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Sor Juana Iné de la Cru
Los primeros africanos fueron traídos a México en 1528 y aunque en 1810 Miguel Hidalgo decretó la abolición de la esclavitud, muchos padecieron esta afrenta hasta mediados del siglo XIX. En los tiempos de Sor Juana Inés de la Cruz, entre negros y mulatos había cerca de 200 mil afrodescendientes, uno de cada diez habitantes de la Colonia. Y como se muestra en muchos de sus Villancicos, la monja se hermanaba con su deseo de libertad. De tradición antigua, estas canciones fueron incorporadas desde el siglo XVI al rito religioso cristiano, que con ellas cobraba un carácter festivo y popular, pues en los Maitines y otras fiestas litúrgicas había música y algunas de las letras eran escritas imitando el habla de los diversos grupos sociales. Costumbre que venía de España donde se remedaba a los latinistas, los negros y los portugueses, a lo que en México se añadieron los tocotines escritos total o parcialmente en náhuatl. Como lo hiciera el propio Góngora, Juana Inés escribe Villancicos donde toman la palabra los negros, en su caso Perico y Blasico y Cristina y Francisca, las “Princesas de Guinea”. Trepidantes, encendidos y recuperando las onomatopeyas y ritmos africanos que llaman a sacudir el cuerpo, los llamados negrillos de Juana Inés son, además, filosamente críticos de la esclavitud. Prácticamente en todos se reclama la libertad, no sólo la espiritual sino también la terrenal que pasa por la abolición de las cadenas y los obrajes. En algunos, como éste de 1667, se documenta la exclusión: -¿Quién es?- Un negliyo./-¡Vaya, vaya fuera,/que en fiesta de luces,/ toda de purezas,/ no es bien se permita/ haya cosa negra! Otro escrito en 1969 para la Asunción de María, además de sabrosamente costumbrista y de jugar con el doble sentido de las palabras – “alegría” es también un dulce y entonces se llamaba “camotes” a los indios-, puede leerse como alegoría de su propia búsqueda de la libertad por medio de la esclavitud conventual.
(1.-Francisca: en este día/que estamos llenas de gloria/no vendamos pepitoria, /pues que sobra la alegría:/que la Señora María/a todo el mundo la da./¡Ja, ja, ja!//2.-Dejemos hoy la cocina/y vamos a todo trote, /sin que vendamos camote/ni garbanzo a la vecina:/que harto camote Cristina,/hoy a la fiesta vendrá./¡Ja, ja, ja!// 1.-Ella sí que se nombraba/esclava con devoción,/y con todo el corazón/a mi Dios servicio daba:/y por ser tan buena esclava /le dieron la libertad./¡Ja, ja, ja!) En otros, sus protagonistas reivindican la negritud sugiriendo que en realidad los miembros del santoral cristiano no son tan blancos. En este escrito en 1686 para la asunción de María, las princesas de Guinea celebran que la Virgen aun siendo morena como ellas gobernará en los cielos, y le piden que las ayude a liberarse.
(1.- Francisca: todos los negros/hoy de gusto bailarán/porque una negrita bella/al cielo va a gobernar.//2.- Hay señora libre y negra//que estrellas pisando estás,/dame una de las que pisas/pues a mí me servirá.//1.- Y envíame la alegría,/que mucha tendrás allá,/para que con esa ayuda/ganemos la libertad.) En otro, de 1690, Blasico sugiere que San José pudo haber sido negro.
(1.- Pues yo/también adivinaré;/lele, lele, lele, lé,/que pudo ser negro /el señor San José.//2.- ¿Por dónde esa línea va?//1.- Pues ¿no pudo de la (Reina) de Sabá/tener algún cuarterón?/que de su padre Salomón/también ella fue mujer:/¡lele, lele, lele, lé!/¡que por poco ,es negro el señor San José!) La orden de los Mercedarios estaba dedicada a la emancipación de los esclavos… pero sólo de los esclavos blancos. Cosa que les restriega Blasico en un filoso y ácido Villancico satírico escrito por Sor Juana en 1667.
(Estribillo//¡Tumba, la-lá-la; tumba, la-lé-le;/que donde está Perico, esclavos no haya!/¡Tumba, la-lé-le; tumba, la-lá-la;/que donde está Perico, no haya esclavos!//Coplas/Hoy dicen que en las Mercedes/esos Padres Mercedarios/hacen una fiesta a su Padre./¿Qué fiesta? ¡Como su cara!/Ellos dicen que redimen:/cosa que parece de encanto/pero yo en el obraje vivo /y los Padres no me sacan.//La otra noche con mi conga (mujer congolesa)/todo, sin dormir, pensaba/que no quieren gente prieta,/porque ellos son gente blanca.//Solo sacan a los españoles;/¡Pues, Dios, mira la trampa,/que aunque negros somos gente,/aunque nos digan caballos!) Armando Bartra (por las notas y la selección)
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