Cada vez que se presenta el libro Las amorosas más bravas, de la fotógrafa Bénédicte Desrus y la periodista y escritora Celia Gómez Ramos, atrae nuevos públicos, ávidos de conocer el trabajo realizado con las habitantes de la Casa Xochiquetzal para sexoservidoras de la tercera edad.

La presentación realizada en el Museo Universitario del Chopo, la noche del miércoles, no fue la excepción. El público llenó el auditorio y, ante algunas de las protagonistas del volumen publicado por Editorial Los Libros del Sargento), el escritor de origen cubano Carlos Olivares Baró se refirió a la falta de un texto o comentario de Desrus, autora inicial del proyecto, sobre su modo de trabajar, algo que ha causado desconcierto en más de un lector, dijo.

Para Olivares Baró éste es precisamente uno de los grandes ganchos del libro, pues la vida de las mujeres entrevistadas y retratadas no deja de ser un reto sorpresivo. Parece que en esta casa la ternura convive con las premoniciones. Toda imagen es un embozo, pero la fotografía de Desrus está alejada de cualquier presunción. Ha retratado con objetividad documental lo sublime y también lo prosaico.

Más que el exterior del cuerpo, Desrus entrega un memorándum de interioridades, instantes concretos, que la placa fotográfica acerca a la caída, a la ternura evocativa, a la añoranza. Los aconteceres de estas mujeres nunca sobrepasan su contingencia. Las que aparecen en este libro son aquellas que creen ser, aquellas que ellas quisieron ser, pero que nosotros con nuestra mirada la creamos, pero también son las que el fotógrafo cree que son.

Las amorosas más bravas es también una cabalgata de signos arropados por la palabra de Gómez Ramos que ha sabido, en complicidad con Desrus, trazar un itinerario de la vida de las mujeres que habitan la Casa Xochiquetzal. Gómez Ramos pone frente a nuestros ojos los rostros del amor en errante silueta por el tiempo, crónica de azoro, pero también representaciones pictóricas donde el doble se anula.

Según Guillermo Osorno el libro es un documento periodístico de primera importancia. Para Desrus representa seis años de trabajo y para Gómez Ramos, dos. En vez de encontrar una noticia como hacemos la mayoría de los periodistas, aquí no lo hay en el sentido convencional, sino una historia. Cuando el diarismo trasciende de la noticia a la historia entra un género específico: el periodismo narrativo.

En esa obra, no obstante, hay un pequeño desenlace que es increíblemente dramático: la muerte de alguien de la casa y sucede enfrente de los ojos de las cronistas.

El historiador Silvestre Villegas Revueltas trajo a colación el drama que todos sabemos de esa enorme prostitución en el estado de Tlaxcala, que es una vergüenza nacional, no porque la prostitución lo sea, sino porque las autoridades se hacen de la vista gorda.