con regularidad acaban por elaborar un dialecto burlesco, una tradición de espléndidas alusiones.

(Quizá los Diarios no debieron publicarse).

Twitter: @margo-glantz