Golpe al corazón del sistema
a matanza de Ayotzinapa es el horror y también la confusión. Difícil explicar tal perversidad demoniaca. Entre muchas se puede adelantar una hipótesis: se trata de una provocación contra el gobierno de Peña y viene de adentro, del crimen organizado, de un grupo político, o una combinación. Si uno revisa los hechos se dará cuenta que no se trata de una emboscada al estilo de Tlatelolco. Tampoco es sólo un choque entre estudiantes y policías, sino un proceso donde aparecen narcotraficantes, policías municipales, militares. ¿Quiénes son los autores intelectuales? El hecho de que José Luis Abarca (edil de Iguala) haya desaparecido no indica que sea el organizador. La probable renuncia de Aguirre tampoco lo convierte en responsable. Ahora la protesta se centrará en la PGR y en el gobierno federal.
Lo cierto es que 80 alumnos de una normal rural fueron reprimidos por uniformados y pistoleros, quienes mataron a algunos y secuestraron a los sobrevivientes. Los llevaron a un lugar seguro con la aparente protección de un contingente militar, los inmovilizaron y en el suelo los asesinaron y desaparecieron sus cadáveres. Se ha negado la localización de los cuerpos y 20 días después no se puede explicar qué fue de 43 estudiantes supuestamente asesinados en un acto decidido con efectos calculado por una jerarquía.
No es creíble que el gobernador Aguirre o el gobierno federal hubieran tomado la decisión. Sería un acto autodestructivo, devastador. Puede especularse que un actor que está todavía en la oscuridad decidió propinarle al gobierno un golpe seco. Lo cierto es, que asociada a la denuncia de otro crimen masivo en Tlatlaya, han puesto al país en crisis y que la respuesta de Peña y su equipo es torpe, depende de la capacidad de manipulación de los medios e intenta ganar tiempo.
¿Quién podría intentar darle un golpe al corazón del sistema? Sabemos que hay grupos políticos resentidos, se les ha marginado de puestos claves y de los grandes negocios del sexenio. Seguro están preocupados porque Peña y su grupo impongan la sucesión. Tampoco puede excluirse la posibilidad de que los narcos presionen con brutalidad o quieran vengarse. Recordemos que cuando atraparon a El Chapo se supo, por agentes de la DEA, que había aportado cantidades astronómicas para la campaña presidencial.
Si es cierta la hipótesis, se trata de un ataque audaz y peligroso. Se da en un momento en que el grupo en el poder ha cristalizado al sistema y, por tanto, lo ha debilitado. El asunto ha provocado una condena internacional sin precedentes. Y lo peor: los errores de política económica y estas monstruosidades parecen estar agotando la pasividad de la sociedad mexicana. Los actos de impugnación y las posturas radicales se van a multiplicar. Los jóvenes parecen haber retomado la iniciativa. ¿Cómo calmarlos si los normalistas aparecen muertos o no aparecen? Una impugnación sin precedentes no podrá ser afrontada con los instrumentos del PRI aún vigentes.
Twitter: @ortizpinchetti