Domingo 2 de noviembre de 2014, p. a35
Nery Pantera Saguilán es un provocador hasta excesos que enfadan a sus seguidores. Es bufón, performer, actor, bromista hasta el ridículo: lo aman, lo odian en dosis equivalentes. Anoche, en el regreso del boxeo a la mítica arena Coliseo, después de casi cuatro años, Saguilán venció por decisión unánime al japonés Shoki Sakai en 12 asaltos. El boxeo volvió a su templo. Es su ambiente natural. Los peleadores sobre el cuadrilátero y la gente son el espectáculo. La pelea de Saguilán y Sakai le devolvió ese espíritu. La Pantera juega mientras pelea, no sólo combate sino también entretiene. Golpea con furia a su oponente, y entre golpe y golpe, bromea y cantinflea. Saguilán ríe. Se limpia el sudor con dramatismo exagerado, se recarga en las cuerdas, y cuando lo corta en la ceja el japonés, le reclama y le propina una sonrisa forzada. Cuando escucha un pasodoble de corrida de toros, interpretada por la murga de la Perra Brava, embiste como si fuera un animal de lidia. Con todo, tiene momentos de buen boxeo, entregado y con furia. Al final la decisión es acertada. La gente lo celebra. La gente lo abuchea. Está divertida. En la pelea previa Giovanni Rey Vargas ganó por nocaut técnico en el octavo asalto, ante el filipino Silvestre López. En el boxeo femenil hubo polémica. Lourdes Lulú Juárez, hermana de la famosa Barbie, ganó una pelea que todos consideraron había perdido. En su contra esquina, Jacqueline Calvo reprimía el llanto de rabia, sabía que había ganado cada uno de los seis asaltos, pero los jueces le dieron la pelea a su rival.