Opinión
Ver día anteriorSábado 12 de julio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Reforma migratoria: la postura del capital
E

n lo que ha sido interpretado como expresión de respaldo al gobierno de Barack Obama y un golpe contra la oposición republicana que controla la Cámara de Representantes de Estados Unidos, tres de los hombres más ricos de ese país –Bill Gates, Warren Buffet y Sheldon Adelson– demandaron ayer a la Cámara de Representantes una reforma migratoria tan humana para los migrantes como benéfica para los ciudadanos de la nación.

Para poner el hecho en contexto, debe recordarse que los integrantes de mayoría republicana afirmaron hace unos días que no habría reforma migratoria en lo que resta de este año, determinación que afectó también la solicitud del mandatario al Legislativo para que aprobara fondos adicionales para repatriar a los miles de menores centroamericanos que han sido detenidos por internarse en territorio estadunidense sin documentos.

Podría parecer paradójico que los ciudadanos más acaudalados de Estados Unidos –pertenecientes además a distintas corrientes políticas– defiendan la pertinencia y necesidad de una reforma migratoria con una vehemencia mayor a la que ha caracterizado hasta ahora al presidente de ese país, quien incluyó el tema como uno de los pilares de sus dos campañas electorales y quien como gobernante ha mostrado una conducta inconsecuente con esas promesas. Pero si se toma en cuenta que el arribo de migrantes es un factor de competitividad para la economía de esa nación –en la medida que incrementa mano de obra barata y abre importantes nichos de mercado–, podrá apreciarse que la ausencia de una reforma en la materia termina afectando los intereses de dueños del dinero y el desarrollo del país.

Hasta ahora, sin embargo, ninguno de los integrantes de las élites política y económica ha atinado a señalar la responsabilidad que tiene Washington en la profundización de los flujos migratorios de México y Centroamérica hacia su territorio: el acicate estructural de ese fenómeno en el momento presente no es otro que la falta de perspectivas de vida, trabajo y seguridad que afecta a buena parte de las poblaciones de la región, y en la gestación de esas condiciones Washington tiene una enorme responsabilidad histórica por las políticas de injerencia y depredación económica que ha impulsado sistemáticamente. Entre estas últimas destaca la contradicción entre la imposición de modelos de libre tránsito de capitales y mercancías –al amparo del cual se han generado grandes fortunas estadunidenses– y el bloqueo sistemático al flujo de personas.

Por otra parte, el texto publicado ayer por Gates, Buffet y Adelson parece omitir la responsabilidad que recae en la figura del propio Obama, en la medida que el político afroestadunidense dejó pasar los momentos de mayor capital político sin dar un impulso decidido a la reforma migratoria; por lo contrario, Obama concluirá su estancia en la Casa Blanca como el presidente que repatrió al mayor número de migrantes y como uno de los gobernantes más implacables en la persecución de ciudadanos extranjeros indocumentados.

Ahora, con el insospechado pronunciamiento de los multimillonarios estadunidenses, la posición de Barack Obama se puede ver fortalecida coyunturalmente. Es pertinente y deseable que el mandatario aproveche esa circunstancia y dé un decidido impulso a la política migratoria de Washington, empezando por aquellas decisiones y políticas que recaen exclusivamente en la de sus facultades presidenciales. Por lo que hace a los legisladores, esta vez resulta indispensable que presten atención a los planteamientos empresariales, como han hecho en otras ocasiones.