¡Aguas! con el agua
Un negocio líquido
Origen de disputas
l muy grave problema de abastecer agua a la ciudad de México y sus millones de habitantes, que en los días recientes ha causado uno de los enfrentamientos más salvajes de los que se tenga memoria, también ha desatado la malsana ambición del que hoy funge como director del Sistema de Aguas del DF, Ramón Aguirre, y que en breve, por ley, podría iniciar –si se aprueba en la ALDF– un proceso de privatización de la extracción y distribución del líquido que sin duda agudizará el problema, que sólo habla del fracaso de la política como forma de beneficiar a los más necesitados.
¿Qué por qué falló la política? Eso se podría responder con cierta facilidad: porque triunfó el negocio, es decir, los intereses particulares. Vamos a ver. En el Distrito Federal operan una veintena de empresas –27 para ser exactos– que reparten agua en pipas en cualquier parte de la ciudad, donde se necesite, y por una cantidad que oscila entre mil 800 y 2 mil 100 pesos, cada una de esas empresas tiene cuando menos tres camiones repartidores, y prácticamente no hay día de suspensión de actividades. Trabajan los 365 días del año.
Pero ellos, por más que ahora hubieran cobrado fama por atacar a los grupos policiales que entraron a una de las partes más marginadas de la delegación Álvaro Obregón, con el fin de posibilitar que se realizara una obra hidráulica, no son en realidad el problema, porque no son el negocio.
Para analizar el tamaño de este negocio tendríamos que decir que con base en un estudio de la empresa Beverage Marketing Corporation, México es el principal consumidor de agua embotellada del mundo, y su ingesta aumentó en menos de un lustro hasta 40 por ciento. Los datos de la misma empresa indican que cada familia en el país gasta hasta mil 800 pesos cada año en la compra de alguna de las marcas de agua potable.
Una de las ONG que ha cobrado relevancia por sus estudios en México, llamada El Poder del Consumidor, asegura que las empresas dedicadas a la venta de agua logran ganancias hasta de 5 mil por ciento, y habría que decir que el Distrito Federal es el mayor consumidor de agua embotellada. Los habitantes de la ciudad de México consumen medio millón de litros de agua en garrafón por día, lo que da una de idea de lo que significa ahora el negocio.
Pero además, el agua es otro de los tesoros más preciados de la humanidad. Por todas partes se habla de que este negocio seguirá en aumento, y será cada día más productivo, económicamente hablando, por lo que es indispensable que las decisiones a este respecto no se dejen en manos ambiciosas y comprometidas con el negocio.
Hablar entonces de privatizar el agua es algo tan grave o más que la venta del petróleo a los privados. Según se nos dice, la iniciativa que mandó Miguel Ángel Mancera a la Asamblea Legislativa del DF habla del líquido como un derecho humano. Si eso es así, por ningún motivo se debe dejar en otras manos que no sean las del legislador, por ejemplo, las tarifas de la venta del agua, y aunque los diputados locales no son garantía de nada, será más difícil que se cometa un atropello en contra de la gente desde la ALDF, que desde algún oscuro rincón de una oficina de gobierno.
En fin, hoy ya sabemos que ya se empiezan a formar grupos ciudadanos que están en contra del accionar injusto de los gobiernos. Ramón Aguirre, el director del Sistema de Aguas del DF, ha metido en un gran problema a Miguel Ángel Mancera, porque sabe que en la aventura que propuso quien va a pagar los platos rotos no será él, sino el mismo jefe de Gobierno. Vaya colaborador.
De pasadita
Como es costumbre, los azules de Acción Nacional la volvieron a regar. Mandaron a Federico Döring, su mejor porro en el DF, a denunciar a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, ex líder priísta en el DF, por el lío de la trata de que se le acusa. Nadie en su sano juicio puede defender a Gutiérrez de la Torre, ni a la Procu del DF, que tiene muchas deudas con la ciudadanía, pero poner a Döring y a un panista en esa demanda parece un sinsentido. Será que el PAN pretende repetir las tropelías que por falta de una buena investigación cometió la procuradora panista Marisela Morales. ¿Supone Döring que así deben ser las cosas?