Economía
Ver día anteriorJueves 10 de julio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
La competitividad no debe basarse en mano de obra barata

Plantea elevar sueldos de los trabajadores del gobierno local

El salario mínimo compra hoy menos de un tercio de lo que se adquiría hace 35 años, señala el funcionario, quien trabaja en articular una propuesta encaminada a debatir a nivel nacional el ingreso de más de 6 millones de trabajadores en el país, de los cuales 370 mil habitan la capital mexicana

 
Periódico La Jornada
Jueves 10 de julio de 2014, p. 31

La fijación de un salario mínimo es una decisión política y no sólo de índole económica. En los últimos 35 años ha sido una decisión política a la baja, de utilizar a los salarios como una medida de control de la inflación, asegura Salomón Chertorivski Woldenberg, quien como secretario de Desarrollo Económico del gobierno capitalino trabaja en articular la propuesta de la administración local de abrir un debate nacional alrededor del ingreso que perciben 6 millones de trabajadores en el país, 370 mil de ellos en el Distrito Federal, que viven con 67 pesos diarios.

La competitividad del país no debe basarse en una mano de obra barata, apunta Chertorivski en entrevista con La Jornada, en la que explica cómo desde un gobierno local se va abriendo paso la propuesta, hecha en mayo pasado por Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del Distrito Federal, de discutir la política de mantener los salarios mínimos anclados a la inflación. La consecuencia de esa práctica, abunda, es que la percepción mínima, que según la Constitución debe garantizar los satisfactores indispensables de una familia, compra hoy menos de una tercera parte de lo que permitía adquirir hace 35 años.

El Distrito Federal, además de hacer la propuesta de discutir la conveniencia de elevar el salario mínimo, como parte de un pacto nacional, puede empezar por dar el ejemplo en casa, con los trabajadores de la administración local o pidiendo a las empresas que contrata que ninguno de sus empleados tenga una percepción menor a ese nuevo salario mínimo, plantea.

En la zona geográfica donde se ubica el Distrito Federal el salario mínimo es de 67.29 pesos diarios, 2 mil 18 pesos al mes. El Consejo para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) calcula que una familia de dos adultos y dos niños requiere 171 pesos diarios, 5 mil 130 pesos al mes, como mínimo para satisfacer sus necesidades más elementales. La propuesta que hacemos es debatir cómo y en cuánto tiempo podemos acercarnos a esa aspiración, dice Chertorivski.

La propuesta de discusión que hace el gobierno de la ciudad no es resultado de una ocurrencia, dice. Apenas ahora, en el mundo se están recuperando los empleos destruidos por la crisis de 2008-2009. Las plazas que se crean, sin embargo, tienen percepciones menores a las de antes de la crisis.

El tema de los salarios se está discutiendo muy fuerte. Alemania introdujo la semana pasada, por primera vez, un salario mínimo que nace de esta coyuntura post crisis. Esta semana, Francia propuso crear un salario mínimo europeo y en Estados Unidos hace unos meses el presidente Barak Obama dispuso un aumento de los salarios mínimos federales, menciona.

Para quienes cuestionan que los casos de países avanzados no son reproducibles en México, Chertorivski contrapone los casos de Uruguay y Brasil, con una política de recuperación de los salarios que, dice, ha sido exitosa. Brasil incrementó más de 100 por ciento el salario entre 2002 y 2011 y redujo 10 puntos la brecha entre los más ricos y los más pobres, asegura.

Creemos que los gobiernos tienen que tutelar la economía y tienen que buscar las herramientas a su alcance para poder impactar. Una de esas herramientas es el salario mínimo, dice.

La propuesta de abrir el debate nacional ha ido tomando curso, comenta. Un foro, convocado por el gobierno del Distrito Federal y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), sobre el tema de los salarios mínimos tendrá lugar el 5 y 6 de agosto en el Museo Nacional de Antropología. Vendrán expertos que han estudiado el tema en la academia o han estado involucrados en el diseño de políticas públicas.

Ha habido, desde que la propuesta fue hecha en mayo, una expresión mayoritariamente a favor. También ha habido críticas y quiero entender que mucha crítica es objetiva. Hay quienes tienen la preocupación de que un incremento al salario mínimo pueda generar desempleo o inflación. Nuestra responsabilidad es atender esas preocupaciones en el cómo sí se puede hacer, añade.

Uno de los argumentos que se han esgrimido en contra de una política explícita de recuperación del poder de compra del salario mínimo es que un alto porcentaje de trámites, multas, aportaciones a la seguridad social y derechos son fijados con base en días de salario mínimo. Un primer paso es pensar en una política de incrementos salariales y desligarlo como unidad de medida. Que sea simplemente el salario que ganan los que menos ganan, plantea.

