Ese grupo documentó los conocimientos, según investigación de expertos de la UNAM
Mediante la técnica de flortación
, Emily McClung estudia qué comían y como vivían esos pobladores
Se han encontrado semillas que no se imaginaba que podrían haber usado, como la verdolaga y el jaltomate, pariente del tomate y el jitomate, señaló la científica
Jueves 31 de julio de 2014, p. 2
Especialistas del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) determinaron que la alimentación de los pueblos del Valle de México incluyó mayor número de plantas y animales de lo que se pensaba.
“Actualmente atribuimos a la época mexica el uso de plantas –que hoy son parte de la alimentación– y herbolaria tradicional en el país, pero no es así: los mexicas documentaron estos conocimientos, que ya tenían más de dos mil años cuando llegaron al Valle de México”, explicó Emily McClung.
Agregó: Eso es algo que solemos ignorar, pero el estudio de sitios arqueológicos más antiguos arroja dicha información. No siempre podemos decir cómo preparaban sus alimentos, qué mezclas hacían o cómo elaboraban sus salsas, aunque sabemos que el conocimiento de estas plantas es mucho más antiguo de lo que se piensa
.
Laboratorio de paleoetnobotánica
Emily McClung, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, estudia en el Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente cómo vivían los habitantes de Teotihuacan.
Como arqueólogos entrenados en botánica vemos aspectos de subsistencia, alimentación y diferencias entre distintos sectores de la población al conocer quiénes tuvieron posibilidad de usar o consumir ciertos productos y quiénes no
, precisó.
La investigadora trabaja con una técnica llamada de flortación
, que consiste en tomar muestras del sedimiento, separarlas en agua mediante mallas finas –de menos de 0.5 mm de apertura– y observarlas en el miscroscopio esteoreoscópico.
Esto nos permite ver y evaluar las condiciones de conservación. Así, descubrimos datos no evidentes a simple vista, porque muchas semillas económicamente importantes en México son diminutas (algunas tienen 0.5 milímetros de diámetro o incluso 0.2, como las de chía, verdolaga, epazote y huauzontle)
.
El laboratorio, que se especializa en la identificación de restos de plantas conservados en excavaciones arqueológicas, así como en el análisis de sedimentos, suelos y otros depósitos geológicos en los que puede haber evidencia botánica en buen estado de preservación, se planteó, desde que fue fundado, la recuperación e identificación de semillas y otras partes vegetales conservadas en excavaciones, en áreas tanto domésticas como de almacenamiento o preparación de alimentos, por ejemplo, en fogones y vasijas”.
Los especialistas han encontrado simientes que no imaginaban que se hubieran usado hace dos mil años, como la verdolaga y el jaltomate (pariente del tomate y el jitomate, pero en miniatura y morado). Nos parecía inconcebible que se consumiera en Teotihuacan, pero lo encontramos por todos lados.
Indudablemente, la alimentación de los teotihuacanos incluyó plantas y animales en un número mayor de lo registrado, porque la conservación durante dos mil años se logra con dificultad. Sin embargo, los investigadores tienen una idea amplia sobre qué variedades pudieron haber utilizado como fuentes de vitaminas y proteínas.
Aunque el equipo de McClung, no estudia animales, en términos generales encontró que los pobladores de Teotihuacan se alimentaron de venados, guajolotes, perros, aves y varios tipos de roedores silvestres.
Los científicos han registrado una larga lista de plantas en la zona, como maíz, amaranto, huauzontle, epazote, verdolaga, aguacate, frijol, ayocote, huizache, biznaga, chile, tomate, calabaza, ciruela, tejocote y capulín. Otro producto importante fue el nopal y su fruto, la tuna. Con seguridad usaban las pencas y su fibra
, explicó la investigadora.
Todo eso da a los antropólogos una idea de cómo vivía y qué consumía la sociedad teotihuacana antes de desaparecer. Hemos encontrado plantas parecidas en el sur de la cuenca de México y en el valle de Teotihuacan, que datan del periodo formativo (del 2500 antes de nuestra era hasta el año 100 dC), aunque no propiamente en la ciudad prehispánica referida.
En las pirámides de la Luna, del Sol y de Quetzalcóatl hay entierros a manera de ofrenda, de las que algunos individuos son parte. Esto se relaciona con el inicio de la construcción, de una nueva etapa o con la terminación.
En la construcción de la Pirámide de la Luna, dijo, se han detectado siete niveles. En los rellenos entre cada uno se conservan sedimentos con restos botánicos provenientes de tierra de cultivo.
Sabemos que no ha sido alterada desde que fue puesta en la construcción, por tanto nos permite conocer los tipos presentes en los campos de cultivo que estuvieron relativamente cerca del centro ceremonial. Uno se puede imaginar la organización sociopolítica y socioeconómica de Teotihuacan. Pensemos en una comunidad que se da el lujo de arrasar con sus campos.
Añadió que en el aspecto político se demuestra que las autoridades tienen la capacidad de construir algo inmenso; por otro lado, está el simbolismo de la pirámide, que refiere poder y control. “Desde la perspectiva referida, es una representación del poder del Estado.
Es interesante porque hay un paralelo con lo que pasa hoy: áreas que fueron primordiales en la producción de comestibles ahora son utilizadas para fraccionamientos, edificios gubernamentales, hospitales y aeropuertos. Se arrasan los campos agrícolas en aras de una imagen de modernización, desarrollo y bienestar
, concluyó.