unque a rastras y tarde, por fin Madrid ha puesto en marcha un sistema alternativo para la movilidad urbana. A pesar de las persistentes reticencias del gobierno conservador de la capital española, la bicicleta tendrá un hueco –y una cultura de respeto– en una urbe cada día más caótica por el tránsito y la estrechez de las calles.

A partir de junio, todavía no se ha fijado el día exacto, entrará en vigor un sistema de alquiler de bicicletas para los ciudadanos empadronados. Será algo parecido al Ecobici de la ciudad de México, sólo que en este caso será de bicis eléctricas.

Desde hace por lo menos 10 años, la mayoría de las principales ciudades europeas y españolas iniciaron unas políticas serias para fomentar el uso de la bicicleta como alternativa a la movilidad urbana. En urbes del norte de Europa este vehículo tiene un profundo arraigo y de hecho en algunas, como Copenhague o Ámsterdam, es el medio de transporte mayoritario. En otras más grandes y con menos tradición, como París, Berlín o Barcelona, desde hace un tiempo se fomenta con éxito este sistema alternativo, que además de no contaminar hace las ciudades más habitables y a sus usuarios les da mayor calidad de vida.

Sin embargo, en Madrid, gobernada por el Partido Popular (PP) desde hace más de 20 años, se ha ido a la inversa: se ha fomentado el uso de los autos y se ha perseguido, incluso penalmente, el uso de la bicicleta en aceras o algunos carriles de uso exclusivo para motos, taxis y autobuses públicos.

Pero el aumento del tráfico y, sobre todo, el auge de la bicicleta como medio de transporte a pesar de los obstáculos de la administración han logrado que por fin la principal ciudad española se sume a una tendencia cada día más extendida por el mundo.

Armando G. Tejeda, corresponsal