Agrega: Estamos seguros de que existe la posibilidad, el espacio, y estamos ciertos que sí se puede y que se debe. Es buena política económica aumentar el poder de compra de los salarios mínimos. La decisión sobre el salario mínimo, si bien con fundamento económico, es al final de cuentas una decisión política. Durante las últimas tres décadas ha sido una decisión política a la baja. Ha sido una decisión política utilizar los bajos salarios como parte del control a la inflación. Es un tema ético, del país que queremos ser: un país donde quien trabaje una jornada completa tenga el ingreso mínimo necesario para poder sostener con dignidad una familia. Si eso tiene que venir de un gran pacto solidario de este país, creemos que ese es el debate que tenemos que dar.

Foto
Salomón Chertorivski, secretario de Desarrollo Económico del Gobierno del Distrito Federal, en entrevista con La JornadaFoto Yazmín Ortega Cortés

Disminuye desigualdad

–¿Cuáles han sido los efectos positivos de una política explícita de elevar los salarios mínimos donde se ha tomado este tipo de medidas?

–En Brasil se redujo cerca de 10 puntos porcentuales la desigualdad. Siguen con los programas sociales y las transferencias de efectivo, pero al mismo tiempo se da de manera efectiva una política de incremento a los salarios. Por otro lado, digamos que el salario mínimo sí jala de alguna forma la masa salarial para arriba y esto genera un fortalecimiento del mercado interno y con ello una buena alternativa de crecimiento. Es usar el salario mínimo como herramienta para fortalecer el mercado interno, combatir la pobreza y la desigualdad.

–En los últimos años la política de salarios, y no sólo el mínimo, ha sido una variable usada por quienes conducen la política económica para abaratar la mano de obra y hacer competitivas las exportaciones. Hoy ocurre con las exportaciones mexicanas en Estados Unidos, que han ganado competitividad respecto de China a partir de abaratar la mano de obra mexicana.

–La competitividad del país no se debe basar en una mano de obra pauperizada. México tiene el salario mínimo más bajo sólo después de Haití. No puede ser esa nuestra política de comercio internacional y de ventajas competitivas basadas en eso. Hay que hacer un análisis muy serio de sectores, a nivel regional y de tamaños de empresas. El tema está en cuál es el monto a incrementar y la progresividad con que ese aumento se va dando. Una proporción de la población que gane más representa un mejor mercado y ello da a las empresas la posibilidad de vender más. En ese sentido, esa política se vuelve a mediano plazo un incremento de mercado y de crecimiento de la productividad.

El documento con la propuesta de aumentar los salarios mínimos estará listo a finales de este mes. Será llevado a la Conferencia Nacional de Gobernadores por Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno capitalino. Hay, sin embargo, algunos elementos que se han definido ya con mayor claridad: desligar al salario mínimo como unidad de medida, determinar el objetivo del incremento y su progresividad y cuál es la instancia adecuada para determinar esos montos. Una opción en la que se trabaja es la de crear una comisión, dependiente de la Cámara de Diputados, que genere la política salarial del país.

Un incremento al salario mínimo se paga por el incremento al mercado, por el incremento a la productividad. Pero en un principio tiene que venir un ajuste pactado. Pero es una medida para impactar en las familias trabajadoras que menos ganan.

–¿Cuál es el riesgo de que no se cambie esta política de salarios mínimos?

–Las tasas de crecimiento del país no son para satisfacer a nadie, como tampoco los niveles de desigualdad y la población en pobreza. No podemos rechazar que ha habido avances en algunos temas, pero seguimos teniendo una población profundamente desigual, y esa desigualdad es terreno fértil para muchos de nuestros problemas sociales y económicos.

–¿Qué otras medidas se pueden llevar a cabo en el ámbito local?

–Desligar desde la ciudad todo lo que está aparejado al salario mínimo. Eso sí lo podemos ir haciendo nosotros; que el jefe de Gobierno proponga a la Asamblea quitar el salario mínimo como unidad de medida. Al final, la discusión tiene que ser nacional, que se discuta a nivel federal.

–¿Es complicado desligar el salario del pago de trámites, contribuciones o multas? ¿Cómo se van establecer los criterios de las multas?

–Se tiene que encontrar la fórmula de implementación adecuada. Todavía no hay una respuesta última en ese sentido.

–¿Es viable?

–Entre 67 pesos y 171 pesos todo es viable. No puede ser que una persona que trabaja ocho horas al día llegue a casa con 67 pesos. Eso es lo que no puede ser. Estoy seguro de que hay un camino para solucionar esto de manera seria, responsable y que nos acerque a un punto óptimo.