En el Instituto Karolinska se analizaron genomas de 850 reclusos de cárceles finlandesas
Entre 5 y 10 por ciento de los delitos graves en Finlandia se pueden atribuir a los dos grupos de esas unidades, cada uno de los cuales es capaz de modificar la actividad cerebral, explican científicos
Miércoles 5 de noviembre de 2014, p. 2
La delincuencia grave podría tener una base biológica innata, concluye un nuevo estudio luego de hallar dos rasgos genéticos que se han vinculado con el crimen violento.
Científicos en Finlandia señalaron que entre 5 y 10 por ciento de los delitos violentos graves en ese país escandinavo se pueden atribuir a los dos grupos de genes, cada uno de los cuales es capaz de modificar la actividad cerebral.
Estos hallazgos no son los primeros en vincular las tendencias criminales a los genes y ya han despertado comentarios críticos de otros expertos, que destacan limitaciones en el trabajo y la complejidad de la conducta humana. Sin embargo, el profesor Jan Tiihonen, del Instituto Karolinska, en Estocolmo, quien dirigió el estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, sostuvo que existe creciente evidencia científica que apunta a la influencia de los genes en los crímenes violentos.
Una forma de expresarlo es que si esos dos genes no existieran, podría haber entre 10 y 20 por ciento menos crímenes violentos en Finlandia, pero no podemos estar seguros de qué mecanismo dispara esa conducta
, declaró el profesor Tiihonen a The Independent.
“Hemos observado dos genes que tienen un efecto relativamente grande en la conducta violenta, pero es posible que existan decenas o cientos de otros genes que tengan un efecto más pequeño. Por eso no es posible obtener una ‘prueba de criminalidad’ a partir de este estudio”, advirtió.
El estudio analizó los genomas de 850 reclusos de cárceles finlandesas y descubrió que una variante de un gen de monoamino oxidasa A (MAOA), enzima del cerebro que limpia como un trapeador
el neurotransmisor dopamina, prevalecía significativamente en los criminales más violentos que habían cometido 10 o más delitos graves, en comparación con el resto de la población.
Sesenta por ciento de estos criminales reincidentes portaban la versión de baja actividad
del gen, en comparación con una prevalencia de 40 por ciento en la población general. El profesor Tiihonen comentó que esto sugiere que el gen tiene una función en determinar o controlar la conducta violenta en extremo.
Un segundo gen, la cadherina 13 (CDH13), que interviene en la comunicación entre las células cerebrales y ya se ha vinculado con el control de la conducta impulsiva, también se ha ligado con la conducta criminal violenta extrema. Un cálculo conservador implica que de 5 a 10 por ciento de todos los crímenes violentos graves en Finlandia son atribuibles a genotipos específicos MAOA y CDH13
, concluye el estudio.
Un estudio publicado en 2002 de más de 400 hombres descubrió que muchachos que heredaron la versión de baja actividad del MAOA y fueron sujetos a abuso en la infancia tenían dos veces más probabilidades de llegar a ser criminales violentos que los portadores que no sufrieron abuso.
Sin embargo, el profesor Tiihonen aclaró que el estudio no logró determinar si había una interacción entre la crianza y la herencia genética.
Malcolm von Schantz, neurocientífico molecular en la Universidad de Surrey (Inglaterra), indicó que los hallazgos no sugieren que una explicación genética remplazará al concepto de libre albedrío y de responsabilidad penal por la conducta de una persona.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya