ermítaseme empezar compartiendo la consternación que experimentamos universitarios y trabajadores del sector de energía por el fallecimiento de uno de los más notables profesores de las áreas eléctrica y energética de nuestra UNAM, el ingeniero Jacinto Viqueira Landa. Siento en lo más hondo la justa y sensible descripción que hizo de él César Moheno en La Jornada. ¡Gracias! Y para el ingeniero Viqueira todo el reconocimiento por su ejemplar vida profesional en el sector eléctrico de México, del que defendió como pocos la idea esencial del servicio público. Y en el que fue pionero de la planeación y la programación eléctricas.
Pero también por su brillante y generosa actividad magisterial y de investigación en la División de Ingeniería Mecánica (DIME) de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Y en otras facultades –Ciencias, Economía y Química, entre. Siempre me dispensó una franca amistad. De él sólo recibí apoyos, incluso en momento laborales difíciles. Y consejos esenciales. El mayor - sin duda - invitarme a no confundir las leyes de Kirchhoff con las veneradas leyes del mercado. Todavía recientemente cuando lo encontraba en sus cotidianas caminatas por los jardines del Parque Mundet, con un finísimo sentido del humor, me decía, sonriente: “…no olvide mi recomendación, menos ahora que analiza los venerados mercados eléctricos: no confundir a Kirchhoff con Adam Smith…por favor…”. Honor a él, maestro emérito, maestro admirado, maestro querido. Mil gracias.
Déjenme recordar que la mañana del próximo jueves, en en Viena, la Organización de Productores de Petróleo (OPEP) tendrá su sesión ordinaria número 166. Una de las más importantes de los tiempos recientes. Como las del verano de 1998, cuando los precios andaban por los suelos
, apenas 10 dólares de ese momento por barril. El programa tentativo anuncia dos horas de sesión abierta con jefes de delegación y delegados, de 10 de la mañana a 12 del día. Seguirá una sesión cerrada –sólo con jefes de delegación– que podría durar hasta cerca de cuatro horas. Se concluye con una conferencia de prensa a las 16 horas. ¿Punto central de debate? Estrategia para impedir que continúe el descenso de precios. De junio a noviembre 30 dólares para el ligero marcador spot en Estados Unidos –West Texas Intermediate (WTI)– equivalentes a cerca de 30 por ciento. Algo similar para nuestra mezcla mexicana de exportación, que este viernes se cotizó en 71.79 dólares por barril. Muy probablemente promedie 73 dólares en noviembre y poco menos de 90 dólares por barril en todo 2014, lo que representaría una baja anual de casi 10 dólares.
Cerca de 900 millones de dólares de merma en el ingreso petrolero bruto por cada dólar que baja el precio. La canasta OPEP experimenta descenso similar. ¿Qué hacer frente a un momento en el que hay sobreproducción relativa de crudo? ¿ Y luego de meses de precios altos, incluso más de lo que los costos exigirían? El asunto se debate intensamente. Aquí, por cierto, retomo una anotación que me hace un estimado lector. Cierto que esta tendencia a la sobreoferta relativa se agudiza con el desarrollo de la eficiencia energética. En todos los órdenes: producción, transformación, transporte y transmisión y, finalmente, consumo de energía. Respaldo su observación con el indicador de intensidad energética. Pese a las dificultades de equiparar y homologar en una misma unidad monetaria el volumen anual de producción de bienes y servicios, se muestra con cierta nitidez la eficiencia energética global.
En 1973 –con una intensidad energética cercana a 5 barriles equivalentes de petróleo por cada mil dólares actuales de producto mundial– se registró la máxima intensidad petrolera por unidad de producto, 2.3 barriles de petróleo por cada uno de esos mil dólares de producto. Eran épocas de un consumo cercano a 56 millones de barriles. Si hipotéticamente ese indicador de intensidad petrolera no hubiera descendió casi 50 por ciento hasta este año (1.2 barriles por el mismo volumen de producto), nuestro consumo de petróleo se ubicaría en cerca de 175 millones de barriles al día. Pero los avances en la eficiencia en todas las fases del proceso energético nos tienen en poco más de 92 millones de barriles al día.
Pero sigue siendo un problema el abasto de petróleo. Y –paradójicamente– su producción excedentaria.
¿Quién debe producir y cuánto? ¿A qué costo? Una cuenta usual es la siguiente. Dada una demanda específica, se resta el volumen de crudo que puede producirse fuera de la OPEP. Y ahí se identifica el de mayor costo. Y al resto se le identifica como el llamado a la producción OPEP. Para 2015 se estima una demanda anual del orden de casi 94 millones de barriles al día. Y la producción No-OPEP se postula en 65 millones de barriles diarios, incluida la nueva producción shale estadunidense, ya cercana a 3 millones. Se piensa entonces que la OPEP deba producir no más de 30, acaso un poco menos. ¿Será? Estas estimaciones arrojan ese panorama de sobreproducción, dada la debilidad económica mundial y su efecto, una nueva demanda cada vez menor. Por eso la presión a los precios. ¿Qué le toca hacer a la OPEP en estos momentos para defender el precio? ¿Qué les toca a los otros productores, incluido –sin duda– el nuevo productor Estados Unidos? Y al interior de la OPEP ¿qué le toca a productores como Arabia Saudita con un volumen diario superior a los 9 millones? Estos son parte de los puntos de discusión del próximo jueves. El asunto, como se ve, es muy delicado. Esperemos sorpresas. Por cierto, ¿ha escuchado a algún personero gubernamental hablar sobre el papel de México en estos momentos de descenso de precios? ¿De alguna estrategia –más allá de las coberturas– para enfrentar esta situación tan difícil? ¿No? Yo tampoco…¡Ni hablar!
NB ¡Por favor, que se resuelva Ayotzinapa! ¡Y que no se criminalice la protesta social!