La comunión del binomio caballo-humano se pone cabalmente de manifiesto en el espectáculo Cavalia, que desde hoy y hasta el próximo 4 de enero se presenta en Santa Fe.

La alegoría a galope en un fastuoso escenario que abarca casi el área de un campo de futbol cubierta con un toldo albo, que alcanza los 20 metros de altura, cobija la actuación de la tropa de Odiseo, de la empresa que fue fundada hace casi 40 años.

El espectáculo es un verdadero desafío por todo lo que conlleva la producción y la logística, señaló Normand Latourelle, fundador y ex directivo del Cirque Du Soleil, al comentar sobre esta nueva puesta en escena tras de que hace dos años presentaron en México su repertorio original.

A lo largo de las casi dos horas de función de acrobacia y virtuosismo que alientan los sentidos, los actores, tanto los cuadrúpedos como los bípedos, derrochan talento en conjunción con la tecnología.

Una pantalla de tercera dimensión, que Latourelle califica de sexta dimensión, si es que eso existe, forma el fondo del hemiciclo que sirve como escenario, en el que hay desde un pequeño promontorio hasta un símil de arroyo con 30 mil litros de agua reciclable.

Si esto (el espectáculo) hace feliz a la gente ya ganamos, pues nos aseguramos de que los caballos sean felices de antemano, explicó Latourelle, un canadiense que se improntó de los equinos desde niño.

Cada cuadro es un recreo para los caballos, pues hacen lo que les gusta, vagan por la planicie, dan vueltas, saltan, solos o en parejas o tríos o, desde luego, con quien los maneja. La escenografía va desde la exuberancia del bosque hasta el agobiante calor del desierto, imagen, dijo Latourelle, tomada del desierto de Chihuahua, en un sobrevuelo en helicóptero, y culmina con el frescura de una caída de agua que realmente inunda el escenario.

La planilla de estos actores de cuatro patas, con cuidados extremos, es casi de 70. Cada uno actúa tres o cuatro minutos y es remplazado por otro igual de talentoso.

Ya en pas de deux o a pleno galope, los caballos hacen gala de sus cualidades.

Un decena de acróbatas de Guinea añade atleticismo al espectáculo, a la par de lo que realizan otros actores del cuadro permanente de la compañía, que alegres dan descomunales saltos en zancos especiales.

El entrenamiento de yeguas y caballos lleva tiempo. Enseñarles una suerte puede tomar casi año y medio. Aquí no hay reprimendas o castigos, todo se logra con buen trato, pues como asevera Dorián, uno de los jinetes valencianos, mi trabajo es saber entenderlo, estar cabreado no te sirve de nada.

Una tonelada de cereal, alfalfa y paja, es la dosis de alimento  diario con zanahorias como un agregado cada domingo.