La depresión y la ansiedad en los jóvenes, dos de los padecimientos más recurrentes en esa población, no son diagnosticadas a tiempo, debido a que los recursos para atender la salud mental son insuficientes, señaló el siquiatra Emmanuel Osorio Rosales, de la Secretaría de Salud (Ssa).

En México, sostuvo, se sigue dando prioridad a la vigilancia de enfermedades oncológicas, cuando la prevalencia mundial indica que dentro de 10 años una de las primeras causas de morbilidad será la depresión. La violencia que se ha vivido en el país ha sido un factor de riesgo determinante para ese trastorno en los jóvenes, aseguró en entrevista.

Sin embargo, en México los recursos que se han destinado a la atención de problemas siquiátricos son escasos, tanto como el personal destinado a ese sector en instancias dedicadas a detectarlos y proporcionar tratamiento, sostuvo Emmanuel Osorio.

El número de siquiatras del país representa la cuarta parte de los pediatras, y la cifra de esos especialistas para jóvenes es aún más baja. La mayor parte del tiempo se topan con personal que no está capacitado para atenderlos.

Los síntomas de la depresión son: cambios en el estado de ánimo, en la conducta, alteraciones en los hábitos alimenticios y en el ciclo de sueño e irritabilidad, explicó el especialista en siquiatría infantil y de la adolescencia.

Según el estudio Costo social de los trastornos mentales, de la organización Pro Voz Salud Mental, las mujeres tienen casi el doble de riesgo de padecer depresión (14.4 por ciento) en comparación con los hombres (8.9 por ciento). La edad promedio de las personas que la han sufrido es de 24 años, puntualizó.

La prevalencia de depresión y de ansiedad en México es de menos de 5 por ciento. Sin embargo, dichas cifras podrían quedarse cortas debido a que los pacientes no han sido diagnosticados adecuadamente, aseguró el especialista del Hospital Siquiátrico Infantil Juan N. Navarro.

La Organización Mundial de la Salud estima que para 2025 la depresión será una de las primeras causas de morbilidad en el planeta.

“Estamos pagando socialmente las consecuencias de no revisar esta área de la salud. Con los problemas de violencia, inseguridad e inestabilidad social que se viven en el país, no se le ha dado la atención debida.

Seguimos construyendo edificios de ocho pisos para hospitales de otras especialidades y no se destinan más recursos para atender la salud mental de jóvenes y niños, subrayó el especialista.

Las enfermedades mentales que se presentan en los jóvenes son muy diferentes a las llegan a padecer los adultos, no sólo por factores neurológicos y de edad, sino también por el ambiente, estatus social y la interacción, indicó.

La violencia que ha azotado al país en los años recientes es un factor de riesgo determinante. Ese comportamiento se queda en la memoria de los chicos. Además, la falta de cuidado, de supervisión y de atención de los padres pone a los jóvenes en una situación vulnerable. El pronóstico para estos muchachos no suena nada alentador, porque no se está haciendo algo por ayudarlos, lamentó.