uardia Nacional contra niños migrantes latinos… (¿y narcos?) ha sido enviada por el gobernador de Texas” (La Jornada, 22 de julio). Más, los indígenas y las antiguas culturas que existían en Mesoamérica viviendo la fuerza de la tierra lo grabaron en la plancha de la vieja Tenochtitlán, Monte Albán, Chichén Itza, etcétera… Aguijón de voces que removieron toda la sangre, color de tierra
. Los migrantes indígenas como hermanos en arterias marcaban los bordes con los que no los conocían ni esperaban. Desplante en mediodía histórico en la gran ciudad, en los caminos que fueron de sus antepasados y transitaron a través de imágenes ideográficas o pictóricas. Las voces tenían un timbre extraño, mezcla de resignación y rugido. Voces no pasivas que transmitían el pensamiento mestizo de un lugar a otro del campo a la ciudad y Estados Unidos, del pasado al presente y del presente al pasado, dando nuevos significados, no sólo en términos de lenguajes, sino políticos y sociales. Voces que no eran sólo una operación lingüística de un idioma a otro, sino la multiplicación de voces, iniciativas de diversos tipos políticos e institucionales, afectadoras del conjunto.
Máquina del tiempo, analogía, metáfora, correspondencia de hechos distintos, lejanos, entre sí en el espacio y el tiempo y esencial y misteriosamente idénticos. Voces en perpetua mutación, personajes inasibles, sucesión de máscaras, y tatuajes, abolición del tiempo, intento de conquista, ilusión de identidad fija.
Para reconocer la nueva reconquista habrá que recurrir al razonamiento e identificarla por el remoto parecido a ciertos rasgos. Hay que completar la identidad, la cara antigua, con ayuda de la memoria. Desfile espectral de muertos y máscaras en fiesta. Niños migrantes casi muertos enfrentados a la Guardia Nacional estadunidense en la frontera que revelan en cuerpo moribundo la verdad del monstruoso tiempo, movedizo e invisible.
Presencias-ausencias diseminadas, abriendo el campo
, en (palabras de Jacques Derrida) a una experiencia en la que la imagen no es ni visible ni invisible ni perceptible. Los indígenas (campesinos) que no hablan si escriben internamente –jeroglíficos, ideogramas, dibujos, etcétera– sienten que una mano invisible
los expulsa de la vida. No son nadie pero quieren ser; escribiendo. Buscan en su escritura interna lo que quieren ser.
Los migrantes niños latinos hoy como ayer transforman el espacio público donde despliegan nuevos fantasmas muertos desde la conquista, víctimas, desaparecidos, humillados, castrados; en tanto que la apertura al porvenir y el otro supone una relación con los desaparecidos a través de fantasmas enraizados en la cultura. No habrá ningún análisis político, ni social que no estará determinado por esas desapariciones. Los ausentes y los silenciados también tomaran forma en nuestro imaginario social.
La raza resucita.