himothy Geithner, quien fue director del Banco de la Reserva en Nueva York, secretario del Tesoro en el primer periodo de la administración de Barack Obama y actor principal previo, durante y posteriormente a la crisis económica que explotó en 2008, publicó recientemente un libro sobre sus experiencias en ese tórrido periodo. Anécdotas aparte, en Stress test Geithner hace un detallado relato de los factores que generaron la crisis y los instrumentos utilizados para resolverla.
Su sincera preocupación por explicar los motivos para diseñar un préstamo multimillonario del gobierno para salvar al sistema financiero, en torno al cual recibió las más acres críticas, se pudiera entender como la expiación de una culpa que, en último caso, no era suya. Como él mismo lo explica: “El presidente me dijo, ‘usted no puede negarse a sofocar un incendio con el pretexto de exaltar los peligros de fumar en la cama; lo que usted debe hacer es todo lo posible por apagar el incendio’”.
Para los lectores mexicanos, una de las partes más sustanciales del libro es la forma en que se diseñó el préstamo de 40 mil millones de dólares otorgado a México durante la presidencia del Ernesto Zedillo. Se explica también cómo se evitó el contagio de la crisis en otros países latinoamericanos, entre ellos Argentina y Brasil. La articulación de diferentes agencias financieras estadunidenses y la decidida actitud del presidente Clinton permitieron construir un eficaz andamiaje para concretar que dicho préstamo se otorgara incluso sin la aprobación del Senado. La experiencia permitió diseñar posteriormente otros paquetes de salvamento a países como Tailandia, Indonesia y Corea. La participación de un grupo de expertos, en el que Geithner fue figura relevante, impidió que la crisis financiera de esos países contagiara el sistema financiero mundial.
La última parte del libro está dedicada a la complicada forma en que se logró salvar al mundo entero de una crisis que hubiera superado con creces el crack de los años treinta. Cuenta Geithner cómo, contra viento y marea, se logró armar el paquete de salvamento para evitar que la insolvencia de cinco de las más grandes instituciones financieras estadunidenses, entre ellas el Banco de América y el Citibank, arrastrara a todo el sistema financiero al caos.
El préstamo al sistema financiero y a la industria automovilística causó gran molestia en amplios sectores de Estados Unidos. Geithner les sugiere revisar con mayor cuidado las razones que imperaron para ello, y explica las consecuencias de no haberlo hecho. Hubiera sido ingenuo, pero no menos interesante, conocer su punto de vista del porqué se ha permitido que las instituciones financieras arriesguen los recursos de los cuentahabientes con sofisticados instrumentos de crédito. A final de cuentas los ingresos de quienes dirigen esas instituciones han crecido astronómicamente, y en contrapartida decenas de miles han perdido sus casas. Las razones de Geithner no parecen ser suficientes para explicar esa inmoralidad.