Después de siete meses de no lograrlo, los auriazules ganaron en Ciudad Universitaria
Los aficionados gritaron consignas en favor de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa
El delantero Eduardo Herrera festejó uno de sus goles formando el número 43 con las manos
Lunes 24 de noviembre de 2014, p. 2
Como en una mala broma, Pumas tardó siete meses para volver a ganar en Ciudad Universitaria, pero lo hizo cuando lo necesitaba de verdad, en la última jornada para colarse a la liguilla, en una temporada que reconocieron fue de lo más irregular. El conjunto auriazul venció 4-2 a Monterrey, en un ejemplo de eficacia bajo presión.
Desde el inicio del partido, Pumas fue un conjunto de concentración y empeño. Los jugadores sabían que los resultados de otros equipos se habían sumado de manera caprichosa y ahora todo dependería de ellos para avanzar a la liguilla. Nadie se quedaba más de lo necesario con la pelota, y apenas la tocaban ya oteaban al compañero que la encaminaría rumbo al área del Monterrey.
Los Rayados no llegaron en su versión más entera, con las bajas de Severo Meza y Dorlan Pabón, por lo que ofrecían alguna confianza para pensar que la victoria obligada de los locales no era descabellada.
Y no lo fue, porque no hubo desperdicio de los universitarios, pues apenas al minuto cinco, el paraguayo Dante López entró solo al área y cruzó un disparo para enardecer a los aficionados auriazules.
La ilusión se inflamó cinco minutos más tarde, cuando Darío Verón salió desde la zaga al ataque y, a media distancia, le entregó la encomienda a su compatriota Dante López, quien en un intento de abrir espacios la retrasó un poco para David Cabrera. El mediocampista levantó la mirada, parecía una locura atreverse desde esa distancia, pero Cabrera lo hizo y el arquero visitante, Jonathan Orozco, no pudo hacer nada para evitar el segundo de los auriazules.
Para jugar con las emociones de los aficionados locales, los Rayados acortaron la distancia en el marcador con un gol que entró por accidente al minuto 14. Omar Arellano mandó a puerta, un balón que tal vez no habría representado gran riesgo para el portero Alejandro Palacios, pero en el trayecto fue desviado por un defensa universitario. El arquero no pudo reaccionar ante la modificación de la dirección y vio cómo el gol entraba a unos centímetros de sus pies.
La respuesta de Pumas llegó sólo dos minutos después, en una demostración de voluntad auriazul, cuando tras un rechazo fascinante de Jonathan Orozco, Dante López rescató la pelota que parecía perdida, la centró para Eduardo Herrera, quien la empujó con el pecho para conseguir el tercero.
Al borde del final en la primera parte, otra vez Monterrey se le fue encima a Pumas, y Cándido Ramírez volvió a meter a Rayados en la pelea al convertir de media distancia.
Poco antes de que terminara el primer capítulo del juego, empezó a escucharse un conteo del uno al 43 que surgió en la zona que ocupa la barra de Pumas, la Rebel, pero al que se fueron sumando otros aficionados de las gradas inferiores, y que culminó con un grito que pedía justicia
para los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala. Diez integrantes de la barra vestían camisetas negras con cada letra que la palabra Ayotzinapa, mientras cantaban una tonada futbolera, pero con el coro de asesino, Estado asesino
. En la cancha, el auriazul Eduardo Herrera también aludió a los normalistas desaparecidos al celebrar uno de sus dos goles formando con los dedos la cifra 43.
El futbol siguió su curso y en la segunda parte Pumas salió con mayor ímpetu, con la sensación de que la clasificación estaba cerca. El argentino Ismael Sosa emprendió una carrera endemoniada y en un mano a mano con Efráin Velarde se metió al área, pero cuando giró la cabeza para coordinarse con un compañero se encontró solo, y ante la confusión la zaga pudo detenerlo.
Sin embargo, al minuto 62 la mano de un defensa de Monterrey le regaló un penal a Pumas. Herrera lo cobró con suavidad y el disparo aterciopelado engañó a Orozco, quien no pudo evitar el 4-2 definitivo.
Al terminar el duelo, los aficionados reventaron de euforia, no se imaginaban en la liguilla, pero lo habían conseguido al entrar en octavo lugar. Desde abril nadie celebraba en ese estadio, ahora volvían a hacerlo, frotándose las manos ante el rival de cuartos de final: América, líder general.
Durante la semana sabíamos que se podía presentar una oportunidad y de esa forma fue como todo el grupo lo tenía en mente
, dijo después del partido el entrenador auriazul Guillermo Vázquez. Estuvimos al pendiente de los resultados de todos los juegos y afortunadamente se dio esta única oportunidad, el equipo así lo tomó y nos cae muy bien
, concluyó.