La música es resultado de un proceso de responsabilidad, religiosidad, sostiene el titular de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam), Jan Latham-Koenig.

En el caso del género sinfónico debe haber química, balance, compromiso y una meta en común entre los músicos de la orquesta y el director, destaca el músico de origen inglés, quien asegura que ése es un propósito que ha logrado consolidarse en la agrupación universitaria, de la cual es responsable desde 2012.

La relación entre director y orquesta es muy demandante y complicada, requiere de religiosidad y responsabilidad por ambas partes. He tratado de llevarla (a la Ofunam) a un nivel artístico más elevado, y pienso que lo hemos logrado, agrega.

Dado lo anterior, no niega su interés por permanecer otro ciclo al frente de la filarmónica estudiantil, en vistas también de que su contrato concluye el año próximo.

Premiado por The Golden Mask Awards

Jan Latham-Koenig fue galardonado en abril pasado como mejor director de ópera por The Golden Mask Awards, uno de los reconocimientos más importantes de artes escénicas en Rusia. El premio le fue conferido por la dirección de Tristán e Isolda, de Richard Wagner, al frente de la Ópera Nueva de Moscú, durante la temporada 2013

Entrevistado con ese motivo, el intérprete destaca que, en cuanto a gusto y responsabilidad, para él no hay diferencias entre dirigir ópera y música sinfónica, y subraya que un buen director debe atender las dos opciones, porque en lo personal permiten un mejor desarrollo artístico.

Del mundo de la ópera, el director aprende flexibilidad, cómo acompañar a otros artistas y desarrollar un argumento y mantener frases y párrafos muy largos, además de cómo convivir y vincular diversas fuerzas, explica.

“Y todo eso resulta siempre de mucha ayuda en la música sinfónica. En ésta hay que cuidar el sonido de la orquesta, la belleza y la estructura. El director es un arquitecto que debe entender cómo diseñar y construir la estructura de cada obra.

Eso es algo que también tiene la ópera, pero en menor medida. En la música sinfónica cada uno elementos y detalles que está haciendo la orquesta está encaminado a transmitir y prodigar belleza de manera directa. Por eso, la búsqueda de la perfección es el gran desafío.

Jan Latham-Koenig, músico de origen inglés, es responsable de la filarmónica universitaria desde 2012Foto Cristina Rodríguez

Como estar absolutamente desnudos sobre el escenario

De acuerdo con Jan Latham-Koenig, dirigir ópera es complicado por todas las fuerzas que intervienen en esa expresión, desde el libreto y los cantantes hasta la escenografía y el vestuario, y en ello la orquesta es sólo un elemento más.

Sin embargo, considera que la música sinfónica es todavía más difícil, porque sólo son la orquesta y el director, y es como estar absolutamente desnudos sobre el escenario.

Richard Wagner es uno de los autores predilectos en el terreno operístico de este director. Incluso, el premio en Rusia le fue otorgado, como ya se asentó, por Tristán e Isolda, una de las óperas de ese autor,

Es uno de mis compositores favoritos, principalmente porque pienso que es parte culminante de una línea musical que comenzó con Bach, siguió con Mozart y prosiguió con Beethoven. Además es un autor cuya influencia se dejó sentir después, en Mahler, Strauss. Lo que más me gusta de él es la imaginación, la intensa emoción que tienen sus obras, precisa.

–¿Cuál es su principal búsqueda como director?

–Depende del repertorio, porque cada uno necesita estilos específicos. Si hablamos por ejemplo del alemán, uno de los más importantes en la historia de la música, me centro en el legato, ese estilo muy cantabile que se sostiene.

“El legato es el elemento más importante del repertorio germano. Comienza con Bach y se hacía mucho en la escuela de hace 100 años, pero en la actualidad se ha dejado de lado, las orquestas de ahora lo han ido perdiendo, y yo estoy tratando de recuperarlo.”

Jan Latham-Koenig estará al frente del concierto que la Ofunam realizará este domingo, cuyo programa está integrado por la Novena Sinfonía de Beethoven, en la Sala Nezahualcóyotl (Insurgentes Sur 3000, Ciudad Universitaria).