uy probablemente la madrugada de hoy se aprobó la Ley de la Industria Eléctrica. No fue un proceso simple. No será el de los dos dictámenes faltantes. Basta clavarse
un buen rato en el Canal del Congreso para ver la complejidad, los equívocos, los desvaríos y la demagogia de la discusión parlamentaria en el Senado. Algunas intervenciones son de antología. Irrepetibles. Únicas. Primordialmente en defensa del dictamen oficialista. Sin duda redactado por manos expertas. No cabe duda. Defendido con demagogia y cursilería. Casi al mediodía de ayer sábado, el Senado reabrió la discusión. En turno el segundo dictamen: Ley de la Industria Eléctrica. En mi opinión la más compleja de las leyes en debate. También la Ley de Energía Geotérmica. Y la reforma a diversas disposiciones de la Ley de Aguas Nacionales. Cuando transcribo esta nota todavía se debate en el Senado. Escucho una, dos, tres, varias, muchas intervenciones. Algunas francamente lamentables. Tristemente. No obstante, tendremos una nueva arquitectura institucional para lo que tradicionalmente –desde nación
, dicen en algunas regiones de Jalisco– denominamos servicio público de electricidad.
Hasta hoy con la pretensión paradigmática de la integralidad de la industria eléctrica. De sus fases productivas: generación, transmisión, transformación, distribución, comercialización, control y –sin duda– planeación. Con el beneficio social de la llamada renta
eléctrica. Aciertos y fallas. Pero –advirtamos una vez más– no tirar al niño con el agua. ¡Cuidado! En unos días más sólo será generación y comercialización bajo régimen de competencia, por un lado y con tarifas de mercado. Y, por el otro, transmisión, distribución, control y planeación, bajo control estatal, con tarifas reguladas. ¡Difícil reto para la Comisión Reguladora de Energía! Y en el marco de un Mercado Eléctrico Mayorista. Con usuarios calificados, usuarios de servicio básico, usuarios de último recurso. Despedida de la empresa pública –según la Constitución anterior no monopolio– y que bajo una estructura integrada proporcionaba a prácticamente todos los mexicanos –con problemas, pero con muchos éxitos y con orgullo– el suministro eléctrico. Bajo responsabilidad integral del Estado. Mi reconocimiento a cientos, miles de electricistas
que dieron su vida por ello. De veras. Tengo decenas, centenas, millares de nombres Servicio con tarifas determinadas en base al costo contable. Con estructura que atendía –con rigurosa técnica y desde hace años– la evolución horaria, diaria, semanal, mensual, estacional, regional y global de la demanda. Y del famoso costo total de corto plazo. Sí, el determinado por el costo del combustible utilizado para generar electricidad y los cargos variables de operación y mantenimiento. En adelante regla inviolable, de un mercado que es presa de la especulación. ¡Cuidado! Cuidado también con un subsidio que en adelante –a decir del famoso segundo dictamen– se focalizará, se racionalizará. Según el discurso oficial, es obligado disminuir un monto cercano a los 10 mil millones de dólares de subsidio eléctrico en 2013. ¡Ya veremos qué monto de subsidio significará apoyos focalizados
en lugar de subsidios generalizados! Sólo leo el artículo 121 del dictamen. Sí, el mismo en el que el núcleo fundamental –trato de subrayar– es el mercado eléctrico mayorista. Al que concurren los cuatro magníficos
: 1) generadores de electricidad; 2) comercializadores que la suministran a los usuarios; 3) comercializadores que no la suministran (especulan, digo), y 4) usuarios calificados, a saber, grandes consumidores –hoy identificados con consumos que superan cerca de 20 millones de kilovatios hora al año (kWh)– que tendrán derecho a adquirir electricidad directamente de ese mercado mayorista. Advirtamos de una vez. Hay que observar qué hacen los comercializadores que no suministrarán electricidad al usuario final. Éste y muchos otros detalles (el diablo en los detalles) muy importantes de lo que será la nueva arquitectura eléctrica, se discutieron –muy a medias, digo– este sábado en el Senado, en el que –de manera simplista y torpe, por decir lo menos– algunos legisladores y legisladoras han asociado esta nueva arquitectura institucional –competitiva– a la posibilidad de generar electricidad con energías limpias, fuentes renovables y con acceso a zonas sin suministro. Respecto a esto vale la pena preguntarse si las más de 30 de 48 entidades en Estados Unidos, que han rechazado o suspendido la denominada restructuración competitiva de la industria eléctrica, han abandonado los objetivos de generar electricidad con fuentes limpias y con máximo abatimiento de gases de efecto invernadero. ¡Desde luego que no! Discusiones y cometidos estatales en todas y cada una de esas entidades de la Unión lo muestran. Más aún. Aunque la llamada desregulación competitiva no es dominante en el mundo de hoy, no se renuncia –de veras que no– a generar con energías más limpias, con costos mínimos posibles, con máxima mitigación de gases de efecto invernadero. Similarmente con máxima eficiencia, máximo uso racional y ahorro. Y con máxima seguridad energética. Las simplificaciones y la demagogia están a la orden del día. Lamentablemente resultan inevitables. Pese a eso, el esquema que seguramente se aprobó en la madrugada de este domingo en el Senado exige nuestra máxima atención. Un análisis muy detallado para descubrir el nuevo esquema con el que se atenderá uno de los requerimientos esenciales de las familias en nuestro país. Está de por medio el bienestar de más de 30 millones de hogares, cuyo consumo de electricidad sigue siendo limitado y pobre. Será imprescindible abrir un proceso de reflexión acuciosa de las resultantes de esta vorágine legislativa que se nos ha impuesto desde diciembre pasado. Y que puede sorprenderse con la consulta de 2015. Preciso será observar una transición que –podemos augurar– será compleja y ruda. Y señalar –una y otra vez y con el mayor rigor posible– las resultantes que a partir de fines de 2015 e inicios de 2016 generará este nuevo aunque complejo esquema de organización de lo que hemos llamado servicio público de electricidad. Sin duda.
NB: Con admiración y agradecimiento al Ingeniero René Fierro Hicks y compañeros, pilares en la construcción del sistema eléctrico mexicano.