l arribo al poder hizo con los panistas lo que décadas de oposición al priísmo no pudo: aquél los cooptó hasta hacerlos semejantes a quienes combatían. El más reciente escándalo, que no será el último, de integrantes de la cúpula del PAN demuestra que los excesos entre la clase política tienen terreno fértil en el partido fundado por Manuel Gómez Morín.
El video que muestra el reventón de diputados del PAN, entre ellos el coordinador y vicecoordinador de la bancada panista en la Cámara de Diputados, Luis Alberto Villareal y Jorge Iván Villalobos, por lo menos evidencia doble moral de personajes que han querido imponer al resto de la ciudadanía una ética pública permeada por valores católicos. Pero la fiesta en Puerto Vallarta trasciende la diversión privada de unos legisladores visiblemente cariñosos con mujeres que laboran en conocidos tabledance del turístico lugar.
Sigue pendiente dilucidar si la reunión fue pagada, como reiteran los diputados, con fondos privados o con dineros provenientes del erario, como asegura entre otras publicaciones una nota de la revista Proceso. Ninguno de los asistentes ha dicho que entre ellos cubrieron el costo de la entretenida celebración. Sostienen que fueron invitados, y fuentes periodísticas han identificado al organizador del divertimento y quien pagó los costos del mismo. Se trataría de Edelmiro Sánchez, quien ha sido vinculado antes con la provisión de fondos para campañas electorales panistas en Nuevo León. Edelmiro tiene en aquella entidad un historial turbio, ha sido señalado como traficante de drogas y partícipe en ajustes de cuentas sangrientos entre panistas.
Si fue Edelmiro Sánchez quien organizó el ya conocido internacionalmente guateque de los diputados, y éstos aceptaron gustosamente la invitación, significa que lo conocen bien y le tienen confianza. Sería extraño que hubiesen acudido al festín convocado por un desconocido para ellos, cuando, me imagino, invitaciones les sobraban a los legisladores para ir a departir en distintos lugares y con personas también de sus confianzas. Eligieron a Edelmiro, por algo sería.
La balconeada del video, y las reacciones levantadas en la opinión pública, no dejaron más salida al presidente del PAN, Gustavo Madero, que destituir de la coordinación y de la vicecoordinación de la fracción panista en la Cámara de Diputados a Luis Alberto Villarreal y Jorge Iván Villalobos. Para atenuar el escándalo, Villarreal ha sostenido que a él lo invitaron a comer una carne asada, y que el evento videograbado fue una celada hecha por profesionales
. ¿Y con su experiencia política no se percató de que la carne asada era más bien una chamuscada para él y los otros convidados? El video lo muestra muy confiado, dando muestras de saber bailar como mandan los cánones de la música grupera.
El diputado Villarreal había sorteado meses atrás los señalamientos de pedir porcentajes (los llamados moches) a unos alcaldes de Nuevo León y Guanajuato como gratificación por aprobar recursos presupuestales en la Cámara de Diputados. En el asunto habrían tenido parte otros legisladores panistas. Entonces la dirigencia del PAN hizo como que investigaba las acusaciones y dejó que todo se fuera diluyendo en la opinión pública. Los moches no fueron la causa de la remoción de Villarreal (más bien lo encubrió el panismo), sino la exhibición de un video mostrando a un grupo de mochos dándole gusto a la carne.
Con el éxito electoral panista fueron llegando afiliados al partido más interesados en sacarle jugo al poder que en forjar una transición a la democracia que fuese más allá de las urnas y que transformara al conjunto del sistema político. Los del PAN desperdiciaron la oportunidad que les dio el triunfo de Vicente Fox para ser políticos diferentes a los que sustituyeron en el poder. Fue precisamente ese poder que combatían el que los corroyó; gustosamente se dejaron seducir por él. Del año 2000 para acá el PAN ha sido incapaz, por los intereses que lo maniatan, de forjar políticos con personalidad democrática, sin lazos con beneficios personales de todo tipo en el ejercicio del poder. Al contrario. Han tejido nuevas redes, a imagen y semejanza del priísmo, que hacen negocios en detrimento del interés popular.
Hay nerviosismo en altas esferas del panismo, porque diversas fuentes sostienen que existen más videos de la fiesta de Puerto Vallarta. El difundido sería light en comparación con las grabaciones que alguien espera dar a conocer cuando considere el mejor timing político para hacerlo. ¿Qué se negocia en el PAN para evitar que los candentes videos lleguen al conocimiento público? ¿Están en manos de panistas que esperan el momento de completar una vendetta contra sus adversarios en el partido, y así hacerse del control del mismo? ¿O los videos fueron captados por quienes los hicieron llegar a instancias del gobierno federal, y éste amenaza con darles un uso contundente para mermar la ya de por sí muy deteriorada imagen del PAN? Como sea, la próxima vez los encumbrados políticos panistas van a pensar con detenimiento cuando los inviten a una fiesta en que habrá carne asada.