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Encuentro Nacional en Defensa de la Tierra, el Agua y la Vida; crónica a muchas voces “Muchas gotas hacen grandes tormentas” Lorena Paz Paredes
El 17 y 18 de agosto se realizó en San Salvador Atenco el Encuentro Nacional en Defensa de la Tierra, el Agua y la Vida. Asistieron alrededor de 400 personas provenientes de 15 estados y representantes de 110 organizaciones campesinas e indígenas, redes en defensa del territorio y los recursos naturales, sindicatos obreros y grupos urbano-populares, así como colectivos ambientalistas, de derechos humanos, de mujeres, de tianguis orgánicos, de consumidores/as y de estudiantes, además de maestra/os de la sección 18 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) de Michoacán y académicos de la UNAM, UAM, UACH, ENAH. Para completar, un buen de artistas y músicos. La mayoría se quedó los dos días al debate, al intercambio de experiencias, a ponerse de acuerdo en cómo resistir juntos lo que viene y cambiar el futuro. Y, ¿por qué no?, también al convite, la tamaliza y la fiesta. Bajo una enorme lona que protegía del sol y de una lluvia que nunca llegó, se escucharon las palabras de bienvenida de los atenquenses del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). “Abrazamos el sentir de todos los delegados que vienen representando a sus comunidades, a sus organizaciones y a sus luchas”, dijeron al tiempo que levantaban sus machetes. Con el grito de “Zapata vive” cerraron el saludo, mientras la concurrencia coreaba “la lucha sigue”. Tras los machetes alzados había una enorme manta, reproducción del mural que en otros tiempos daba vida a la casa ejidal y que hace poco blanquearon los priistas. “Cuando nos ganaron a la mala el Comisariado Ejidal. –explica un líder del Frente– querían borrar la memoria histórica. Pero la memoria aquí está, el mural aquí está…”. Porque la presión del gobierno federal por quitarles sus terrenos ejidales para la construcción del aeropuerto no ha parado desde el 2001: intimidan, despojan, compran, dividen y reprimen. Con todo, Atenco es ejemplo de resistencia. Por eso se celebró ahí el evento, un Encuentro inspirado en la consigna de FPDT: “La tierra no se vende. Se ama y se defiende”. Y como llegaron muchas y muy diversas organizaciones, los anfitriones reconocieron que “hoy no es Atenco nada más. Hoy es el llamado de la patria. Hoy el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, somos todos. Ustedes que vinieron de lejos defienden a la patria al estar acá”. Y cerraron con una conclusión: “Como la mayoría somos agrupaciones chicas, a lo mejor podríamos pensar que somos pocos. Pero no es así, muchas gotas hacen grandes tormentas”. “Con este Encuentro –dijo Armando Bartra en la plenaria inaugural– estamos iniciando una serie de jornadas, reuniones, movilizaciones en defensa de la tierra, el agua y la vida… Y este es un acto simbólico pues nuestra revolución agraria empezó hace más de un siglo y hace exactamente cien años el encuentro de Villa y Zapata en Xochimilco mostró que los campesinos del país podían ponerse de acuerdo, lección que es muy importante tener en cuenta hoy. Además de que la entrada de los ejércitos del norte y del sur a la ciudad de México el 6 de diciembre de 1914 es la prueba de que el campo con todo y su pobreza puede ponerle el ejemplo a la ciudad”. Experiencias emblemáticas En las dos plenarias de inauguración y cierre, tomaron la palabra delegados/as de varios colectivos que han dado luchas ejemplares y las han ganado. Con ese espíritu empezó el Encuentro. “Lo que está sucediendo hoy en México es la agresión más descarada al pueblo desde los tiempos del porfiriato –dijo Rodolfo Chávez, del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores de la Presa La Parota (CECOP) de Guerrero–. Y defender nuestro patrimonio es un reto muy grande… Todos los que aquí venimos estamos en resistencia… Nosotros llevamos más de una década en la defensa de la tierra. El 28 de junio de hace 11 años nació la lucha contra la presa La Parota. Y desde el principio dijimos ‘no pasará’: es la decisión de los pueblos, la presa no se hace y la tierra no se vende. Hicimos plantones en los que andaban principalmente mujeres que no dejaron entrar a las máquinas. “Logramos sacar a la Comisión Federal de Electricidad. Algunos nos decían: ‘Bájenle, no se puede hacer nada, es obra del gobierno federal”. Pero sí se pudo ¿Cómo de que no? Hace un año el huracán Manuel afectó como 500 viviendas y eso fue un daño grande. Pero dijeron que era un desastre y no es cierto, el verdadero desastre es que nos quiten la tierra. Eso es un desastre. Que el gobierno quiera acabar con la propiedad social y con la pequeña propiedad campesina. Eso es un desastre. Un verdadero desastre que no vamos a permitir. Tenemos que oponernos a la contrarreforma del campo que se viene. La vamos a parar con todo, pero hay que hacerlo unidos”. “Participar aquí nos junta a los que estamos defendiendo nuestras tierras y territorios” –dijo Tata Chalino, del Consejo de Bienes Comunales, que junto con Juan Navarrete, del Consejo de Seguridad y Justicia, y Santiago Tapia o Tata Keri, del Consejo Mayor, representaban a la comunidad purépecha de San Francisco Cherán, pueblo que logró detener la tala de sus bosques por el narco y cuyo autogobierno comunitario fue reconocido. “En Cherán el 15 de abril del 2011 levantamos el saqueo de más de 13 mil hectáreas… Y eso que detrás de la tala de monte estaba la delincuencia organizada. Hoy más de 20 mil comuneros del municipio están en pie de lucha. Tenemos de autogobierno donde mandamos obedeciendo pues hacemos consultas de todo lo que aqueja al pueblo. Libramos una batalla fuerte en las calles, en los bosques… pero también en lo jurídico, en lo legal. Con la ley en la mano le ganamos al gobierno estatal y al federal nuestro derecho a la libre determinación. Y el 29 de mayo de 2014 la Suprema Corte de Justicia de la Nación tuvo que reconocer nuestro autogobierno de usos y costumbres. Un sistema ancestral basado en siete Consejos, muy diferente al de ellos. Pero hay que insistir en que ese derecho al autogobierno no sólo es de Cherán, es un derecho de todas las comunidades”. Esteban González, promotor del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (Cesder), contó la exitosa lucha de Zautla y otras comunidades de la Sierra Norte de Puebla contra las presas hidroeléctricas, contra las mineras chinas y canadienses, y contra las llamadas “ciudades rurales”. “Somos más de 32 comunidades las que nos reunimos en asamblea. En 2012, en Tlamanca, ocho mil personas, la mayoría mujeres, corrimos a la minera china. Pero seguimos alerta porque sabemos que las reformas de Peña Nieto nos quieren arrebatar la tierra y un pueblo sin tierra es un pueblo con hambre. Queremos heredar a nuestros hijos un lugar donde vivir sin violencia, sin desconfianza”. Redondeó la idea Leonardo Durán, de la Cooperativa Tosepan Titataniske, formada principalmente por nahuas-totonacos. “Hay en la región más de 180 mil hectáreas ya concesionadas a las mineras. Y hay que echarlas para atrás. Pero la mejor defensa contra el despojo es cultivar la tierra y enseñar a nuestros hijos a que la amen. Porque la lucha será larga, de muchas generaciones…”. Lo mismo dijeron los compas de San Dionisio del Mar, de la Asamblea de Pueblos de Juchitán y de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo de Oaxaca, que pelean contra los megaproyectos eólicos. Y lo mismo repitieron los representantes del pueblo de Huexca, en Yecapixtla, que se opone al Proyecto Energético Morelos: una termoeléctrica, un gasoducto y un acueducto que amenazan sus tierras y su vida. Completaron el panorama los de Tecámac, Estado de México, que resisten una urbanización salvaje: “Quisieron hacer una ciudad dormitorio con miles de viviendas, ‘Ciudad Bicentenario’, le llaman. Una ciudad que produciría 30 mil toneladas diarias de basura. No los dejamos. Pero hay otras amenazas. Tenemos que unirnos la gente del campo y la ciudad contra las reformas de Peña Nieto que nos van a llevar a una esclavitud moderna”. Las organizaciones nacionales La mayoría de las organizaciones de base presentes en el encuentro eran grupos locales en defensa de sus territorios. Pero fue muy importante y significativo que también participaran algunas organizaciones campesinas nacionales como la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC), la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo (ANEC), El Barzón, y agrupaciones obreras como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), además de redes temáticas como la Campaña Nacional Sin maíz no hay País –de la que partió la iniciativa