El PT obtuvo la menor cantidad de votos en las últimas cuatro elecciones presidenciales
En filas de la mandataria se da por seguro que parte de los sufragios de Silva serán para el rival
Aunque el escenario para la ganadora no se ve fácil, aún es favorita entre el electorado brasileño
Martes 7 de octubre de 2014, p. 25
Río de Janeiro, 6 de octubre.
En la primera jornada luego de las elecciones del pasado domingo, los dos candidatos que ahora disputan la etapa final pasaron el tiempo dedicados básicamente a estudiar números y trazar la estrategia para las tres semanas que los separan de las urnas, en la segunda y decisiva vuelta.
El resultado alcanzado por Dilma Rousseff (41.6 por ciento de los votos) decepcionó. Pese a mantener una ventaja de ocho puntos sobre el neoliberal Aécio Neves, del PSDB (33.5 por ciento), ha sido el menor volumen de votos captados por el PT en las últimas cuatro elecciones presidenciales.
Al mismo tiempo, y por más que se supiese que sería Neves y no la evangélica ambientalista Marina Silva quien disputaría con Dilma la segunda y decisiva vuelta electoral, la marca alcanzada por el neoliberal sorprendió. Idéntica sorpresa ha sido el flojo desempeño de Silva, quien obtuvo, pese a su espectacular irrupción, poco más de los votos que había logrado en 2010.
Los institutos de encuesta y sondeo dieron al blanco al tratar de la tendencia de votos, pero se equivocaron, y mucho, al prever los resultados.
El cómputo final diseñó un escenario que no es exactamente el mejor para Dilma Rousseff. Primero, porque su votación disminuyó sensiblemente si se compara con la alcanzada en la primera vuelta en 2010 (46.9 por ciento; una diferencia de al menos cuatro millones de votos). Segundo, porque en tres de las cuatro mayores zonas electorales ella no logró aplastar al adversario: lo superó por 700 mil votos en Río, 400 mil en el estado natal de ambos, Minas Gerais, y escasos 110 mil en Río Grande do Sul.
En Sao Paulo, la mayor zona electoral (22 por ciento del total), la ventaja obtenida por el adversario supera cuatro millones de votos.
Es verdad que Aécio Neves tuvo una doble –e importante– derrota en su natal Minas Gerais. No logró superar a Dilma (aunque por escasa diferencia) y vio cómo su candidato al gobierno local fue aplastado por Fernando Pimentel, del PT, ex ministro y amigo de la actual mandataria.
En Río, tercer colegio electoral brasileño, su desempeño fue de poco impacto. Su sorprendente votación se debió principalmente a Sao Paulo, donde el actual gobernador, Geraldo Alckmin, también del PSDB, logró una sonora victoria en la primera vuelta, y será un fuerte respaldo a sus pretensiones.
Así, en la segunda vuelta, cuya disputa ya empezó, Neves sale acelerado. La incógnita se refiere a la posición personal que adopte Marina Silva, la gran derrotada en todo ese proceso. Su partido, el PSB, está dividido entre los que pretenden respaldar a Neves y los que prefieren volver a la antigua alianza con el PT de Rousseff.
Los estrategas de Dilma Rousseff creen que será necesario recuperar
al menos 30 por ciento de los 21 millones de votos de Silva, lo que significaría unos 7 millones de electores que abandonaron a la actual mandataria en mitad del trayecto y se bandearon a los llamados mesiánicos de la adversaria. No será, desde luego, una tarea fácil, pero tampoco imposible.
La duda que prevaleció en las últimas horas es sobre cuál será la decisión de Marina Silva. Para los estrategas del PSDB, a empezar por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, es fundamental que ella declare oficialmente su respaldo a Aécio Neves. Y más: que su partido, el PSB, tradicional aliado del PT, se asuma como parte de esa nueva alianza.
Ocurre que Silva, además de centralizadora y autoritaria, es imprevisible. Tanto puede salir hoy mismo en fervorosa defensa de quien la atacó duramente en la primera etapa de la campaña, como puede cerrarse en silencio por algunos días y luego declararse neutral.
En el PT se da por seguro que parte del electorado de la evangélica ambientalista confirmará su antipetismo y acarreará sus votos para Neves. Pero existe también la parcela significativa de electores que, desilusionados con el PT y Rousseff, pasaron a apoyar a Silva, pero rechazan con firmeza el neoliberalismo enfático del otro candidato.
En dos de las zonas electorales más importantes, Río y Minas Gerais, Rousseff salió en la delantera y ahora tratará de ampliar su ventaja. En Bahía, también importante, el candidato del PT, Rui Costa, en un vuelco espectacular, derrotó al derechista Paulo Souto, aliado de Neves. Están, además, los millones de beneficiados por los programas sociales inaugurados por Lula da silva y fortalecidos por Dilma.
Hay, finalmente, dos factores que tendrán que ser tomados en cuenta. Primero: Lula anduvo un tanto al margen en esa primera etapa. Pese a estar presente en gran cantidad de actos, la verdad es que su participación en el comando y en la estrategia de la campaña ha sido más bien discreta. Segundo: al contrario del PT, su rival carece de militancia de base, capaz de promover grandes movilizaciones populares. ¿Cómo se portará en esta nueva y crucial etapa?
Del lado del PSDB, el cuadro es considerado positivo por los estrategas de Aécio Neves. Al fin y al cabo, el candidato, que hace poco más de un mes parecía al borde de la renuncia frente a la estampida de Marina Silva, logró un arranque formidable. A la falta de militancia de base, y también de capilaridad en las camadas más populares, la campaña pretende responder con un programa electoral fuerte y propositivo en radio y televisión. Además, está asegurado el pleno e incondicional apoyo de todos los conglomerados de comunicación.
El gran soporte del PSDB está en las clases medias urbanas, especialmente de las regiones más ricas del país: sur, centro-oeste y sureste, donde se concentra el mayor contingente de electores. Neves contará, además de sus propios respaldos, con apoyos esenciales: el de los grandes grupos mediáticos, del mercado financiero y de los sectores más conservadores del campo y del empresariado.
A Rousseff y al PT les espera un largo y complicado camino, pero, hoy por hoy, ella sigue ocupando el sitio de favorita. Tratará de repetir el desempeño de su sigla en las tres últimas contiendas: derrotar al neoliberalismo del PSDB de Aécio Neves.