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Andrés de la Cruz González fue reconocido como Tesoro humano vivo por el CNCA

Sólo yo quedo para hacer sombreros; no quiero que se pierda la costumbre

Los niños ya no desean trabajar y andan con puras gorras, se queja el artesano chiapaneco

En uno tarda tres meses para acabarlo y le ponemos las cintas de colores, para que el viento las mueva, para que sea alegre

Lo vendo en mil 200 pesos, pero hay personas que me dan 50, dice

Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 2 de junio de 2014, p. a10

Zinacantán, Chiapas, 1º de junio.

Tejer sombreros de palma lo aprendí desde niño. Para hacer uno puedo tardar meses y lo vendo en mil 200 pesos, pero no salen los gastos, y hay personas que llegan y me dan 50 pesos para que les haga uno, y no me niego, porque no saben lo que es esto, expresó en entrevista Andrés de la Cruz González, oriundo de este municipio, quien el pasado sábado recibió el reconocimiento Tesoros humanos vivos, otorgado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), a través de la Dirección General de Culturas Populares.

Puntual, como se lo pidieron, llegó Andrés a la plaza central. Vestía pantalón largo y no trunco, que es lo que dicta la tradición. Lo estuvo pensando y optó por no llegar con las rodillas descubiertas. En un morralito llevaba palma y mientras se realizaba la charla mostraba cómo se teje un sombrero, indispensables en estos lugares para protegerse del Sol y de la lluvia, o en las fiestas. Son un toque de lujo y tradición.

Su familia lo rodeaba. Lo cuidan en extremo, pues a sus 62 años la salud ha menguado.

“Aquí, en Zinacantán, cuando yo era niño estaba más pobre la gente y no había calles, como ahora. Había pura casa de paja, porque todos éramos pobres. Sólo unas cuantas casas de teja, pero pocas. Esto ha cambiado mucho y sí, me gusta el cambio.

“¿Cómo no? Mi abuelito José tejía sombreros. Lo original, con tejido de palma. Como este que traigo ahorita, sí. Este sombrero tarda tres meses para acabarlo y le ponemos las cintas de colores, para que el viento las mueva, para que sea alegre. Se teje la palma y luego se trabaja con pura aguja. Hacemos buen trabajo para este sombrero que se llama Zinacantán. Este es de palma original.

Ahora también se hacen de plástico, que antes no había. Cuando era yo chiquito, así como mis nietecitas, así eran. Lo pone (usa) el mayordomo, el ayuntamiento. Yo aprendí cuando era como mi nieto, de niño. Mi abuelito me dijo que aprendiera y ya, gracias a Dios. Es difícil aprender y le enseño a mi nietecito. El día que yo muera él va a seguir la costumbre. El tejido viene desde hace mucho y tiene paciencia. A los 8 años ya sabía tejer.

La materia prima se ha encarecido y escaseado. “En Zapotal hay un cerro; llegábamos y agarrábamos la palma, pero ahora ya lo prohibieron ir a cortar y mejor vamos a otras montañitas. Los terrenos tienen dueños y se enojan si agarramos. Entramos, pero ya con respeto del señor, dueño de un rancho. Compramos la palma. Todos ya compraron los terrenos. Negociamos. El ayuntamiento encarga sombrero, lo mismo el presidente municipal, y los mayordomos, para los festejos. Este sombrero que traigo cuesta mil 200 y a veces mil 300 pesos. Cuando me encargan lo hago bien. Chulada.

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El original es tejido de palma, como este que traigo ahorita. En la fiesta lo uso. Tengo mis fotos chingonas, afirma Andrés de la Cruz GonzálezFoto Gustavo Plata

“Ya no hay más que hagan sombreros; sólo yo quedo. Los niños ya no quieren trabajar y andan con puras gorras. No quieren usar este sombrero. Que el viejito está zonzo, que es un loco el viejito. ¡Yo no quiero que se pierda el costumbre! En la fiesta lo uso. Tengo mis fotos chingonas. Trabajé en San Cristóbal unos seis años. Ya estoy un poco viejo, pero sigo trabajando.

La palma la ponemos a hervir y luego se pone al Sol tres días; luego se pone en sereno, de noche, y la palmita se pone blanca. Se pone blanca con la Luna. La cosa está dura para comprar la palma. Quien tiene gusto de ponerse un sombrero me deja 50 pesos. Quieren pagar sólo 50. Encargo 200, 300 o mil palmas, que ya valen 2 mil, 3 mil, 4 mil pesos.

Tejo y así se pasa la vida

Agregó: Tejo y así se pasa la vida. El nieto debe aprender. Será mi relevo. Tengo cuatro nietos y ya saben algo. El sombrero se debe usar diario y yo trabajo ocho o nueve horas. Cuando era joven trabajaba también de noche. Mi vista ya está jodida. Cuando empiezo a costurar uso lentes un poquito. Trabajé con un licenciado en México (Distrito Federal) y me dejó unos lentes para que yo mire para trabajar. Con eso estoy trabajando. Nadie me apoya. Nadie. Me gustaría, pero no sé con quién o dónde. No se dónde se piden los centavos. La gente quiere pagar menos, 600, 700, 800. Si lo doy barato ya no queda nada para la paga de mi palma y de mi comida.

A las dos de la tarde, Andrés de la Cruz González subió al escenario instalado en la plaza, donde durante dos días se realizó la actividad Galas identitarias, organizadas por la Dirección General de Culturas Populares y la Secretaría de Desarrollo Social. Gracias por este apoyo, por los centavos. Gracias. Estoy contento. Quien quiera un sombrero puede venir a mi casa. Vivo a dos cuadras de aquí.