Compañías privadas se apropiarán legalmente de una parte de la renta petrolera
Si la iniciativa en la materia fue para asegurar la soberanía de México, fue un fracaso, señala
Lunes 15 de septiembre de 2014, p. 15
Las leyes secundarias que harán operativa la reforma energética descuidan cuestiones vitales para el país, como ceder a compañías privadas la administración de los recursos energéticos nacionales y el control de información estratégica al respecto, señala Nicolás Domínguez Vergara, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En su estudio Sobre el futuro de México después de la reforma energética, el físico analiza en detalle las implicaciones de la nueva legislación y afirma que con la puesta en marcha de las leyes secundarias se desnacionaliza el sector energético y las compañías privadas se apropiarán legalmente de una parte de la renta petrolera, que se ha estado obteniendo a través de Petróleos Mexicanos (Pemex), así como de una fracción de las ganancias de las actividades que realiza la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
En el documento afirma que el gobierno federal ha puesto en la ruleta 40 por ciento de sus ingresos petroleros, cuando es incierta la cantidad de recursos financieros que se obtendrán tanto de las compañías privadas como del nuevo
Pemex.
En un comunicado, el experto en energía y desarrollo tecnológico advierte también en sus conclusiones que el potencial despojo de propiedades para que las compañías privadas desarrollen sus actividades generará conflictos en el campo, un sector ya de por sí azotado por el narcotráfico y el abandono del gobierno.
Refuta la afirmación propagandística
del gobierno federal de que la reforma energética hará posible que los precios de electricidad y gas natural bajen.
Eso sería posible, dijo el académico, si ocurren milagros
como: que las trasnacionales desistan de obtener ganancias; que los gobernantes, administradores y directivos sean competentes y abandonen prácticas corruptas; que las leyes secundarias no transgredan la Constitución; que los precios internacionales del petróleo se mantengan o aumenten, y que no se incremente el precio de las gasolinas.
Abundó que habría que esperar también que la exploración y explotación de hidrocarburos no produzcan daños a la economía, al medio ambiente y la salud de la población, y, sobre todo, tener la suerte
de que la geología les favorezca para descubrir los hidrocarburos que se afirma existen.
Las nuevas
metas
Revela que las nuevas metas
difundidas por el gobierno después de la reforma energética –aumento de la producción de petróleo a más de 3 millones de barriles diarios y baja en el precio de la electricidad– en realidad estaban planeadas en las prospectivas 2013-2027 de Pemex y CFE, sin que mediara la reforma energética, y pese a las restricciones presupuestarias que se tenían.
La prospectiva del sector eléctrico, afirma el especialista, planteaba una reducción en el precio de la electricidad que se mantendría hasta 2027, sin necesidad de ceder la propiedad, control y administración del sector.
En cambio hoy, con la reforma energética ya en marcha, no se informa ni cuándo ni en cuánto bajarán las tarifas eléctricas y cuánto tiempo se mantendrán así; lo único que se conoce es la preponderancia que están adquiriendo las compañías trasnacionales en el sector energético, como es el caso de Iberdrola.
El profesor del Departamento de Sistemas de la Unidad Azcapotzalco de la UAM indica que si el objetivo principal de la reforma respectiva es aumentar la seguridad energética de Estados Unidos, entonces fue un éxito rotundo; si fue para asegurar la soberanía de México, es un fracaso definitivo, y si el propósito fundamental era asegurar el abasto energético nacional sustentable, suficiente y a precios accesibles, el éxito de la reforma pende de alfileres
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