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Presentaron libro con el trompabulario de la A a la Z en el Museo del Estanquillo

Recupera José Andrés Niquet el legado lingüístico de Tin Tan

Adicto al comediante desde niño, el autor analiza la carrera del pachuco desde sus modestos inicios hasta su afamada trayectoria artística

Da la palabra a Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis, José Saramago y a Luis Ángel Silva Melón

Foto
Las dotes histriónicas y la capacidad de imitar voces, abrieron las puertas del éxito a Germán Valdés Tin Tan, quien trabajó en 107 cintas. En la imagen, con Yolanda Montes Tongolele
 
Periódico La Jornada
Viernes 4 de julio de 2014, p. a13

El léxico entreverado que marcó toda una época, y que a más de 60 años sigue siendo la tatacha (o caló) cotidiana y aumentada en las capas populares, es puesto de manifiesto de manera amena por José Andrés Niquet.

Para tal efecto, Niquet recurrió a Tin Tan. Tras exhaustiva labor, que confiesa le ha llevado casi la mitad de sus poco más de 50 años de vida, e incluyó tardes enteras en el cine de barrio donde de niño le nació la adicción a todo lo que oliera a Germán Genaro Cipriano Valdés Castillo, surgió Tin Tan y su trompabulario.

Ese es título del libro en el que Niquet desmenuza la carrera del pachuco por antonomasia, desde sus modestos inicios en una emisora fronteriza, la XEJ de Ciudad Juárez, hasta su afamada trayectoria artística.

Ante un puñado de seguidores tintanescos, algunos fieles conservadores del código de vestimenta de su ídolo, como Jibran Rojo Reyes, vecino de Culhuacán y heredero de una tradición familiar que comenzó su abuelo, Niquet presentó el libro en céntrica azotea: la del Museo del Estanquillo.

Acompañado de Pepe Navar, promotor cultural y musical, para quien el carnal de Marcelo tiene más vigencia que Cantinflas, señaló que el paso del tiempo ha agigantado la leyenda de quien falleció en junio de 1973 y participó en 107 largometrajes.

Entre sus dotes histriónicas, tuvo la de imitar voces como la de Agustín Lara. Esto le abrió las puertas de la actuación primero en una compañía artística trashumante y después en la llamada catedral de la radio, la XEW. De ahí saltó a la pantalla y a una redituable carrera en el cine, que incluye películas en las que prestó la voz a personajes como el oso Baloo, del Libro de la selva, y el gato Thomas O’Malley, de los Aristógatos.

Respetable recopilación

Niquet escarbó, y bien, las actuaciones de artista, centrándose en el legado lingüístico, del que hizo una recopilación respetable que incluye lo que le da título al libro: un trompabulario de la A a la Z.

Como se mencionó durante la presentación, el papiro –vulgo libro– da la palabra sobre el tema a pensadores tan divergentes como Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis, José Saramago y gente muy versada en el estudio de la palabra, como Gerard Genette y el mismísimo Luis Ángel Silva Nava Melón, otro tintanófilo, quien contribuye a la obra con sus conocimientos sobre el bee bop, recurso muy utilizado en las graciosas interpretaciones musicales de Valdés.

En las páginas se da cuenta del celo que Tin Tan despertó en colegas contemporáneos como Cantinflas y Palillo, también amos de la taquilla teatral.

En los tres capítulos abundan las referencias de versados críticos de cine y hasta de periodistas. Se suceden de forma fácil, adosadas al sin fin de imágenes que ilustran la obra.

Quien quiera no le quedará más que aflojar unos fierros, mercar, achantarse, guachar su contenido para comprobar que está verifain, como se cita en la cuarta de forros.