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Gestión comunitaria de agua para riego: resiliencia frente las políticas neoliberales Jacinta Palerm Estudios del Desarrollo Rural (ISEI), Colegio de Postgraduados Existe una continuidad del nivel organizativo de la comunidad desde la época prehispánica y la diáspora tlaxcalteca en la Colonia. Pasa por la contracción de los derechos de agua durante la segunda mitad del siglo XIX y por su recuperación con el reparto agrario, y pasa por la supresión de organizaciones de regantes en el marco de los distritos de riego y -en las décadas recientes- con las políticas neoliberales y legislación que tiende a desaparecer el nivel de gobierno comunitario. Sin embargo, a pesar de su desaparición oficial y su supuesta sustitución por la expansión de la burocracia gubernamental, las organizaciones de autogestión de agua para riego persisten y surgen nuevas, con acuerdos horizontales al margen de lo oficial. Más aún, se crean nuevos niveles organizativos multicomunitarios de autogestión que abarcan espacios hidráulicos de más de diez mil hectáreas, y se generan organizaciones para negociar acceso al agua. En suma, destaca la persistencia, resiliencia y efervescencia aglutinadora de las organizaciones multicomunitarias no oficiales. El problema teórico radica en la capacidad de auto organizarse para administrar sistemas de riego medianos y grandes sin jerarquía y burocracias, o aun en el caso de contar o requerir de burocracia, la capacidad de controlarla efectivamente. No obstante, la comunidad o los regantes de la comunidad han conservado la operación o distribución interior del agua. La comunidad organizada es pieza fundamental para aquellas auto organizaciones que administran sistemas de riego medianos y grandes, y otros recursos de uso común de mayores dimensiones. Además, la comunidad organizada con funciones de operación o distribución del agua parece jugar un papel central en la dinamización de los arreglos multicomunitarios basados en acuerdos horizontales. En donde hubo una expansión de la operación burocráticagubernamental, ha habido resistencia o conservación de espacios de operación por los mismos usuarios en relación con los sistemas hidráulicos. A su vez, al desaparecer la administración centralizada del distrito de riego, ha habido procesos organizativos vigorosos y expansión de la operación por los mismos usuarios. Los cambios en la legislación, a partir de 1992, tales como la individualización y la renta y compra-venta de derechos de agua, fragilizan la situación jurídica de la comunidad y la capacidad de defensa de estos derechos. Al mismo tiempo, la ausencia de un nivel de operación comunitario, o de algún equivalente local, posiblemente obliga a un modelo de gestión más burocrático, es decir con personal técnico contratado organizado jerárquicamente en cadena de mando. La comunidad organizada o la acción colectiva no sólo fortalecen la economía de cada individuo gracias a la gestión colectiva de los recursos, sino también contribuyen a la defensa del recurso. Es decir, la comunidad organizada tiene más posibilidades de defender colectivamente el recurso que el individuo. El análisis de sistemas autogestivos de riego en México y en el mundo ha demostrado que la existencia de legislación estable y consistente a largo plazo que otorga un marco jurídico a las organizaciones de regantes favorece su existencia y fortaleza, mientras que su ausencia favorece la debilidad, la inexistencia y la invisibilidad de estas organizaciones. Los marcos jurídicos basados en la tradición de autogestión parecen ser especialmente exitosos. (Texto resumen de: 2013, Palerm, Jacinta; T. Martínez Saldaña (eds). Antología sobre riego: Instituciones para la gestión del agua: vernáculas, alegales e informales, Biblioteca Básica de Agricultura/Grupo Mundi-Prensa).
El buen gobierno del agua Félix Venancio Ejidatario, integrante del Frente Emiliano Zapata para la Defensa del Ejido San Gregorio Atlapulco, promotor de la cultura chinampera [email protected] El ejido del pueblo de San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, con 476 hectáreas de agricultura canalera, junto con sus más de ocho mil chinampas del mismo pueblo, forman parte del Área Natural Protegida Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco, la cual a su vez ha sido decretada Patrimonio Cultural de la Humanidad por “el valor excepcional y universal” del sistema chinampero prehispánico, que mantiene sus vitales funciones agrícolas y ambientales hasta la fecha, en la buena compañía de serpientes, garzas blancas, pelícanos, patos y gallinitas de agua. Estos ecosistemas dependen ahora de aguas tratadas, principalmente de la planta de tratamiento Cerro de la Estrella. Los volúmenes enviados son determinados unilateralmente por las autoridades del Sistema de Aguas de la Ciudad de México y la Comisión Nacional del Agua. Nosotros, los productores ejidales y chinamperos, no tenemos manera de incidir en estas decisiones, excepto por medio de protestas: el cierre de calles y la toma de oficinas gubernamentales. Hemos sido especialmente afectados por la construcción de la Línea 12 del Metro, que propició el relleno de los canales de irrigación con escombros y severos recortes de agua para los canales y chinampas, lo cual ha implicado una enorme presión hacia la urbanización. Estamos construyendo la Comisión de Cuenca de Xochimilco y sus efluentes, para lograr que la toma de decisiones sobre el acceso al agua para riego en la Ciudad de México sea horizontal y democrática, desde una visión integral sustentable, con perspectiva de género, rendición de cuentas, equidad y respeto por los derechos humanos. Necesitamos de una instancia vinculante para lograr una soberanía alimentaria regional. Va a requerir no sólo nuestros esfuerzos organizativos, sino la intervención y el apoyo de universidades y de organismos internacionales para no seguir siendo botín político de los gobiernos en turno. Así podremos trabajar con base en planes integrales de mediano a largo plazo, desde una cosmovisión propia de la comunidad.
Distrito Federal La lucha por acceso a aguas tratadas Rebeca López Directora del Centro para la Sustentabilidad CENTLI, un proyecto de la Universidad Autónoma Metropolitana Los deshielos del volcán Iztaccihuatl dan origen a los ríos Amecameca y La Compañía. Alimentaban la zona chinampera del antiguo lago Chalco hasta que Porfirio Díaz concesionó estas tierras y aguas al hacendado Íñigo Noriega, quien mandó excavar un canal (ahora llamado Dren General) para vaciar el lago a inicios del siglo XX. Ahora las chinampas y canales de esta zona lacustre están cultivadas por los ejidos de Xico, Tláhuac, Tulyehualco, Tlaltenco y Mixquic, utilizando aguas de la planta de tratamiento Cerro de la Estrella. En medio de grietas, hundimientos, inundaciones e invasiones de grupos armados, siguen produciendo. Los representantes ejidales han buscado organizarse por medio de la asociación de ejidos de la zona lacustre y como parte de la Comisión de Cuenca de los ríos Amecameca y La Compañía. Participaron en la elaboración del Plan Hídrico de esta subcuenca, en el cual proponen rehabilitar las plantas de tratamiento La Lupita y El Llano y construir una planta de tratamiento metropolitana para aprovechar los mil 500 litros por segundo de aguas residuales que son expulsadas vía bombeo, actualmente comprometidas al Grupo Carso vía la planta de tratamiento Atotonilco en Hidalgo. Mientras logren acceso a las aguas que requieren, están gestionando la rehabilitación de los canales de Tláhuac y Xico y el saneamiento de los ríos Amecameca y La Compañía.
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