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La gran guerra + 100
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e cumple un siglo del inicio de la guerra que cambió al mundo, la gran guerra de 1914-1918. En agosto de 1914 hubo dirigentes en ambos bandos que pronosticaron un conflicto corto, que terminaría antes del fin de ese año. Se equivocaron. Los aliados (principalmente Reino Unido, Francia, Bélgica, Rusia y eventualmente Estados Unidos) se enfrentarían a las potencias centrales (Alemania, el imperio austrohúngaro y el imperio otomano) hasta noviembre de 1918.

La gran guerra puso fin a más de cuatro décadas de relativa paz en Europa. Tras derrotar a Francia en 1871, Prusia unificó a Alemania y la transformó en imperio. Siguiendo el ejemplo británico y francés, Alemania empezó a adquirir colonias, a ampliar su base industrial y a modernizar su aparato militar.

Durante buena parte del siglo XX la gran guerra fue presentada como una consecuencia del expansionismo alemán. Esa interpretación prevaleció hasta después de la publicación en 1962 del libro de Barbara Tuchman The guns of august (Los cañones de agosto). En el último medio siglo se ha criticado esa interpretación y se han publicado versiones mucho más matizadas de las causas de la gran guerra.

Recientemente han aparecido muchos libros sobre el tema. Menciono dos que se publicaron en 2013: The sleepwalkers: how Europe went to war in 1914, del historiador australiano Christopher Clark, y The war that ended peace: the road to 1914, de la historiadora canadiense Margaret MacMillan. Ambos me parecen espléndidos libros, aunque en medio siglo seguramente serán objeto de severas críticas.

La conducción de la gran guerra y las condiciones impuestas a los vencidos por los vencedores influyeron de manera directa en la historia del siglo XX.

Empecemos por el final de la contienda. La forma en que los aliados decidieron castigar a las derrotadas potencias centrales, sobre todo a Alemania, llevaría a Europa a una Segunda Guerra Mundial en escasos 20 años. Se le exigieron a Berlín unas reparaciones exorbitantes. Hubiera tardado casi un siglo en pagarlas. Esa humillación dio pie a cambios políticos en Alemania que llevarían a Adolf Hitler al poder.

Los aliados victoriosos también decidieron, a instancias del presidente Woodrow Wilson, instaurar un nuevo orden mundial, mediante la creación de una organización internacional, la Sociedad de Naciones. Sería la precursora de las Naciones Unidas. Curiosamente, Estados Unidos nunca quiso ingresar a la Sociedad de Naciones.

Estados Unidos también impuso su visión de un mundo compuesto por democracias. Ello tendría un gran impacto a lo largo del siglo pasado. Junto con lo anterior, Estados Unidos inició una campaña contra el colonialismo. Sería el fin de las colonias alemanas, pero también el principio del fin de los imperios europeos. Dicho proceso culminaría en la segunda mitad del siglo XX a raíz del proceso de descolonización promovido por la ONU.

Con el fin de la guerra se desmoronaron varios imperios. Tras seis siglos se vino abajo el imperio otomano, surgió el estado de Turquía bajo Kemal Atatürk, se transformaron los Balcanes, y Francia y el Reino Unido trazaron las nuevas fronteras de los países del Medio Oriente. Londres también autorizó la creación de un hogar nacional judío en Palestina.

Asimismo desapareció el imperio austrohúngaro, y el mapa de Europa central se transformó.

Con la caída del zar, el imperio ruso se atomizó. En 1917 los bolcheviques tomaron el poder y establecieron la Unión Soviética. Pronto lanzaron la Internacional Comunista, cuya influencia sería enorme durante el siglo pasado.

Durante la gran guerra se consolidaron varios otros movimientos internacionales. El más visible fue el pacifismo, que también jugaría un importante papel a lo largo del siglo XX. En los distintos países europeos crecieron los partidos socialistas y socialdemócratas y se afianzó el movimiento sindicalista.

La conducción de la gran guerra también habría de influir en otros conflictos bélicos en el siglo XX. Lo que empezó como un enfrentamiento de infanterías pronto se empantanó en una lucha de trincheras. Los avances industriales en las últimas décadas del siglo XIX y primera del siglo XX hicieron posible la introducción o el perfeccionamiento de armamentos durante la gran guerra.

En el mar aparecieron los submarinos y acorazados. En el cielo surgieron los aviones de combate y los bombarderos, así como los globos dirigibles. Pero fue en la guerra terrestre que hubo un cambio radical.

Se perfeccionó la artillería, incluyendo el cañón antiaéreo, el mortero, el lanzagranadas y el lanzallamas. Se introdujeron los tanques (o carros de combate). Todo ello habría de transformar la conducción de futuras guerras.

Las armas de destrucción en masa se convirtieron en un elemento fundamental de los arsenales de algunos estados. Es cierto que las armas químicas habían sido utilizadas durante siglos. Sin embargo, en la gran guerra se convirtieron en un elemento importante de la llamada guerra moderna. Por primera vez gases y agentes químicos fueron utilizados por ambos bandos y a gran escala. Las atrocidades de la guerra química llevaron a la prohibición del uso de gases y armas bacteriológicas mediante el Protocolo de Ginebra de 1925. La producción y almacenamiento, así como el uso, de armas biológicas (bacteriológicas) y toxínicas, no fueron prohibidos en un instrumento multilateral hasta 1972. Las armas químicas apenas fueron prohibidas totalmente en 1993.

Las armas nucleares aparecieron en 1945 y son las únicas armas de destrucción masiva que aún no se han prohibido. En materia militar, el legado de la gran guerra ha sido terrible.

Durante la gran guerra perdieron la vida entre 8 y 9 millones de seres humanos, casi todos ellos soldados. Otros 8 millones eran prisioneros o habían desaparecido. Los heridos físicamente fueron unos 21 millones, aunque nunca se contabilizaron los heridos sicológicamente.

Sean cuales fueren las causas de la gran guerra, su impacto en lo militar, social y político resulta imposible de aquilatar. En gran parte esa primera contienda mundial definió el siglo XX.