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Gritamos que éramos de Ayotzinapa, pero continuó el ataque, narra Carlos Pérez

Primero nos dispararon policías; luego personas armadas vestidas de civil

En nombre de sus compañeros exige destituir y someter a juicio político a Ángel Aguirre

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Una mujer lava ropa en un pequeño río de Pueblo Viejo, en las inmediaciones de Iguala, cerca del sitio donde en días pasados se reportó el hallazgo de fosas clandestinas con varios cuerpos, en el contexto de la búsqueda de 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos desde el pasado 26 de septiembre a manos de policías ministeriales y miembros del crimen organizado Desde entonces, policías federales resguardan el áreaFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de octubre de 2014, p. 6

Durante un foro realizado el viernes anterior en Casa Lamm, un estudiante de Ayotzinapa narró la forma en que ocurrió la agresión de los policías municipales de Iguala los días 26 y 27 de septiembre, que dejó tres normalistas muertos y 43 desaparecidos.

En el encuentro Ayotzinapa, entre el dolor y la esperanza, el joven Carlos Pérez recordó que el día en que tuvo lugar el ataque, varios estudiantes habían acudido a Iguala a recaudar fondos para sus prácticas profesionales, y al finalizar dicha actividad tomaron tres autobuses para regresar a su escuela.

Resaltó que los normalistas ya han hecho acuerdos con varias líneas de autobuses para que estas acciones ocurran sin violencia ni daños a los choferes y las unidades. Asimismo, detalló que cuando regresaban a Ayotzinapa pasaron por el lugar donde la esposa del alcalde de Iguala y presidente del DIF local, María de los Ángeles Pineda, rendía su informe de trabajo.

Cuando trataban de salir de esa ciudad, añadió, varias unidades de la policía municipal comenzaron a seguirlos, hasta que una les cerró el paso. Cuando algunos de los jóvenes se bajaron del autobús para pedir a los agentes que los dejaran ir, la respuesta de ellos fue abrir fuego inmediatamente en contra de nosotros.

Ante la imposibilidad de huir, los estudiantes se escondieron entre los camiones, y fue en ese momento que escucharon las primeras exclamaciones de ¡me dieron, ayúdenme! Algunos optaron por gritar a los policías que eran de Ayotzinapa, pensando que tal vez se habían confundido, pero los disparos no se detuvieron.

Después de algunos minutos la agresión cesó y llegaron ambulancias a recoger a los heridos. Los jóvenes llamaron entonces a otros compañeros o a integrantes de organizaciones solidarias, pero mientras esperaban su llegada ocurrió un nuevo ataque, esta vez a manos de personas armadas vestidas de civil que empezaron a dispararnos.

Al concluir esa nueva embestida, dijo, algunos normalistas pudieron salir del lugar y empezaron a buscar a sus compañeros en cárceles y otras sedes oficiales, sin que hasta el momento sepan cuál es su paradero. De los que fueron ubicados en hospitales, precisó, algunos tendrán que sufrir amputaciones de dedos o brazos, o incluso una reconstrucción facial, pues uno recibió un tiro en la mandíbula.

Son 43 compañeros de los que no sabemos dónde se encuentran ni su estado de salud. Eso es lo más preocupante: no tener resultados de las autoridades federales ni de las estatales, manifestó Pérez, quien en nombre de los estudiantes de Ayotzinapa exigió destituir y someter a juicio político al gobernador Ángel Aguirre Rivero.

Crimen de Estado: Fazio

El analista político y periodista Carlos Fazio aseveró que lo ocurrido contra los normalistas es un crimen de Estado y de lesa humanidad, cometido de forma conjunta por servidores públicos y escuadrones de la muerte integrados por civiles, cuya gravedad trata de ocultarse mediante la hipótesis formulada por el gobierno y algunos medios de que los jóvenes formarían parte del crimen organizado.

César Navarro, investigador del Instituto Mora, y Juan José Ortega Madrigal, dirigente de la sección 18 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, apuntaron que la agresión fue posible gracias a la criminalización de los estudiantes de Ayotzinapa y demandaron que este delito no quede impune.