del Encuentro y las jornadas–, Agua para Todos, Agua para la Vida, y la Alianza Mexicana Contra el Fracking, entre otras. Con perspectivas diferentes en las que domina el proyecto económico de los campesinos, pero la misma visión estratégica que los locales y las redes, se expresaron los agrupamientos nacionales. “El despojo no sólo afecta al campo, sino también a la ciudad y a los consumidores –dijo Martín Solís, de El Barzón–. Hoy 20 empresas agroalimentarias dominan toda la cadena, desde la semilla hasta lo que ponemos en la mesa. Las reformas: la energética, y la que viene, del campo, nos golpean a todos, no sólo a los campesinos. De modo que si esta lucha la perdemos, la pierde todo el pueblo de México. Hay que parar la afrenta que se viene con una propuesta unitaria que respete la pluralidad de organizaciones y movimientos. Necesitamos llegar fuertes a la Convención Campesina-Indígena que se realizará en octubre en la ciudad de México. La unidad es la esperanza de la patria”. Hace falta la unidad, sin duda –dijo Fernando Celis, asesor de la CNOC–. Aunque hay descontento social contra el gobierno, estamos dispersos, divididos y poco articulados. El gobierno se aventó reformas tan antipopulares porque no vio oposición unida sino división. Este Encuentro es una oportunidad para unirnos organizaciones nacionales y locales. Unirnos con respeto y confianza. Porque hoy lo que está en riesgo es la existencia misma de los campesinos, seamos cafetaleros, maiceros o frijoleros. Las reformas contra el ejido y la comunidad agraria amenazan el corazón de la vida campesina. Y además de la tierra y el agua de las comunidades, peligra la soberanía nacional. Vean si no: según el embajador de Estados Unidos, con las reformas de Peña Nieto se consolida la economía… de Norteamérica”. “Cierto –coincidió Humberto Montes de Oca, del SME–, vamos camino a la anexión a Estados Unidos, el territorio nacional ya fue asignado a las trasnacionales… Ya se legalizó el despojo, como en el caso de la industria eléctrica, que de ser un servicio público se convirtió en mercancía. Y eso nos afecta a las y los usuarios de la energía, que debiera ser un derecho humano. Por eso debemos organizar la desobediencia civil contra las altas tarifas”. ¡Unidad! Organizaciones nacionales, regionales y locales, redes temáticas y toda clase de colectivos coincidieron en la urgencia de fortalecer la unidad y sumar a la resistencia otros esfuerzos y otros movimientos. “¡Hagamos una sola lucha!”, insistieron los purépechas de Cherán. “Por encima de nuestras exigencias particulares, hay una demanda general que nos debe unir: la defensa de la tierra y el territorio” –dijo Celis–. “Necesitamos un grupo de facilitadores de la sociedad civil que acerque a movimientos locales y nacionales –insistió El Barzón–. Que ayude a construir alianzas, que dé confianza a la gente. Y a la vez hay que ser humildes y bajar el protagonismo de las organizaciones nacionales”. Además coincidieron en la urgencia de afrontar unidos la represión, la criminalización de las luchas sociales, la violación sistemática de los derechos humanos y en particular el secuestro, encarcelamiento y asesinato de sus líderes. Y es que el memorial de agravios es enorme. “En el movimiento de Cherán hubo más de diez caídos”, dijeron; “En Atenco desde el 2002 se sembró la semilla del terror y en 2006 el PAN y el PRI desencadenaron la represión más brutal: los asesinatos, las golpizas, las violaciones. Es una cuenta pendiente”. Los de Guerrero recordaron que ahí apresaron a Néstora Salgado y más recientemente al compañero Suástegui de la CECOP, a quienes llevaron a una cárcel de Nayarit, por lo que esta agrupación convoca a una marcha desde Guerrero a ese penal el 12 de octubre y “a iniciar una campaña nacional contra las detenciones de nuestros líderes y compañeros”. También fueron detenidos los luchadores poblanos Enedina Rosas, Ernesto Salgado y Juan Carlos Flores. Y en días recientes fue apresado Mario Luna, vocero de los yaquis. Por esto, entre otras cosas, quienes dieron su testimonio reconocen que los avances, cuando se tienen, son “triunfos incompletos”. Y es que, dice el Pronunciamiento del Encuentro, “más tardamos en frenarlos que ellos –los gobiernos y las corporaciones– en reanudar sus asaltos al patrimonio. Pero el hecho es que se puede; que cuando hay