El consorcio constructor de la línea 12 del Metro y Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), que proveyó los convoyes, explicaron a diputados federales que las fallas en la operación de los trenes ocurrió no por el desgaste y la falta de mantenimiento de las ruedas, sino por las características del material rodante y el diseño de la ruta solicitados específicamente por el Sistema de Transporte Colectivo (STC).

La ruptura de componentes de vías son la causa del desgaste ondulatorio y no la causa de éste; el origen del problema no es un defecto de los materiales (excepto el balasto), sino un problema muy delicado de compatibilidad riel/rueda, explicaron las empresas constructoras a la comisión especial que investiga las irregularidades en la obra, a partir del reporte de Systra.

CAF insistió en que los trenes suministrados fueron fabricados de acuerdo con las especificaciones de diseño licitadas y autorizadas por el Metro. Ambas empresas coincidieron en que por esas razones la línea tendría fallas desde el primer día de operación.

Ante la aseveración, el diputado Roberto López Suárez (PRD) concluyó que desde el principio del proyecto las empresas participantes sabían que no sería funcional.

Incluso solicitó a los representantes de las compañías copia de los documentos en los que alertaron de las fallas en la denominada línea dorada, para determinar qué ex funcionarios autorizaron el arranque del servicio.

CAF entregó a los diputados una tabla comparativa entre las medidas solicitadas por el STC para trenes, superficie de rodamiento y su altura, separación entre carros y la motorización mínima. Los 30 trenes fueron supervisados durante su fabricación y recibidos de manera satisfactoria por el sistema, explicó.

Mientras que CAF aseguró que responderá por escrito a las preguntas de los diputados, la empresa austriaca ILF Beratende Ingenieure –que junto con DB International GmbH, Tüv Süd GmbH y Hamburg Consult certificó la obra y emitió el dictamen respectivo– no envió ningún representante a la reunión.

El consorcio constructor, sin embargo, atribuyó la mayor parte de los defectos al sistema de trenes no compatible con las vías.