|
||||||||||
Puebla La resistencia en la Sierra Norte,
Jesús Ramírez Cuevas En las Sierras Norte y Nororiental de Puebla existe una efervescencia social y popular nacida del rechazo a los mega proyectos mineros, hidroeléctricos y petroleros que promueven los gobiernos federal y estatal. La resistencia en defensa del territorio ha unido a todos los sectores sociales y políticos, desde las organizaciones indígenas y mestizas, campesinas y ambientalistas hasta jóvenes, maestros, comerciantes y productores medianos y pequeños, que ven en peligro sus formas de vida y sus culturas, amenazadas por proyectos extractivistas de empresas trasnacionales. La región es reconocida a nivel internacional por su exuberante diversidad biológica y cultural, por sus hermosos paisajes y su abundancia de agua debido a la alta precipitación de lluvias provocadas por los vientos provenientes del Golfo de México. Los indígenas totonaku han vivido en esas tierras desde hace cuatro mil años y los nahuat se asentaron ahí desde hace casi mil. Estos pueblos originarios han mantenido una relación estrecha y respetuosa con el medio ambiente por medio de prácticas campesinas que han aprovechado la flora y fauna local. Dos terceras partes son indígenas nahuat y totonaku quienes han conservado su cultura, sus usos y costumbres, lengua, música, vestimenta, danzas, gastronomía y cosmovisiones. En años recientes la región se ha visto amenazada por una avalancha de proyectos de empresas nacionales y trasnacionales que afectarían la vida de los casi 600 mil habitantes de la sierra. El gobierno federal ha otorgado más de 25 concesiones para desarrollar la minería a tajo a cielo abierto (140 mil hectáreas), se construyen cerca de diez presas hidroeléctricas y se busca establecer varias “ciudades rurales sustentables”. Asimismo ahora se abre un nuevo riesgo también con la reforma energética que promueve la explotación petrolera mediante la ecocida técnica del fracking (fractura hidráulica) que utiliza millones de litros de agua y contamina la tierra, el agua y el aire.
Los proyectos son parte de un conjunto: la explotación minera y petrolera requieren de grandes volúmenes de agua y del uso intensivo de energía eléctrica, que serían abastecidas por las presas; en las ciudades rurales serían reubicadas las familias que viven en los terrenos afectados por las presas, minas y los pozos petroleros. Los reubicados dejarían de ser productores para convertirse en parias sin empleo, a merced de las limosnas de los programas sociales clientelares del gobierno, como ya ha ocurrido en Chiapas. La amenaza es real, pues los proyectos extractivos devastarían las montañas, los ríos y los bosques; además, se contaminarían la tierra y el agua con explosivos y sustancias como el cianuro para la minería o el cóctel de 600 químicos que utiliza el fracking para extraer gas y petróleo (cada pozo utiliza entre nueve millones y 30 millones de litros de agua). El cianuro mata inmediatamente a los humanos y a los animales y los químicos del fracking provocan cáncer y enfermedades congénitas (algo ya comprobado en Estados Unidos). Sin embargo, los pueblos han tenido una respuesta sorprendente y han logrado contener la amenaza que se cierne sobre la región. Los habitantes se han unido y organizado para dar la lucha en defensa de su territorio, sus formas de vida y su identidad cultural. En este contexto llama la atención el fuerte arraigo a la tierra y a la historia que tienen los habitantes de las Sierras Norte y Nororiental de Puebla. Está muy presente en los mayores y en los jóvenes el recuerdo del heroico batallón de “los Zacapoaxtlas” (en realidad formado por todos indígenas de toda la región) que contribuyó a derrotar al ejército francés en la famosa Batalla de Puebla del cinco de mayo de 1862. Es interesante cómo en los pueblos relacionan su lucha de resistencia actual con ese episodio de la historia. Y, emulando a sus antepasados, van ganando, hasta el momento, sus nuevas batallas. En los años recientes han librado diversas luchas en las que han ganado: A pesar de las presiones directas del gobierno de Felipe Calderón, los habitantes del municipio de Cuetzalan lograron que el cabildo negara el permiso de cambio de uso del suelo al grupo Walmart, que intentaba instalar sus tiendas en la cabecera municipal. Tiempo después, los habitantes de San Miguel Tzinacapan sacaron del lugar a las cámaras de Televisa que pretendían filmar un mensaje publicitario usando al pueblo y a sus habitantes como escenografía. En San Miguel Tenextatiloyan, del municipio de Zautla, se detuvo la construcción de la primera de las 48 “ciudades rurales sustentables” que había programado establecer el gobernador Rafael Moreno Valle. Hasta el momento no ha podido construir una sola de esas ciudades, que están inspiradas en las “reducciones” indígenas de la época de la Colonia con las que los españoles reagruparon a los pueblos para despojarlos de sus tierras. En el municipio de Tetela de Ocampo primero se formó la asociación Tetela Hacia el Futuro, para oponerse a los trabajos de exploración de la minera Frisco y Grupo Carso, de Carlos Slim. La población se organizó para presionar al gobierno del estado y detuvo la apertura de la mina. Los campesinos se negaron a vender o rentar sus tierras y el presidente municipal negó los permisos a la minera, que tuvo que salir de la zona porque estaba trabajando de manera ilegal. En noviembre de 2012, en el municipio de Zautla, los pobladores se organizaron, junto con sus autoridades comunitarias y municipales para clausurar los trabajos que ya estaba realizando una minera china en la mina La Lupe, ubicada en el pueblo de Tlamanca. Reunidos en asamblea, el juez municipal y miles de pobladores les dieron 24 horas para recoger sus máquinas y marcharse.
A principios de 2013, los habitantes de la comunidad de Zaragoza, del municipio de Olintla, se plantaron frente a la maquinaria que intentaba abrir un camino que permitiría el acceso al Grupo México que pretende construir una presa hidroeléctrica en el río Ajajalpan. La presión popular obligó a la empresa a informar la cancelación del proyecto a principios de este año. En lo que va de 2014, los pueblos de Zapotitlán de Méndez y de Zoquiapan se han organizado para rechazar la construcción de una presa hidroeléctrica por parte de la empresa GESA en el río Zempoala o San Antonio. A pesar del rechazo de autoridades locales y de la población, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) otorgó el permiso, condicionado a la realización de una consulta (que sería organizada por la misma empresa), por lo que en asamblea, hace unas semanas, los indígenas rechazaron la consulta por amañada y exigieron la cancelación del proyecto. La respuesta de los pueblos de las Sierras Norte y Nororiental ha detenido casi todos los proyectos mineros, hidroeléctricos y petroleros (salvo las minas en el municipio de Ixtacamaxtitlán y en Teziutlán). Desde esa geografía los nahuats, totonakus y mestizos mandan un mensaje a todos los mexicanos: frente a las amenazas que se ciernen sobre México sólo la unidad y la organización del pueblo podrán frenar la devastación ambiental, social y económica y promover una alternativa de vida y de desarrollo para beneficio de la población. Mientras en la Sierra Norte sacan fuerza de su historia y de su identidad, su determinación se fortalece con el compromiso moral que han asumido en colectivo de rechazar la contaminación, la miseria y la muerte que significan los megaproyectos y construir juntos un presente y un futuro sustentable para todos. Ese es el mensaje que viene desde la Sierra Norte de Puebla. De eso trata el documental Sierra Norte por la Vida.
|