Viernes 3 de octubre de 2014, p. 16
Cuando llegamos al aeropuerto de la ciudad de México vi dos filas. Una decía extranjeros, la otra nacionales, pero yo no supe cuál tomar. Llegué a Estados Unidos siendo niña y allá soy indocumentada. De México no tengo recuerdos, sólo sé que este país no le dio oportundiades a mi familia y se vio forzada a migrar, esos son los conflictos de identidad que muchos tenemos
, afirma Erika Aniola, una de 40 jóvenes dreamers que llegaron a México invitados por la cancillería.
La mayoría vuelve por primera vez a su país de origen, tras dejarlo en los primeros años de la infancia. Visitaron la zona arqueológica de Teotihuacán, el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México y ayer recorrieron parte de Coyoacán, donde participaron en un encuentro con periodistas, artistas e investigadores para hablar sobre los beneficios de la acción diferida (DACA, por sus siglas en inglés), ordenada el 15 de junio de 2012 por el presidente Barack Obama y que les permite no ser deportados, solicitar permiso de trabajo por dos años, renovable, contar con un número del Seguro Social y en la mayoría de los estados tramitar una licencia de conducir.
En mi caso
, dice Adriana Sánchez, originaria de Jalisco y que llegó a Estados Unidos a los 12 años de edad, tengo algunos recuerdos de México. Vivo en California, donde estudié una carrera y una maestría, a diferencia de mis hermanos y mis padres, que tuvieron que trabajar en el campo con salarios muy bajos
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Comenta que en su calidad de migrante pudo participar en un debate que sostuvieron el entonces candidato demócrata al gobierno de California, Jerry Brown, y su oponente del Partido Republicano. “Yo les pregunté qué harían por una joven indocumentada en mi situación. El republicano me dijo que yo había abusado de la ley, que estaba ocupando en la escuela un lugar que debería tener un estadunidnese. Brown me dijo que él firmaría la Dream Act en California. Entonces me di cuenta del poder que también tenemos los indocumentados”.
Erika Aniola, originaria de Durango, radica en Arizona, uno de los estados con políticas más agresivas contra la población migrante. Cuando empezamos esta lucha por la acción diferida, muchos nos decían que nos callaramos, que estábamos locos, que eso nunca iba a pasar. Es un poco lo que sucede cuando hablamos hoy de la ley migratoria. Si esperamos a que la apruebe el Congreso va a pasar mucho tiempo, pero nosotros creemos que mientras esto pasa, se pueden lograr pequeños avances
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