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Con Flores llegó el espíritu festivo; el grupo pidió mandar energía a los 43 desaparecidos

Feliz y contenido Café Tacvba festejó cinco lustros de trayectoria y 20 años de Re

Podemos reinventarnos, no porque estemos mal, sino porque podemos hacerlo, concluyeron

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Café Tacvba ofreció el martes ante 10 mil fans el primero de siete conciertos en el Auditorio Nacional, parte de su gira de aniversarioFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Jueves 13 de noviembre de 2014, p. a10

Café Tacvba llegó al escenario del Auditorio Nacional para festejar el 25 aniversario de su creación y 20 años de la salida de su disco Re, considerado pieza angular en el rock latinoamericano. En el entarimado había una serie de veladoras colocadas en forma de herradura, y Agustín Lara, como música de fondo, se rifaba con Veracruz. De pronto, fue interrumpido por un alarido que recibió al grupo que entró en escena interpretando El aparato.

Haciendo gala del artnacó, que los ha caracterizado a lo largo de su carrera, los integrantes de Café Tacvba salieron con luminosos/intermitentes sacos. Al cuarteto sateluco, integrado por Rubén, Joselo, Emanuel y Enrique, se le veía feliz, pero sin el desgarbo de otras celebraciones.

Las veladoras desaparecieron de las tablas para dar paso a Ingrata, el descuelgue al frente del escenario de varias decenas de fanáticos provocó huecos en las primeras filas, pero rápidamente la seguridad del inmueble los reacomodó y todos bien portados regresaron para festejar en sus localidades adquiridas. Rubén se paseaba en el escenario con mandil rojo, pinado de dos chongos que parecía que nunca se iban a deshacer.

A continuación el grupo dio la bienvenida: “¡Muchachos, muchachos! Ojala la pasemos de poca madre. Sudemos nuestros problemas en este primer concierto en el Auditorio Nacional. Estamos clebrando 25 años de carrera artística y 20 de la salida de nuestro disco Re. Así que lo tocaremos completo y no interpretaremos Eres ni La chica banda, para que no insistan. Para los que conocen el disco ya saben cual sigue”. En efecto, siguió El ciclón, en la que Rubén se despojó del mandil rojo, para seguir brincoteando por todo el escenario.

Pero algo inasible flotaba en el ambiente para que la velada tomara forma.

Combatividad y militancia

Por la combatividad y militancia de Café Tacvba, la curiosidad del respetable por escuchar el pronunciamiento del grupo por los sucesos de Ayotzinapa, se sentía en la atmósfera. Y llegó en el ocaso del concierto, cuando el vocalista de la banda Rubén se dirigió a los 10 mil fanáticos y soltó/dedicó: ... para nuestros 43 compañeros desaparecidos, de este crimen de Estado. Que no nos confundan, no sólo hay que aplaudir en un concierto, hay que desmantelar este sistema opresor... Pedimos por todos los estudiantes.

Mientras, el concierto continuó. Desapareció Rubén del escenario y Emanuel se apropió del micrófono para entonar El borrego, rola a la que no le quitaron su escénica ciberpunk, sonó rabiosa como hace 20 años, totalmente aceptada/entendida por el tamiz del tiempo.

Criticando el uso de los teléfonos celulares, Rubén regresó a la escena con un traje rojo, rojo, rojo y deseó a los asistentes que tuvieran más momentos de soledad para que se escucharan ellos mismos, y soltó Esa noche. Y la noche comenzó a tomar forma.

Siguió 24 horas, que habla de lo ocupado que resulta el día.

Rubén lanzó el prefacio: Imagínense si eso era hace 20 años, ahora nos traen en chinga todo el tiempo. Si no es produciendo, trabajando, o comprando o tomando fotografías o videos o viendo un concierto por una pantalla, aunque a muchos no les quedó el saco se lo pusieron.

Ixtepec fue el siguiente de la lista. A los tacvbos se le continuaba viendo felices, pero contenidos, quizá no fue el mejor contexto para festejar los 25 años, pues faltó la chelita y un espacio adecuado para taconear, caderear y brincotear al son de Café Tacvba, que en muchos momentos pareció cuarteto de cámara.

Trópico de Cáncer siguió en la lista. Los músicos portaron unos cascos de mineros, iluminando a los asistentes de las primeras localidades. No fue el mejor momento del concierto, pero no fue del todo desafortunado. No pasó del punto medio.

No así la rola El Metro, que explotó de nuevo el ánimo festivo y que sirvió para calentar motores y atisbar con El fin de la infancia, en la que de acuerdo con el festejo los músicos se vistieron con ropas de bailable tipo norteño, un desmadre sonoro/luminoso/vistoso y bonito, pues.

Otra vez Emanuel tomó el mando para rifarse con Madrugal, flanqueado por Enrique y Joselo, para que después Rubén regresara con nuevo vestuario y en la penumbra complementara el canto de la rola, que cerró a dos voces.

El fluir del concierto siguió con la alegre Pez/verde, el escenario se iluminó mientras miles de ojos siguieron el deambular de Rubén pateándose el escenario; siguieron La negrita y El Tlatoani.

Explosión de aplausos

Pero el verdadero espíritu festivo llegó con Las flores, ahí sí todo el auditorio se deschongó, aplaudió y a algunos hasta se les escuchó aullar y tocar el air guitar.

Fue en ese momento en que Rubén dijo: Muchachos muéstrenme sus florecitas para generar energía y direccionarla hacia alguien que la necesite, como para nuestros 43 compañeros desaparecidos. Luego, dio paso a La pinta. Después otro enorme momento del concierto con trajes plateados para interpretar El baile y el salón en el que el grito Tacvba: pararapauu eoeoe, pararapauu eoeoe, sonó macizo.

El festejo se prolongó con El puñal y el corazón, los tacvbos vestidos de riguroso negro, excepto Rubén, quien siguió con el saco plateado y pateándose el escenario. El cuarteto se veía feliz, así como con los músicos que los acompañaron.

La última canción del disco es El balcón, así llegó, con el agradecimiento al público y con el mensaje podemos reinventarnos, no porque estemos mal, sino porque podemos hacerlo. Así leve acabó el concierto.

Por lo menos la primera parte, porque regresaron para interpretar sus sonados éxitos. Comenzó con Emanuel cantando Eres.

Después, Rubén llegó para la hora de las complacencias iniciando con Chica banda, Chilanga banda, Las persianas, María, Quiero ver y Déjate caer, en la que los músicos bailaron la escenografía cagada que se inventaron para el colofón de la canción original de Los Tres. Y así concluyó el delirio colectivo del espectáculo. Aunque algunos aferrados, ya con las potentes luces del Auditorio Nacional encendidas gritaron otra, otra, otra.