Documental de Alejandro Ramírez, quien acompañó al cantautor por 38 barrios de Cuba
gira interminablede Silvio Rodríguez
Al realizador le impacta descubrir que su poesía está en el imaginario del pueblo
El filme tiene un lenguaje puro y duro
, dice
Se estrenará en la Cinemateca de La Habana
Martes 26 de agosto de 2014, p. a10
El jueves se estrena en La Habana el documental Canción de barrio, del realizador Alejandro Ramírez Anderson, quien acompañó con un pequeño equipo de filmación 38 conciertos de Silvio Rodríguez en igual número de barriadas pobres de Cuba.
No es más de lo mismo
, dice Alejandro, quien reacciona frente a la idea del típico registro de los conciertos con bandas en directo. Silvio Rodríguez forma parte de la educación sentimental de más de una generación urbana en Cuba y en Hispanoamérica, y cada presentación es un fenómeno de masas, pero “en Canción de barrio el primer plano está en las causas que motivaron esta gira por los lugares más deteriorados de la isla”.
En medio de un cambio de reglas de juego en la economía cubana, donde a veces pareciera que lo único importante es el dinero contante y sonante, la filosofía de llevar la cultura a la puerta de los más necesitados sin costo alguno para el público es el leitmotiv de estos conciertos de Silvio Rodríguez, que han seguido a otros que hizo en las prisiones del país y antes, en las principales plazas de Cuba, que él llamó Gira por la Patria.
La actual temporada dura ya cuatro años. El documental registra los dos primeros y Alejandro trabaja en una segunda parte, y probablemente habrá una tercera. Silvio ha llamado a esta la gira interminable
que no transcurre en soledad
, pues intervienen habitualmente algunos de los intérpretes más famosos de la Isla, sin protocolos, sin salones VIP, sin balcones exclusivos, sin presidencias
.
La tarima de los músicos funciona en realidad como si se plantaran una silla y una guitarra en la sala de las casas más precarias de la nación, al pie de calles muchas veces sin asfaltar y sin alcantarillado, entre las tendederas de ropa y el olor de los frijoles que se cocinan en la tarde, cuando cae el sol, horario habitual de estos conciertos.
Ese es el contexto del primer largometraje de Alejandro, mexicano de nacimiento, cubano por adopción y guatemalteco por sus raíces y su militancia –es hijo del desaparecido comandante Rolando Morán, líder del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). Su filmografía anterior es coherente con lo que expone en su nueva película: la lucha por la sobrevivencia, la dignidad de los más humildes, la pelea cotidiana frente a las carencias materiales, la voz popular que expone la atención (o falta de ésta) de las instituciones en asuntos de primera necesidad física y espiritual de la gente.
Por eso la estética elegida. “Canción de barrio es lenguaje documental puro y duro. Ahí no hay una luz puesta en función de la cámara; no hay atrezos, ni maquillaje; no hay una sola secuencia preparada de antemano”, admite Alejandro Ramírez. A la manera de Rossellini, las cosas están ahí, ¿para qué manipularlas?
Como realizador admite que lo que más le ha impactado es descubrir que “la poesía de Silvio está en el imaginario del pueblo. Habitualmente uno relaciona sus canciones con los medios universitarios, con los espacios de la izquierda latinoamericana. De pronto ver a una señora con chinos en la puerta de su casa cantando La era está pariendo un corazón sin contener sus lágrimas, eso te dice mucho”.
El documental, que tendrá su estreno en la Cinemateca de Cuba, en La Habana, se presenta en medio de un debate sobre el destino de los estudios Abdala, fundado con los auspicios de Silvio Rodríguez y el apoyo del líder de la Revolución, Fidel Castro en 1998.
Avances del documental Canción de barrio.