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Infantilismo apocalíptico
A

pocalíptico. Visión estratégica del fin de los días. Más allá de cualquier cosa que hayamos visto. Amenaza inminente a todos nuestros intereses. Más allá de un simple grupo terrorista. Debemos prepararnos para todo.

Entonces, ¿son marcianos? ¿Invasores alienígenas del planeta X? ¿Naves espaciales destructoras de la película Día de la Independencia? La palabra película es la clave. Chuck Hagel y Martin Dempsey parecían Hollywood puro. Sólo hacía falta Tom Cruise musitando en la conferencia de prensa las palabras misión imposible. ¿Quién escribe este libreto espantoso? ¿Acaso el secretario estadunidense de Defensa y el presidente de su Estado Mayor Conjunto no pueden hacer nada mejor?

Ni siquiera los titanes de la Segunda Guerra Mundial –Churchill, Roosevelt, Stalin– se valieron de semejante retórica para confrontar a imperios en verdad malignos.

Churchill señalaba que Hitler amenazaba con una nueva era oscurantista y Stalin llamaba a los soviéticos a destruir las hordas de ladrones de Alemania. Roosevelt describió el ataque japonés a Pearl Harbor como el día que vivimos en la infamia.

¿Acaso los vencedores del conflicto de 1939-45 se valieron de semejante semántica execrable para definir a sus enemigos mortales? Jamás. Decían lo que querían decir. Ni en sueños se les hubiera ocurrido ofender nuestro sentido común refiriéndose al deschavetado califato de Abu Bakr Bagdadi como apocalíptico. Aun en su momento de mayor demencia, el general Gordon (famoso por Jartum) quería sólo aplastar al Mahdi –el equivalente a Bagdadi en el siglo XIX–, ¡y vean lo que el Mahdi le hizo a Gordon! Los seguidores de Mohamed Ahmed ibn Abdalá, desobedeciendo órdenes, le cortaron la cabeza a Gordon. La venganza tomó muchas formas, incluida la batalla de Omdurman, en la que los británicos destruyeron al ejército derviche del ahora difunto sucesor de Mahdi.

Uno de los británicos era el propio Churchill, quien comentó con elocuencia que “las armas… y el fanatismo de la Edad Media fueron llevados por un extraordinario anacronismo hacia la colisión desesperada” con una organización moderna, y añadió con generosidad que sus opositores eran hombres de la valentía más desesperada. Eran otros tiempos. Uno podía masacrar a sus peores enemigos sin exagerar su poder ni desdeñar su valor.

Pero el arte de la retórica –o el lenguaje exagerado y artificial– se propone negar la realidad. En algún momento, casi inadvertido, un funcionario de la Casa Blanca llamado Ben Rhodes señaló que Estados Unidos no se vería limitado por fronteras geográficas, luego de que Dempsey había dicho al mundo que la frontera entre Irak y Siria era inexistente. Qué extraño: no era inexistente unos meses atrás, cuando el régimen de Assad estaba a punto de recibir el tratamiento Isis. Pero ahora los muchachos de Assad –según he oído– charlan con los muchachos de Dempsey acerca de su mutuo enemigo de visión apocalíptica, que acaba de decapitar a un periodista estadunidense que (según no hace mucho afirmaban funcionarios estadunidenses) estaba en una cárcel de Assad.

Ha estado largamente en el olvido el hecho de que uno de los periodistas cruelmente asesinados en la guerra de Gordon en el siglo XIX contra el Mahdi fue Frank Power, corresponsal del Times en Jartum que intentó cruzar líneas enemigas en el Nilo. Sus compañeros lo engañaron para que comiera con los rebeldes, quienes luego los mataron a todos. Dicen que Power fue decapitado. Sin duda su cabeza cercenada aparece en Jartum, ese vejestorio de Hollywood, cuando Gordon (Charlton Heston) se encuentra con el Mahdi (Laurence Olivier).

Pero Obama puede relajarse. Ha dicho que el Isis es un cáncer, pero Gordon jamás se reunió con su adversario –la escena en la película es falsa– hasta que el Mahdi vio la propia cabeza cercenada de Gordon en un saco de cuero. Alguien debería ilustrar a Chuck y a Martin sobre las diferencias entre Hollywood y la realidad. Oh, sí, noté que Chuck dijo que el Estado Islámico era tan sofisticado y bien financiado como cualquier grupo que hayamos visto. ¿Sofisticado? ¿De veras? ¿Y financiado por quién, me pregunto? Si nuestros nuevos enemigos tienen una visión del fin de los días, ¿de dónde viene el dinero, Chuck?

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya