Fortaleza, 3 de julio.

Una encendida Colombia, que con su paso perfecto ya presume el mejor Mundial de su historia, aspira a revivir los peores fantasmas del maracanazo, cuando enfrente este viernes por un cupo en las semifinales a Brasil, el gran favorito que no termina de convencer.

La verdeamarela organizó la Copa del Mundo para ganarla y vengar de una vez por todas la afrenta de 1950, pero ha despertado serias dudas por su excesiva dependencia de Neymar, y los amargos recuerdos de aquel torneo comienzan a emerger. Si su astro no anota, al equipo se le atragantan los partidos.

Enfrente no tendrá a Uruguay, su verdugo de hace 64 años, pero sí al deslumbrante equipo que eliminó a los charrúas, una Colombia que de la mano de James Rodríguez acumula 11 goles en su favor y dos en contra en cuatro partidos.

La historia de los enfrentamientos entre ambos muestra un abrumador dominio brasileño, aunque las cifras son engañosas. Los cafeteros nunca han ganado de visitantes, pero los recientes cuatro duelos, tres en territorio brasileño, se han saldado con empates. Y ambos equipos llegan con estados de ánimo muy diferentes.

Brasil se encuentra literalmente en el diván tras el angustioso encuentro ante Chile, que terminó con lágrimas de los jugadores de la verdeamarela sobre el césped del Mineirao, y el técnico Luiz Felipe Scolari recurrió a la sicóloga deportiva Regina Brandao para levantar el ánimo de sus pupilos.

El capitán brasileño Thiago Silva, uno de los que rompió en llanto, aseguró que lo emocional no afecta su desempeño en el campo y que ante Colombia ve al equipo psicológicamente bien.

Apuntó: “Tuve que descargar. La presión era muy fuerte para ganar ese juego. Si perdíamos era regresar a casa. La descarga emocional fue por causa de eso, porque me entrego en cuerpo y alma en lo que hago.

Soy un tipo emotivo, me emociono, es la cosa más natural del ser humano. Eso no me afecta en ningún momento dentro del campo, me ayuda porque pasé momentos difíciles en mi vida. Silva superó una tuberculosis que amenazó su vida.

Scolari, a su lado en la rueda de prensa, pidió respetar más las actitudes e individualidades de los jugadores y luego afirmó: “Sigo optimista. Brasil está con una mano en la Copa. Son siete pasos, mañana daremos el quinto. A mí me gusta ver jugar a Colombia. La selección está bien organizada, trabaja bien la pelota y tiene a jugadores con disciplina táctica y calidad técnica.

Sin embargo, nada de eso es diferente de mi equipo. Respetamos, admiramos, pero sabemos que podemos hacerle daño. Será un buen partido, aseveró.

Aprovechó la oportunidad para arremeter una vez más contra su colega holandés: “En los últimos cinco o seis juegos –de la ronda de octavos de final–, cinco se fueron al tiempo extra, pero uno no porque en los últimos tres minutos le dieron un penal al señor (Louis van Gaal). Fue ayudado.

Por otro lado, dijo: Es difícil jugar con Colombia, ellos son buenos, pero nosotros también tenemos calidad y no hay guerra. Nuestros partidos contra los cafeteros son alegres, disputados con fuerza, pero no existe rivalidad. Nuestras guerras es con Chile, Uruguay y Argentina.

Colombia, en tanto, ha conseguido una sincronía deslumbrante. James Rodríguez es el máximo cañonero del campeonato, con cinco anotaciones, las gambetas de Juan Guillermo Cuadrado se han traducido en cuatro pases para gol y Pablo Armero y Camilo Zúñiga se proyectan con convicción, mientras la defensa encabezada por Mario Yepes ha ofrecido garantías.

Todo pasará por lo emocional, declaró el volante Carlos Sánchez, uno de los encargados de anular a Neymar. Estoy convencido de que es posible.