Mando único
guascalientes fue la primera entidad del país donde se firmó un pacto para conseguir el mando único policiaco. En octubre de 2010, el entonces gobernador Luis Armando Reynoso Femat (hoy perseguido por peculado) convenció a los 11 municipios de la entidad de que suscribieran un acuerdo con el gobierno estatal para seguir esta estrategia. En ese tiempo la entidad sufría uno de los peores repuntes de la inseguridad en su historia: secuestros, extorsiones, robos, huida de empresarios hacia lugares donde se asegurara la inversión y el rumor de que la plaza estaba vendida al narcotráfico.
Obsesionado por sacudirse la imputación, Reynoso Femat centró su atención en depurar las corporaciones policiacas para recuperar la confianza en ellas, pero ha sido apenas en la administración de Carlos Lozano de la Torre que el mando único se ha constituido en una herramienta para lograr la coordinación de las policías en la entidad. Hasta ahí.
Sigue pendiente la evolución de ese pacto en la formación de una policía estatal única, estrategia que se ha dejado a un lado por la necesidad de lidiar con los problemas administrativos, de capacitación y profesionalización de poco menos de 2 mil elementos policiales, entre estatales y municipales.
La difusión de un caso de brutalidad policiaca en contra de una joven logró que Aguascalientes fuera noticia en todos los medios. El atropello de los agentes contra Karen Alonso Jáuregui no puede quedar impune. No se trata de repartir culpas: es momento de revisar las acciones de seguridad y las leyes, alinear políticas públicas para abatir la impunidad sin dejar de reducir la inseguridad y la violencia, lograr que el Consejo Estatal de Seguridad Pública funcione de manera transparente y se ajuste el marco normativo. No sólo se trata, pues, de bajar índices delictivos. Si todo queda en una concentración de decisiones, en una coordinación que es sumisión, el mando único corre el riesgo del autoritarismo.