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Asesora de la OMS explica procedimiento en la aplicación de plasma inmune

Ciencia argentina, pionera en método que podría ayudar contra el ébola

El tratamiento permitió salvar en España a la auxiliar de enfermería Teresa Romero

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El método fue desarrollado para combatir la fiebre hemorrágica argentina (FHA). Para que sea eficaz el plasma debe ser transfundido en los primeros ocho días posteriores a la aparición del primer síntoma. Por eso es importante la consulta precoz, explicó la doctora Ana María BriggilerFoto Dpa
 
Periódico La Jornada
Lunes 10 de noviembre de 2014, p. 37

Buenos Aires, 9 de noviembre

Son apenas 25 científicos. Trabajan en el norte de la provincia de Buenos Aires, donde luchan contra una enfermedad que afectaba fundamentalmente a áreas rurales. Intentaron vencer el virus por distintas vías, y finalmente sería el equipo del doctor Julio Maiztegui el que en la década del 70 daría con el tratamiento justo. El método no había sido aplicado nunca antes, ni lo fue después para tratar otra enfermedad viral. Pero ahora podría convertirse en una gran ayuda para combatir el ébola.

Dpa dialogó con la única entidad científica que cuenta con investigaciones exhaustivas y un protocolo para este tratamiento, basado en la aplicación de plasma inmune: el Instituto Nacional de Estudios sobre Virosis Hemorrágicas (INEVH), con sede en la localidad argentina de Pergamino.

La doctora Ana María Briggiler, jefa de Diagnóstico, Tratamiento y Prevención del Instituto que actualmente asesora a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la lucha contra el ébola, explica el modo de aplicación, la eficacia y la historia de este procedimiento, que ya ha ayudado, entre otros, a la enfermera española Teresa Romero a superar la letal enfermedad.

–¿En qué consiste el tratamiento y cuándo se puede aplicar?

–Desarrollamos el método para combatir la fiebre hemorrágica argentina (FHA). El tratamiento se basa en la aplicación de plasma inmune, es decir, de plasma de alguien que contrajo FHA y se ha recuperado, y por ende tiene anticuerpos, y se le transfunde a alguien que padece esa misma enfermedad y eso le permite sanar. Para que sea eficaz, el plasma debe ser transfundido en los primeros ocho días posteriores a la aparición del primer síntoma. Por eso es importante la consulta precoz.

En esa primera semana el virus circula en sangre y puede ser neutralizado por los anticuerpos. Pasado ese periodo, el virus entra en diversos órganos y puede producir encefalitis o hemorragias y ya el plasma no es tan efectivo.

–¿Cuántos casos pueden ser tratados con el plasma de una única persona curada?

–Al enfermo se le aplica el tratamiento una única vez. Se le transfunde una cantidad de unidades terapéuticas previamente calculada según su peso. El donante, por su parte, sólo puede aportar 500 centímetros cúbicos de sangre por vez. Por eso es primordial hacer una buena selección, ya que hay donantes con un elevado título de anticuerpos y otros cuyo título es muy bajo. De eso también dependen las unidades a aplicarle al enfermo. Si tenemos un donante con alto título (de anticuerpos), tal vez con una única unidad puedan tratarse tres pacientes. En cambio, con un donante de bajo título se pueden llegar a necesitar varias unidades para tener el mismo efecto.

–¿Cuál es la eficacia del tratamiento en el caso de la FHA?

–Administrándolo en la primera semana de enfermedad, la letalidad baja de 30 por ciento a menos de uno por ciento.

–¿Cómo surgió la idea de este método para tratar la FHA?

–La FHA presenta síntomas que se asemejan a los de una gripe común, pero no compromete el sistema respiratorio. En la década del 50 el médico Rodolfo Arribalzaga, quien trabajaba en zonas rurales del norte de la provincia de Buenos Aires, notó que no todos los casos que trataba respondían a un cuadro de gripe común. A partir de esa observación logró hacerse un nuevo diagnóstico, el de la FHA, se detectó el agente causante, que era transmitido por roedores, y se iniciaron los estudios sistemáticos. Dado el principal grupo afectado, a comienzos de los 60 esa nueva patología fue declarada enfermedad profesional de los trabajadores agropecuarios, y en 1973 los equipos de Julio Maiztegui demostraron que la aplicación de plasma inmune era un tratamiento eficaz para tratar a los infectados. Es un tratamiento que no había sido aplicado nunca antes.

–¿Y tampoco fue aplicado en otras enfermedades una vez descubierto?

–No. Ahora hemos estado asesorando y revisando protocolos con la OMS para transmitir nuestra experiencia y aplicarla tal vez contra el virus del ébola. Nos contactaron a raíz de la actual epidemia. La idea sería intentar aplicar este procedimiento a pacientes de ese virus, pero para ello se requieren donantes confirmados y con estudios negativos para otras infecciones que se transmiten por sangre.

Este tratamiento con plasma inmune ya había sido administrado a algunos pacientes con ébola y se observó que podría ser útil. No obstante, aún hay que hacer estudios, respetando un protocolo aprobado, tal como hicimos con la FHA, para determinar científicamente si el tratamiento sirve o no. Lo mismo podría hacerse con otras fiebres hemorrágicas virales.

En el caso del ébola, el estudio de la eficacia del plasma inmune está en etapa preliminar, ya que es necesario contar con un stock de plasma obtenido en pacientes confirmados por laboratorio y con los controles de calidad que requieren los hemoderivados. Luego de eso se establece la cantidad necesaria de pacientes que deben ser incorporados al estudio para demostrar su eficacia. Hasta donde tenemos conocimiento, es lo que se está haciendo actualmente.

–¿Qué otras variables se tienen en cuenta en el asesoramiento?

–Ahora no sólo dependerá del estudio en sí, sino también de las políticas de cada país. Podemos colaborar transfiriendo nuestras experiencias, pero la aplicación requiere recursos humanos, insumos que respeten las normas de bioseguridad e infraestructura. Por poner un ejemplo básico, quizás un tratamiento es efectivo, pero el paciente muere deshidratado. Son muchas las aristas a tener en cuenta.

–En el caso de la FHA, ¿logró erradicarse la enfermedad?

–No es posible erradicarla, ya que los roedores pueden ser controlados, pero no eliminados totalmente. Desde que se introdujo la vacuna, en 1991, los casos evidenciaron una franca reducción, pero el virus sigue existiendo. Por eso trabajamos en la prevención, mediante la aplicación de una vacuna, y también con un banco de plasma que mantenemos actualizado para cubrir el área de riesgo en caso de contagios.