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La huasteca poblana bajo Leticia Ánimas Vargas y Rafael Sevilla Zapata
“Aquí no sabemos qué sea eso. Aquí lo único que sentimos es cómo vibran nuestras casas que hasta parece que se nos van a venir encima”, dice Juana García, habitante de San Diego, en Venustiano Carranza, cuando se le pregunta si sabe que los pozos petroleros cercanos se perforan usando una “nueva” tecnología llamada fracking. “Nosotros no hemos sido beneficiados con nada, tal vez al inspector, cuando empezó la perforación, si se puso listo le dieron algo. Nosotros lo que hemos sido es perjudicados con el ruiderazo que han hecho, la vibración de las casas, las cuarteaduras en la paredes. No dejan dormir, no dejan descansar trabajan las 24 horas y para colmo se están acabando el agua”, refiere la mujer mientras señala las agrietadas paredes de su vivienda. Apenas, dice, fueron a pedir apoyo a los de la empresa que busca el petróleo en la profundidad de estas tierras de la sierra baja de Puebla, para que de paso rasque y haga más profundo el pozo de agua que ya está seco. Para que algo nos toque de beneficio, pero ni siquiera eso. Los únicos que han obtenido algo, asegura, son las autoridades municipales. “Y nosotros seguimos fregados”. “Fuimos hasta la oficina de Poza Rica, vinieron unos ingenieros, primero los de Comesa que dejaron a los vecinos unas hojitas donde se comprometieron a que si con el tiempo había algún daño, lo reportáramos. Y así lo hemos hecho. No creo que nada más nos hayan dejado las hojas porque sí, sino porque saben las consecuencias de lo que están haciendo aquí a unos cuantos metros de donde vivimos nosotros. Pero nada”, agrega. A veces, cuenta, se siente un olor fuerte, pero no saben de qué se trata. “No sabemos si es un gas tóxico o venenoso, porque los de Pemex nunca han venido, ni se han encargado de decirnos: ‘miren estamos trabajando de esta manera. Si les llega un olor a huevo podrido, como a veces huele aquí, por favor repórtenlo. O si hay una fuga corran, o háganse para allá’. Nunca se nos ha dado una plática”. El company mannager, señala, sólo les hablaba de las dificultades que tenían para hacer los pozos: “nos decía que aquí la sacada del petróleo estaba muy difícil, porque todo era muy rocoso, una roca durísima que tenían que perforar más de dos mil metros y perforaban para todos lados sin avisar. Yo sabía que luego sacaron aceite y por acá abrieron otros y otros más”. Aquí estamos rodeados de pozos, indica doña Juana, cada uno tiene como 12 aberturas. La perforación de cada uno, recuerda, duró hasta tres meses y cuando están trabajando arrecian las vibraciones. Ahora, especulan que las aguas negras han contaminado el líquido de los manantiales y los pozos artesianos, que además están casi secos. “Los dos presidentes Valencia (Vicente y su hermano Jorge Alejandro) nos prometieron un tanque elevado pero hasta ahorita nada”. La situación no es distinta en la cabecera municipal, Agua Fría, afectada también por la falta de agua provocada por la explotación del yacimiento Paleocanal de Chicontepec y la contaminación de los manantiales y pozos que la abastecen. Vecinos del centro indicaron que luego de pasar largas temporadas sin agua, hace algunas semanas se reanudó el servicio, pero por el aspecto y el olor del líquido, creen que la red de distribución podría estar rota, lo mismo que los drenajes y, en algún punto, deben estar mezclándose, por lo que pidieron la intervención de las autoridades de la Jurisdicción Sanitaria. Las fuentes de abastecimiento del vital líquido aquí son dos y las administra el ayuntamiento: se trata de pozos de agua ubicados a la orilla del poblado, que cuentan con un sistema eléctrico de bombeo que envía el agua a unos tanques de almacenamiento, instalados en la parte más alta del lugar, desde donde se distribuye a las cuatro colonias de la cabecera. El primero está ubicado en el camino a la comunidad de El Ojite, cerca del campo deportivo, que es alimentado por un manantial. Sin embargo, desde hace cuatro años el pozo y el manantial están casi secos. El segundo pozo queda cerca del puente Coyula 1, sobre del río del mismo nombre, pero está en la misma situación. Recuerdan que en 2008 empezaron a padecer serios estragos por la falta de lluvias que los dejó hasta tres meses sin agua potable. Luego el agua, que de potable sólo tiene el apodo, empezó a llegar contaminada y han tenido que tirarla y comprar contenedores y pagar para que los llenen en el río. Aunque desconocen a ciencia cierta qué provocó la turbiedad y el mal olor en el agua, especulan que podría tratarse de los residuos de un rastro cercano que funciona de manera irregular. “El agua huele a vísceras, porque muy cerca está un centro de matanza de reses y puercos, y los desechos son vertidos en las alcantarillas sin ningún cuidado”. El agua y el aceite. Además de la sequía atribuida a los efectos del calentamiento global, los pobladores aseguran que a partir de 2007, cuando se incrementaron las actividades de exploración y explotación del yacimiento petrolero Paleocanal de Chicontepec o Aceite Terciario del Golfo, también crecieron los problemas ambientales, porque no se previó el impacto ecológico en la región. Entonces, recuerdan, un grupo de ciudadanos de Agua Fría trajo a la comunidad a un especialista en mantos acuíferos que también trabajó en Pemex, que opinó que “si se permitían las fracturaciones con las que se perforaban los pozos petroleros, se estaba corriendo el riesgo de perder, por filtraciones, los veneros que surtían los pozos de agua de la población. Además de que se ocupan grandes cantidades del líquido.
