Condenan la Uia y la Universidad Pontificia desapariciones y muertes de normalistas
una situación de emergencia, alertan religiosos
La aparición de fosas y encarcelamientos injustos son la constante, señalan los jesuitas
Los políticos y dirigentes, parte de la confusión social
, asegura Mario Ángel Flores, rector de la UPM
Domingo 26 de octubre de 2014, p. 3
México vive una situación de emergencia
, aseguró a La Jornada el sacerdote jesuita y docente de la Universidad Iberoamericana (Uia) Conrado Zepeda, al referirse a los 43 estudiantes normalistas desaparecidos hace casi un mes en Iguala, Guerrero, y al asesinato de otras seis personas en esa misma violenta
jornada.
Zepeda ofició una misa en el auditorio de la Uia en el contexto del Día de Acción Global por Ayotzinapa, junto a otros cinco jesuitas. En la homilía estuvieron presentes familiares de los normalistas desaparecidos.
El religioso lamentó que la constante sea la aparición de fosas por todos lados, que haya más de 26 mil desaparecidos y gente injustamente encarcelada, como los líderes yaquis
y señaló que estas situaciones no son hechos aislados
.
De su lado, Martín Torres Sauchett, también integrante de la Compañía de Jesús y catedrático de la Uia, expresó que la desaparición de los compañeros de Ayotzinapa a todos nos causa dolor, y no debemos ser ajenos a este tipo de injusticias y atropellos que casi siempre afectan a los más débiles y más desprotegidos de nuestro país
. Apuntó que como creyentes queremos que se alcance la paz
en México.
Por otra parte, en la Basílica de Guadalupe, en vísperas de cumplirse un mes de la desaparición forzada de los estudiantes de la normal de Ayotzinapa, el sacerdote Mario Ángel Flores Ramos, rector de la Universidad Pontificia de México (UPM), condenó los hechos y expresó la solidaridad
de la comunidad de esa casa de estudios con los familiares de los desaparecidos y los asesinados en Iguala.
Ante cientos de académicos y estudiantes de la UPM, aseguró que los políticos y dirigentes son parte de esta confusión social, porque se mueven en una delicada línea entre ser juez y parte, entre ser autoridad o entrar en complicidad
.
Añadió que ante esta situación se requiere gran voluntad para dignificar la actividad política de nuestro país, afectada por una corrupción endémica, difícil de erradicar, pero no imposible de superar
. Subrayó que para ello no basta la buena voluntad ni buenos discursos, se requiere estrategia clara y actitud firme
.
Aseguró que en el clima de violencia que se vive en México la impunidad es la fuente de la injusticia
, y precisó que frente a estas circunstancias las fuerzas del orden y las fuerzas armadas tienen muchos claroscuros
.
Indicó que aunque dichos elementos son parte importante para garantizar la seguridad y la estabilidad social y realizan muchas acciones en beneficio de la sociedad, al mismo tiempo son frágiles, son permeables, fácilmente corruptibles, convirtiéndose en parte del problema y no de la solución
.
Remarcó que la Iglesia se hace presente para fortalecer la fe y la esperanza de quienes viven las consecuencias de la violencia y la injusticia. Pero debe ser mucho más propositiva
. Hay muchas religiosas, muchos sacerdotes, que están verdaderamente comprometidos con la gente. Pero falta más
. Subrayó que la sociedad no debe ser indiferente, no debe perder su capacidad de indignación
.