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Puebla Defensa de la vida y resistencia Ana Paula García Valeriano* y Milton Gabriel Hernández García** *CEE **CEDICAR
En los cinco años recientes, una oleada privatizadora se ha dejado sentir en los municipios y las comunidades de la Sierra Norte de Puebla. Un sinfín de proyectos en marcha y por desarrollarse atentan contra la vida en sus múltiples manifestaciones: minería a tajo abierto, presas y reencauzamiento de ríos, ciudades rurales, fractura hidráulica, maíz transgénico, plantaciones agrocomerciales, gasoductos, proyectos carreteros, entre otros. El discurso dominante que se despliega en la región: infraestructura de “interés público” para el progreso y el desarrollo. Lo que subyace al discurso: despojo, destrucción y muerte. Frente a la resistencia digna, la respuesta es la criminalización de la protesta social, la presión y la penetración de las comunidades para fragmentar el tejido social comunitario. Gobierno estatal y trasnacionales (canadienses, mexicanas y chinas, entre otras) tratan de avanzar milimétricamente, comprando lealtades, poniendo precio los “recursos naturales”, corrompiendo a los representantes comunitarios e impulsando campañas para promover el discurso desarrollista. Empresas como Grupo México (responsable de la muerte del Río Sonora y de la tragedia de Pasta de Conchos), Almaden Minerals, Minera Autlán y Frisco han obtenido 35 concesiones equivalentes a 918 mil hectáreas de la sierra para explotación minera. Asimismo, se han identificado seis proyectos hidroeléctricos que afectan directamente a la población de 18 municipios y 12 ríos. Estos proyectos son promovidos por Grupo México, GESA, Comexhidro y GFM. Asimismo, el Proyecto Aceites Terciarios del Golfo plantea la operación de 16 mil pozos de extracción de gas y petróleo por medio de la tecnología ecocida conocida como fracking o fractura hidráulica. Este proyecto representaría prácticamente la desaparición de comunidades enteras y miles de hectáreas de monte, tierras de cultivo y potreros. Pero lo que no saben quienes promueven estos proyectos de muerte, o tal vez ya lo estén empezando a saber, es que no pasarán. Así de simple y contundente. Los movimientos de resistencia en la Sierra Norte de Puebla han construido en poco tiempo unidad entre los pueblos totonacos, náhuatl y mestizos para la defensa del territorio y van sembrando en otras comunidades el ánimo de alzar la voz para decidir la forma del uso y disfrute de los recursos de la zona. En parte, esto se debe a que los pueblos originarios de la región tienen una relación sagrada con los ríos, las montañas y los animales de la sierra, pues han sido y son los guardianes ancestrales de su agrobiodiversidad y además, porque llevan más de 500 años de resistencia contra diversos procesos de colonización y despojo. Digamos que no por gusto, sino por necesidad, los pueblos ancestrales de la sierra se han convertido en artífices de la paciencia, de la táctica y la estrategia, de la defensa de la tierra, el agua y la vida. Y han triunfado, siempre, a pesar de las adversidades y de batallas perdidas. Muestra de ello es que los poderosos no han podido exterminarlos ni borrarlos de la faz de la tierra a lo largo de varios centenares de años, ni con prácticas etnocidas ni con discursos prometéicos. Muestra de ello han sido las recientes y contundentes victorias contra Grupo México en Olintla, JCD Minerales en Tlamanca y Minera Frisco en Tetela. Estos consorcios parecían ser enemigos muy poderosos, invencibles, pero la dignidad del pueblo suele ser implacable cuando se violan sus derechos más elementales y se pone en riesgo todo, incluida la vida. Estos tres movimientos de defensa del territorio han logrado parar los proyectos de muerte gracias al fortalecimiento de espacios de toma de decisiones colectivas, como las asambleas generales, y la organización comunitaria para dar a conocer las consecuencias de los megaproyectos en la cotidianidad. En diferentes momentos, los movimientos de la Sierra Norte de Puebla han señalado que cuentan con la milpa y el maíz como alternativa de autodeterminación ante los megaproyectos. Por otro lado, las acciones de lucha y defensa se han caracterizado por ser pacíficas pero contundentes, logrando movilizar a poblaciones enteras para impedir la entrada de la maquinaria de las empresas extractivistas. Por lo emblemático de estas luchas y para seguir visibilizando las amenazas, organizaciones locales y comunidades enteras, así como el Consejo Tiyat Tlalli en Defensa del Territorio han promovido la realización del Encuentro Nacional de Pueblos en Resistencia contra el Modelo Extractivo Minero, en Tlamanca en marzo pasado, y en el pasado mes de agosto, el décimo primer Encuentro Nacional del Movimiento Mexicano de Afectados y Afectadas por las Presas y en Defensa de los Ríos Morelos ¿Cuándo se rompieron la unidad Cuando descubrimos que se trataba de una termoeléctrica y nos enteramos delos efectos y riesgos que había para nosotras y nosotros aquí en la comunidad de Huexca. Nos unimos como nunca para defender nuestro territorio y la vida de nuestras familias; recordemos cuando amenazaron con que vendrían granaderos y militares a “madrearnos”. Cuando vino Santos (Castro, encargado del proyecto Huexca y residente de la zona centro de la Comisión Federal de Electricidad, CFE), y le preguntamos si el gas