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La compañía suiza ofrece cinco presentaciones en el Palacio de Bellas Artes

Después de una ausencia de 15 años, el Béjart Ballet Lausanne vuelve a México

La obra legada por Maurice es un espejo de su enorme curiosidad por el mundo, dice Gil Roman, sucesor del coreógrafo francés

Él desacralizaba la danza, pues proponía trascender la anécdota

Foto
Maurice Béjart (1907-2007), con algunos bailarines de su compañía en Laussane, Suiza, durante un ensayo de una de sus obras, en imagen de febrero de 2001. El legendario coreógrafo también fundó su escuela Rudra, en 1992, donde de manera gratuita se imparten talleres de danza, cine, administración y teatroFoto Pablo Espinosa
 
Periódico La Jornada
Miércoles 16 de julio de 2014, p. 5

El director artístico del Béjart Ballet Lausanne, Gil Roman, con quien Maurice Béjart (1927-2007) mantuvo un diálogo continuo a lo largo de 30 años, indicó que para el coreógrafo marsellés la danza era libertad, un arte que comunica con el cuerpo, y que la danza puede ser todo, hasta un gesto cotidiano.

“Todo está en la interioridad, en la proyección, en la voluntad de ir hacia el público. Tomar una botella 14 veces podría ser una danza, pero lo importante es la composición.

Creo que hay cosas muy simples que se hacen hoy, pero falta la composición de la técnica dentro del espacio, y esto hace la danza, dijo el también coreógrafo de la compañía.

Búsqueda para llegar al yo

El Béjart Ballet Lausanne, después de 15 años, regresa a México con el virtuosismo, la potencia y la gracia de sus bailarines para intepretar un programa que refleja la pasión y el legado de Béjart: Lo que el amor me dice, ballet de 1974 inspirado en la Tercera Sinfonía de Mahler; Siete danzas griegas, con música de Mikis Theodorakis, y Bolero, creado en 1961 a partir de la música de Maurice Ravel.

Para Gil Roman, la obra de Béjart es un espejo de su enorme curiosidad por el mundo, donde el público podía descubrir o encontrar algo que nos une a todos los seres humanos.

Respecto del programa que presentará del 17 al 20 de julio en el Palacio de Bellas Artes, como parte de los festejos por el 80 aniversario del máximo recinto cultural del país, el director del Béjart Ballet Lausanne precisó que no hay obras abstractas, porque la abstracción en danza es un tema delicado, ya que se trabaja con el cuerpo humano, así que no son historias contadas.

En palabras de Roman, los ballets de Béjart. Eran la búsqueda del interior para llegar a el yo completo.

En su regreso a los escenarios mexicanos, la compañía suiza interpretará la obra Siete danzas griegas, con música de Theodorakis. La pieza fue creada en 1983 como una combinación de forma y de solo, en la que Maurice Béjart hizo un estudio musical de la danza griega, no como algo folclórico, sino simplemente por el placer de bailar.

El programa del Béjart Ballet incluye la emblemática pieza Bolero, creada en 1961, que interpretará la bailarina Elisabet Ross, donde la melodía misma está encarnada en la mujer, quien luce sensual y seductora en una enorme mesa como en un strip-tease.

A siete años del fallecimiento de Béjart, su espíritu sigue vivo en la compañía que dejó como legado. Gil Roman aseguró que no hubo una ruptura en el grupo, sino una transición, y al igual que Maurice, comparte la voluntad de ir más allá de la anécdota en una obra.

“Maurice –recordó Gil Roman– negó que la danza fuera sólo un divertimento, creía en la danza que te hacía sentir algo; Béjart es uno de los raros coreógrafos que tiene esta voluntad de ir más allá de la anécdota, del efecto de moda. Para desacralizar a la danza hay que ignorar a la anécdota y es muy difícil contar un ballet”.

En conferencia de prensa, el director artístico del Béjart Ballet Lausanne explicó que en la vida del coreógrafo hubo dos etapas estelares: “La primera fue la búsqueda del movimiento, una voluntad de rompimiento, de ir al frente y buscar algo nuevo, y la segunda, fue la aceptación y la de utilizar todo lo que existía en el lenguaje técnico con la voluntad de decir algo.

“No le interesaba crear un nuevo lenguaje, sino utilizar lo que había. Esto se puede ver en Sacre du printemps y Ce que l’amour me dit, obras que representan estas dos etapas, la juventud del coreógrafo y la edad madura donde lo importante es usar lo que hay, tener un discurso y decir algo”.

Antes de concluir la charla con los medios de comunicación, Gil Roman dijo que Béjart siempre quiso una escuela de la vida, donde se desarrollarán las personalidades a través de distintas disciplinas.

La escuela se llama Rudra y fue creada por el coreógrafo francés en 1992 en Lausana, la cual de manera gratuita ofrece talleres de danza, cine, administración y teatro.

El Béjart Ballet Laussane se presenta este jueves y viernes a las 20:30 horas; sábado a las 13 y 19 horas (la función de las 13 horas se transmitirá en pantalla gigante en la explanada del recinto), y domingo a 13 horas en el Palacio de Bellas Artes (avenida Juárez y Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro).