Sociedad y Justicia
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Advierten sobre pretextos para despedir a trabajadoras

El Conapred abre queja contra mujer que humilló a una doméstica
 
Periódico La Jornada
Martes 26 de agosto de 2014, p. 38

Así como Adriana Rodríguez de Altamirano, conocida en las redes sociales como #LadyChiles por grabar y exhibir un video en el que reclama a su trabajadora doméstica llevarse comida, otras empleadoras utilizan pretextos como ese para despedirlas y no pagarles indemnización, afirmó Marcelina Bautista, directora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (Caceh).

Tras convertirse desde el sábado pasado en un video viral, luego de que Adriana lo subió a su cuenta de Facebook, donde escribió: Entre más conozco a la gente, más quiero a mi perro, este lunes el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) anunció en su cuenta de Twitter que atrajo el caso y abrió una queja de oficio por presunto acto discriminatorio.

Lo que padeció esa empleada fue una humillación, al evidenciarla de esa manera. Además, es un claro acto de discriminación. Situaciones como estas, usar cosas insignificantes para despedirlas, nos indignan, señaló Bautista. Le aseguro (a Adriana) que el chile no compensa todos los derechos que se violaron en el trabajo, como horario, salario digno, seguridad social, contrato por escrito y trato respetuoso.

Como señala la activista por los derechos de las empleadas del hogar, existen muchos casos parecidos, como el de Ángela García Ordoña, de 62 años, quien durante siete años trabajó haciendo la limpieza en la casa de una sicóloga que vive en la colonia San Miguel Chapultepec. Primero me dijo que ya no me iba a pagar 250 pesos por día, sino 30 por hora. Eso no me convenía, pero acepté, relata la mujer.

Un día –el último a su servicio–, cuando Ángela se despidió de su jefa al final de una jornada de trabajo, la respuesta que recibió fue que le descontaría 130 pesos por un plato que había roto. Además, la acusó de robar unas toallas, las cuales no aparecían desde hacía dos años, y de registrar su despacho.

Me humilló. No aguanté y me puse a llorar. Pero le seguía diciendo que no había robado. Yo trabajo porque necesito el dinero, pero no para robar. No le importó y me echó a la calle. Ángela no quiso interponer una demanda, sólo lo dejé en manos de Dios.