quemaba y nos dijo que un poquito. En aquellos días explotó un gasoducto en Tamaulipas. De igual manera, en esos días, la CFE reconoció que lo que construiría sería una chatarra porque no había recursos para hacer algo más ecológico. Cuando pusieron la mesa y la llenaron de carpetas, licenciados y gente que “no supieron” responder a nuestras inquietudes y se excusaron en sus normas y procedimientos para mantener nuestra ignorancia sobre el proyecto. Aquel día, en la oscuridad del apagón, como delincuentes, huyeron con sus carpetas y sus “expertos”. En esos días Irving Sánchez Zavala (entonces presidente municipal de Yecapixtla), quien buscaba un cargo de diputado, nos traicionó y firmó el permiso para la construcción de la termo, traicionando al pueblo. Ese fue el comienzo de cómo perdimos la tranquilidad. Seguido de eso, nos quedó inseguridad, secuestros, asaltos, jaloneos a muchachas, gente extraña que entra y sale de nuestro pueblo… Agresiones entre nosotras y nosotros, la pérdida de amistades y un afán individualista que sigue dividiéndonos y permite que aumente la indiferencia. ¿En qué momento nos dividieron como familia, vecinos y comunidad? Cuando empezaron a dar proyectos de jóvenes emprendedores, con recursos del gobierno y a favor de la termo. Comenzó la campaña de Graco Ramírez (gobernador de Morelos), de G X G; venían ofreciendo proyectos; decían que no eran de la termo y un compañero lo leyó para descubrir una mentira más. Los que iban a aceptarlo, lo aceptaron, y muchos lo rechazamos. Posteriormente en la cancha de fútbol, nuestro coraje y posiciones encontradas derivaron en golpes entre vecinos. Esa es la forma como trabaja el gobierno: rompiendo el tejido de las comunidades. Por eso dejamos de creer en el gobierno. ¿Dónde quedaron nuestras fiestas y convivencias? Sólo en el recuerdo y en nuestros corazones porque acumulamos mucho rencor quienes estamos en contra de la termo y quienes están a favor. Ya no participamos la mayoría en las fiestas patronales porque piden apoyo a la termo. Nosotras y nosotros estamos conscientes de que esto traerá más daño que beneficios a nuestra comunidad. No vendemos nuestra dignidad por un taco. ¿Por qué seguir resistiendo? Porque amamos Huexca, su naturaleza, clima, flora, fauna… y nuestra paz. Porque tenemos la razón y el derecho a defender nuestro territorio de todo aquello que vaya en contra de la vida que en él hay. Porque si no resistimos, morimos, y la resistencia es un acto de sobrevivencia. Por nuestros hijos y nietos; porque aquí están enterrados nuestros antepasados, nuestros muertos… Porque aquí está nuestra cultura; por nuestros presos. Porque aquí aprendimos a labrar la tierra que nos da de comer el maíz, el frijol, el cacahuate y la calabaza. Porque defendemos el agua, afluente que baña nuestros campos para que abunde la vida. Porque tenemos derecho de decidir cómo queremos vivir; tenemos derecho a la dignidad. Porque somos guardianas y guardianes de este territorio. Porque debemos proteger a los guardianes espirituales que habitan las aguas, montes y valles. Don Goyo nos protege y se manifiesta por medio de sus fumarolas. Su espíritu está intranquilo y lo sentimos. Somos hijas e hijos del volcán. Porque somos fuego y en nuestros corazones arden las ganas de luchar contra las injusticias; contra los enemigos del pueblo, adoradores del dinero. ¿Dónde quedó la alegría, símbolo de nuestra comunidad? Huexca significa lugar de la alegría; la alegría sigue aquí. Nos la han querido robar con tanta injusticia. Es como si nos robaran la fe y nosotros tenemos la esperanza y las acciones vivas. Por más que nos madreen, nos amenacen, nos impongan. Porque la alegría nace y se alimenta con nuestra resistencia. Podrán encerrarnos, pero nuestras ideas de libertad y justicia seguirán libres; la lucha también se nutre con nuestra alegría. El lugar de la alegría se refleja en la milpa, en el aire, en los árboles, en la risa de los niños y en las compañeras y compañeros que se han hermanado con nuestra lucha. La alegría está en enseñar a nuestras hijas e hijos a resistir, a ser dignos, a luchar, a no aceptar las miserias que nos da el gobierno, a vivir con la frente en alto y trabajar juntas y juntos para el bien común. ¿Qué nos dirían nuestros abuelos y el general Zapata en estos momentos? Sigan adelante, no se dejen, no se queden sentados, no tengan miedo; defiendan la tierra. La tierra se ganó con la sangre de nuestros valientes antepasados; con su dignidad, con el ejemplo de muchos mártires que salieron de sus casas, que se organizaron, que no tuvieron miedo, que no se quedaron sentados y guardados en sus casas a esperar a que llegara Superman. Nos dirían: ¡Adelante, hijos e hijas! No se rindan porque el poderoso, en el momento en que nos vea más débiles, nos atacará sin piedad. *Texto compartido durante el Encuentro en Defensa y por la apropiación social de la Tierra, el Territorio, el Agua y la Vida, realizado el 16 y 17 de agosto en San Salvador Atenco, estado de México. El documento, que fue leído por Salvador Castellanos R., es la posición de los pobladores de la comunidad de Huexca, municipio de Yecapixtla, en Morelos, que se oponen a la construcción del proyecto energético Morelos, de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el cual implica una termoeléctrica en Huexca, un gasoducto y un acueducto.
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