Historias de izquierda
Gritos por la unidad
Llamados y desaires
trás de cada uno de los gritos de unidad que salen de los organismos de izquierda hay ciertas historias que de lo que nos hablan es de caprichos y sectarismos que impiden la tan ansiada unidad.
Hay voces, desde luego, bien intencionadas, que pugnan por que la lucha en favor de una consulta popular que pueda tirar la ley por la que se hace entrega de los recursos energéticos del país a la iniciativa privada nacional y, principalmente, extranjera, se dé en todos los frentes que se llaman de izquierda, sin tener en cuenta la historia reciente, que sólo habla de los acomodos que el PRD chucho ha buscando para estar cerca del gobierno de Peña Nieto, al que ahora tratan de cuestionar.
Esos acomodos, esas acciones que dieron pie a que las intenciones entreguistas se convirtieran en ley, no se pueden haber transformado hoy, honestamente hablando, en las que pretendan destruir lo que ellos mismo ayudaron a levantar. Confiar en que desde el PRD pueda existir una lucha real en contra del despojo sería ir al precipicio.
El PRD quiere una consulta, sí. Tiene la necesidad de lavarse la cara frente a una elección, la del próximo año, que no promete nada bueno para ese partido, porque la gente sí está consciente de que desde la cúpula de los amarillos se han traicionado todas las luchas primordiales de la izquierda.
Pero parece que eso, a la hora de los exhortos, nadie quiere tenerlo en cuenta. Cosa de revisar la historia reciente. El 25 de octubre de 2013, un grupo de personajes comprometidos con el país, y su soberanía, firmaron una carta de denuncia en contra de las acciones que se querían tomar entonces para reformar los artículos 27 y 28 de nuestra Constitución, y pedían a diputados y senadores no sumarse a las acciones que comprometía el futuro de la energía en México.
Los nombres de esos mexicanos no dejaban duda de la importancia de aquella lucha. Firmaban los curas Rodrigo Vera y Miguel Concha; también estaban las firmas de Pablo González Casanova, Miguel Álvarez Gándara, Mario Saucedo, Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador. Era un primer encuentro muy esperanzador.
La posibilidad de ir a una lucha unidos, aun con el PRD, parecía una realidad. López Obrador pidió entonces a los amarillos abandonar el Pacto por México para consolidar esa unidad, y la respuesta fue un golpe. La prioridad para los líderes del partido del sol azteca era su relación con Peña Nieto, lo que hacía imposible que Morena y PRD caminaran juntos.
No obstante, López Obrador convocó a una nueva reunión para conjuntar voluntades, las de aquellos que habían firmado el documento para los legisladores, con el fin de realizar una gran marcha el primero de diciembre de 2013.
A esa reunión ya no asistió Cuauhtémoc Cárdenas y los otros convocados se negaron a acompañar a López Obrador en esa acción. El miércoles 20 de noviembre, un día después de esa reunión, el mismo López Obrador hizo un llamado urgente
a la población para que saliera a la calle aquel primero de diciembre para defender, antes de que ocurriera, lo que él llamo el robo más grande de la historia.
La unidad ya entonces no parecía más que un recurso retórico con el que alguien quiere lavar sus pecados, nada más, porque el PRD sigue en las mismas manos de aquellos para los que la relación con Enrique Peña Nieto es prioridad.
De pasadita
Hoy, aunque grite y patalee el secretario del Trabajo federal, Alfonso Navarrete Prida, Miguel Ángel Mancera lanzará su propuesta para aumentar el salario mínimo en el DF. La cosa no le gusta al funcionario federal, pero tanto a los empresarios como a los funcionarios del DF se les mira conformes, de acuerdo con la postura del gobierno local, que hoy le pondrá el cascabel al gato. ¡Aguas!