“Para la paraestatal y sus empresas extranjeras, fracturar e inyectar agua resulta de gran beneficio. El agua levanta el petróleo y lo que le ponen rompe las rocas y acerca el aceite a la superficie y hace más fácil su extracción. Pero esta agua después es reabsorbida en las nuevas grietas del terreno y deja de surtir los mantos cercanos, pues la conformación interior de los suelos sería reestructurada”, añadieron. Los daños fueron minimizados por funcionarios de Pemex, que en diversas reuniones realizadas en la Casa del Campesino de Agua Fría trataron de convencer a ejidatarios de El Cabellal, Vicente Guerrero y El Ojite de las bondades del proyecto y negaron que pudieran afectarse los pozos de agua. La Huasteca bajo amenaza. De acuerdo con el informe de la firma Advanced Resources International Inc., pobladores de 21 municipios poblanos, junto con los de otras 99 demarcaciones potosinas, hidalguenses, veracruzanas y tamaulipecas, están amenazados por la práctica del fracking para la extracción de hidrocarburos de la Cuenca Tampico y la Plataforma Tuxpan, dado a conocer por la Asamblea Veracruzana de Iniciativas Ambientales (LAVIDA). El reporte elaborado por la agencia especializada en la investigación de recursos de gas no convencional en el mundo, que tiene entre sus principales clientes al Departamento de Energía de Estados Unidos y a empresas como Shell y Chevron, considera que “México tiene un excelente potencial para el desarrollo de sus recursos de gas y petróleo de esquisto almacenados en lutitas de rocas distribuidas a lo largo de la costa del Golfo de México”. La firma calculó que la Plataforma de Tuxpan tiene un potencial inicial en el esquisto Pimienta de un billón de pies cúbicos de gas de esquisto y 0.5 millones de barriles de petróleo de esquisto y condensado, mientras que en la Cuenca de Tamaulipas podrían recuperarse las mismas cantidades. Esta información es considerada por LAVIDA como una referencia, como instrumento para identificar las cuencas hidrográficas, los acuíferos sobre los yacimientos, las áreas naturales protegidas, los pueblos originarios, incluso los núcleos ejidales, que estarían en riesgo de ponerse en práctica esta técnica extractiva. Los municipios poblanos que serían afectados están ubicados en la sierras Norte y Nororiental, se trata de Ahuacatlán, Amixtlán, Francisco Z. Mena, Hermenegildo Galeana, Huauchinango, Huehuetla, Jalpan, Jopala, Juan Galindo, Naupan, Olintla, Pahuatlán, Pantepec, San Felipe Tepatlán, Tlacuilotepec, Tlaola, Tlapacoya, Tlaxco, Venustiano Carranza, Xicotepec y Zihuatehutla. Son tres las cuencas hidrográficas que atraviesan territorio de la entidad en riesgo: las de los ríos Tuxpan, Cazones y Tecolutla; el acuífero Libres-Oriental, y el área natural protegida Cuenca Hidrográfica del Río Necaxa. Además la extracción de hidrocarburos con esta técnica, que libera el gas y el aceite que se encuentra almacenado en sedimentos de esquisto por medio de la fractura hidráulica, representa un peligro para los territorios huasteco, tepehua, otomí, nahua y totonaca y para sus culturas. Tras la reforma energética, estas demarcaciones, junto con 45 veracruzanas, 21 hidalguenses, 18 potosinas y 15 tamaulipecas, estarán en riesgo, con base en el análisis que LAVIDA realizó al documento de la Advanced Resources, 02_II_EIA_ARI_Mexico June_2013. “Esta es una aproximación que ilustra de manera importante la cantidad de población que se encuentra en un mayor riesgo por la extracción de hidrocarburos con la técnica de fracking”, precisó Emilio Rodríguez de LAVIDA. Las consecuencias socio ambientales de esta práctica, según la Alianza Mexicana Contra el Fracking, son: la disminución de disponibilidad del agua para los seres humanos y ecosistemas y la contaminación de las fuentes de agua; las emisiones de gases contaminantes; contribuye al calentamiento global; destruye más empleos permanentes de los que genera, y es una alternativa energética costosa e inviable. Pero, además de los efectos devastadores para el medio ambiente, detrás de su uso hay poderosos intereses económicos y políticos, enfermedades y hasta “movimientos telúricos por las fallas provocadas a la corteza terrestre”.
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