a enfermedad por el virus del ébola sigue avanzando en África occidental. Si bien en algunas de las naciones afectadas se aprecian signos alentadores, pues las medidas de contención adoptadas parecen estar funcionando –como en Guinea y Nigeria–, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó el domingo sobre el primer caso de la enfermedad en un nuevo país, al confirmarse que un estudiante resultó positivo en las pruebas del virus en Senegal. El problema principal es que al carecerse de vacunas y medicamentos efectivos, los instrumentos con los que se cuenta son extremadamente limitados, ya que consisten en aislar los casos, crear cercos sanitarios y aplicar tratamientos paliativos sobre los síntomas, por lo que la mortalidad sigue siendo muy elevada (superior a 50 por ciento).
El hecho de que la patología se extienda geográficamente en África y la letalidad del agente siga siendo tan alta hace verdaderamente urgente contar con medicamentos capaces de contenerla. Ya un comité de la OMS declaró que es éticamente válido ensayar en los enfermos sustancias que se encuentran en sus fases experimentales y algunas, como el ZMaap, compuesto por anticuerpos monoclonales, se han probado en algunos enfermos en Estados Unidos (como en el caso del médico Kent Brantly y la religiosa Nancy Writebol) y en Europa (en el misionero español Miguel Pajares), aunque sus resultados no pueden considerarse concluyentes, como he comentado en este mismo espacio (La Jornada, 26/8/14).
Ahora surge una nueva investigación realizada por Xiangguo Qiu, de la Agencia de Salud Pública de Canadá, y sus colaboradores, con datos muy esperanzadores, en el que la misma sustancia señalada arriba, el ZMaap, ha mostrado, en un estudio muy riguroso realizado en primates no humanos, efectos curativos indiscutibles en ciento por ciento de los animales tratados, aun cuando la enfermedad lleva varios días de evolución (arriba de cinco días) y los síntomas se han expresado en su totalidad.
Como otros compuestos experimentales contra el virus del ébola, el ZMaap es un coctel de anticuerpos monoclonales. En este caso esta formado por la combinación de dos compuestos: el ZMAb, con anticuerpos de origen murino (originados en cobayos), y el MB-003 de origen humano o de la combinación humano-ratón (quimérico). Pero ahora que se multiplican los medicamentos experimentales contra la enfermedad producida por el virus del ébola surge una pregunta importante: ¿qué son los anticuerpos monoclonales?
Los anticuerpos son moléculas que produce nuestro organismo en respuesta a la agresión de un agente externo, por ejemplo, una bacteria o un virus. Cuando el cuerpo no reconoce células o moléculas como propias, algunos elementos de nuestro sistema inmunológico, como las células B (que constituyen entre 5 y 15 por ciento de los linfocitos o glóbulos blancos), producen anticuerpos específicos contra el intruso para inactivarlo y evitar así que produzca daño.
El principio básico en la producción de anticuerpos monoclonales es la combinación de una célula programada para producir anticuerpos contra un agente (como las células B) y otra que no produce anticuerpos, pero tiene la capacidad de reproducirse de manera indefinida. Al elemento resultante de la fusión de estos dos tipos de células se le denomina hibridoma.
Cada célula B puede producir gran cantidad de anticuerpos que reaccionan cada uno ante partes muy específicas del agente agresor, por ejemplo, contra una proteína específica de la cubierta de un virus, o contra su ácido ribonucleico, etcétera, de tal manera que es posible obtener el hibridoma que produce el anticuerpo específico contra la parte del agente agresor que nos interesa inactivar para evitar que haga daño (como en el tratamiento de enfermedades), o para marcar ese elemento en el agente y estudiarlo a fondo (como ocurre a menudo en la investigación científica).
Los primeros hibridomas fueron creados a mediados de los años 70 del siglo XX y consistieron en la combinación de células B obtenidas de cobayos inoculados con un agente y células cancerosas (de un tumor conocido como mieloma) que en cultivo se reproducen de manera indefinida. Al seleccionar el hibridoma que produce el anticuerpo que se requiere, este se cultiva por separado y se obtienen muchas copias idénticas (provenientes de un solo clon). Este es el principio básico de producción de anticuerpos monoclonales, por el cual el inglés Niels K. Jerne, el alemán Georges Köhler y el argentino nacionalizado británico, César Milstein, obtuvieron el Premio Nobel de fisiología y medicina en 1984.
La técnica descrita ha sufrido en la actualidad importantes modificaciones, las cuales permiten acelerar la creación y producción de anticuerpos monoclonales con alta especificidad. Ahora algunos de ellos ya se ensayan en personas afectadas por el virus del ébola en el oeste de África. Esperemos que de estos experimentos en humanos avalados por la OMS surja algún remedio para esta terrible enfermedad.