Domingo 12 de octubre de 2014, p. a16
Que la esposa de un novelista lea a hurtadillas lo que él escribe pareciera no tener nada de sorprendente, si acaso resultaría un poco pudorosa la escena. Pero si en la novela va en juego el matrimonio y si además el autor narra que está casado con otra mujer y no con ésta que lee a escondidas los avances del mamotreto, entonces el asunto se vuelve confuso y los celos avanzan batientes.
En este caso, para una salida fácil e inmediata, se podría aducir que una novela no tiene nada que ver con la vida real, que todo es ficción y que la memoria es selectiva y discrimina. Mientras todo sea en defensa de sí mismo está bien, aunque descubriremos que después de compartir durante 16 años la vida en pareja las mentiras suelen ser más verdaderas y evidentes que un embarazo. En la vida conyugal cuando ya no hay interés en sostener la relación cualquier excusa es motivo de confrontación.
De eso va esta novela, de una familia al principio feliz que se va a pasar un año sabático a Francia y el esposo aprovechará el asueto para terminar el libro que ha esperado escribir durante mucho tiempo, lapso en el que la mujer del novelista deberá hacer un esfuerzo por no involucrarse entre las confusiones y semejanzas de los personajes.
Es una novela que pone de manifiesto que la imaginación es hija del deseo, es ella una pista inherente por la que serán expulsadas las obsesiones más solapadas del escritor, quien, en este caso, se coloca en primer plano narrativo para ofrecernos una historia al parecer cotidiana, pero al mismo tiempo dura y difícil. También están explícitas la megalomanía, los tics, inseguridades y complejos del autor.
Mentir por el goce de engañar al otro no deja ningún beneficio a ninguna de las dos partes, es, a final de cuentas, un prurito por demostrar sagacidad, una intrínseca necesidad por salirse con la suya.
Título: La mujer del novelista
Autor: Eloy Urroz
Editorial: Alfaguara
Número de páginas: 530