Jueves 25 de septiembre de 2014, p. 2
Una vida consagrada a la ciencia, pionero de la neurofisiología en México, promotor de instituciones de investigación y formador de generaciones de estudiantes. Para Pablo Rudomín Zevnovaty, a punto de cumplir sus primeros
80 años de edad, esto es apenas el comienzo.
Lúcido, activo y dispuesto a seguir con su trabajo mientras haya tiempo y salud
, el investigador emérito del Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) será homenajeado hoy y mañana.
El tributo, organizado por el Cinvestav y El Colegio Nacional, se realizará en Zacatenco, en el auditorio que lleva el nombre de quien fue su mentor y amigo: Arturo Rosenblueth (1900-1970), pionero de la cibernética.
Para mí ha sido una fortuna y una bendición estar en el Cinvestav. No creo que hubiera conseguido lo que he logrado en otra institución
, señaló el Premio Príncipe de Asturias 1987.
Mis primeros 80 años
“Lo que me falta es tiempo. Por eso el acto se llama Mis primeros 80 años, ya que espero dar lata otros 80 más”, sostuvo Rudomín.
Hijo de inmigrantes rusos dedicados al comercio, inicialmente planeaba estudiar ingeniería química en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tras concluir ahí el bachillerato. Por invitación de Rodolfo Hernández Corzo –quien luego sería director del IPN– acudió a conocer la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, donde estudió biología. Ahí obtuvo la licenciatura en 1956.
Desde entonces el también profesor comenzó una fructífera carrera que lo llevó a ser uno de los neurofisiólogos más reconocidos del mundo.
Desde 1964 sus investigaciones se dirigieron al análisis de los mecanismos de control central de la información transmitida por las fibras sensoriales en la médula espinal.