arraigo, voluntad de luchar, solidaridad y organización, podemos detenerlos”. Las mesas de trabajo “Sin un proyecto de vida no detendremos los proyectos de muerte”, fue el lema que inspiró el intercambio en las cinco mesas de trabajo. Una reflexión común dio inició a los debates: “El derecho a la tierra es el derecho a vivir dignamente cultivándola. Sólo la unión de quienes resisten en los territorios que habitan y quienes reivindican la producción, el modo de vida campesino y el derecho de todos y todas a una alimentación sana, segura y diversa, podrá detener y revertir la destrucción de agro. Defender la tierra es defender la agricultura campesina”. Algo que se valoró en las mesas fue la democracia directa, los autogobiernos y las autoridades conforme a usos y costumbres. “Un instrumento de defensa de los pueblos es la asamblea pues ahí se toman los acuerdos. Cuando la comunidad dice: “aquí se prohíben los megaproyectos”, sea la mina o la presa, la asamblea se convierte en forma poderosa para defender la tierra”. Pero también sirve para la autogestión: “Exigimos el derecho de los pueblos a administrar por sí mismos sus recursos”, sostuvo el Frente Autónomo de Xochimilco. Coincidieron también en defender la milpa: usar semillas nativas con técnicas propias, hacer fondos de granos y casas de maíz, promover leyes como la de Tlaxcala a favor del maíz nativo y contra los transgénicos. Defender el modo de vida campesino e indígena es impensable sin las mujeres, que según el Pronunciamiento son “primeras en las luchas y últimas en el reconocimiento”. “Hay que reivindicar a las mujeres rurales –decía una compañera de la CNPA–, su contribución en la producción de alimentos y en el sostenimiento de la vida y la salud”. Y sin las nuevas generaciones, tampoco habrá porvenir. “Para que los jóvenes vean que hay futuro y se queden en la comunidad –decían los purépechas– debemos empezar por creer nosotros mismos, los mayores, que es posible enfrentar al mal gobierno y ganarle”. Decía un integrante de la Unión Indígena Totonaca de la Sierra Norte de Puebla: “Las reformas nos dejan como amarrados de manos. Y es que con ellas los proyectos quedan amparados en la Ley. Entonces protestar y parar un proyecto nos hace delincuentes. Por eso estamos aquí, buscando herramientas también jurídicas para tumbar juntos al monstruo”. Por eso fue un acuerdo fortalecer la estrategia jurídica. “Hacer viable la defensa legal contra despojos de tierras, territorios, recursos naturales y contra la violación de los derechos humanos”. “Reunir abogados constitucionalistas que colaboren en los amparos contra despojos y en la defensa de las y los presos y desaparecidos… Capacitar y formar abogados ‘descalzos’ de las propias comunidades… Crear herramientas jurídicas y propuestas de ley desde la visión de los pueblos y comunidades”. Las organizaciones campesinas nacionales como El Barzón, la CNOC y la ANEC, insistieron en la defensa de la soberanía alimentaria como parte de la soberanía nacional, y en regular el mercado agroalimentario hoy manejado por grandes consorcios. Plataforma y plan de acción Finalmente el Encuentro definió “seis ejes de la resistencia en torno a los que hoy converge la defensa de la tierra, el agua y la vida: Primero.- Defensa del territorio y el patrimonio desde los propios territorios, comunidades y pueblos. Segundo.- Defensa de los recursos naturales, su apropiación colectiva y su gestión social. Tercero.- Defensa de la propiedad social de la tierra, base del ejido y la comunidad agraria. Cuarto.- Defensa de la producción campesina, sustentable y sin transgénicos, soporte de la soberanía alimentaria y los mercados locales. Quinto.- Defensa del derecho a la alimentación, mediante una alianza ciudad-campo. Sexto.- Defensa de la vida y la seguridad, las libertades políticas y los derechos humanos y la autonomía de las organizaciones, contra la represión y criminalización de las luchas sociales. Por último se esbozó un plan de acción con reuniones, movilizaciones, encuentros regionales y estatales, campañas de información, rumbo al 6 de diciembre del 2014, cuando se espera que un amplio y fortalecido movimiento de resistencia entre a la ciudad de México enarbolando la bandera de “Tierra y libertad”, como hace cien años lo hicieron Zapata y Villa.
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