hora que las aguas mediáticas se han calmado, podemos hablar de las transformaciones profundas en la sociedad venezolana, ese tipo de cambios de larga duración llamados a reconfigurar las sociedades. No nos puede resultar extraño que estos movimientos no sean atendidos por los grandes medios, enfocados en noticias que se desvanecen sin dejar rastro. Más llamativa es la escasa atención que le otorgan los analistas y buena parte de los militantes partidarios, probablemente porque consideran que la política (con P grande) se reduce a lo que acontece en las proximidades de los palacios de gobierno.
Consideremos la experiencia de Cecosesola (Cooperativa Central de Servicios Sociales del Estado Lara), una red de 60 comunidades con epicentro en la ciudad de Barquisimeto (2 millones de habitantes) pero con presencia en cuatro estados del noroccidente de Venezuela. Las cooperativas están dedicadas a la producción agrícola, agroindustrias en pequeña escala, servicios de salud, transporte, funeraria, ahorro y préstamo, fondos de ayuda mutua, distribución de alimentos y de artículos para el hogar.
La envergadura del emprendimiento no es menor. En su conjunto tienen 20 mil asociados, mil 300 trabajadores que cobran el mismo salario (al que llaman anticipo
), casi 4 mil participan en las más de 300 reuniones anuales de la red, desde encuentros semanales hasta vivencias, en las que todo se discute, desde el precio de los productos en los mercados hasta la gestión del centro integral cooperativo de salud.
Las tres grandes ferias familiares de Barquisimeto venden 600 toneladas semanales de hortalizas y frutas, 35 por ciento del consumo de una gran ciudad como esa, donde trabajan 500 asociados, hay 250 cajas y se abastecen unas 200 mil personas cada semana. No es un emprendimiento marginal, sino el mayor punto de venta de alimentos en la ciudad, mucho más importante que los supermercados. Tres aspectos me parecieron destacables.
No hay cámaras ni guardias privados, sólo vigilancia comunitaria
. Pese a las tensas colas que hay en todo el país, las que se forman en las ferias de Cecosesola son serenas y solidarias. La mañana que participé en la feria del centro se habían perdido zapatos en el alboroto que se forma en la entrada. Cuando la megafonía informó del hecho en pocos minutos aparecieron los zapatos. Así sucede incluso cuando se pierden billeteras y objetos de valor. Pese a no haber vigilancia, las fugas
(lo que el capital juzga como robos) son de sólo uno por ciento, frente al 5 por ciento en los supermercados.
Los precios son diferentes. Las hortalizas y frutas tienen sólo dos precios, de modo que el comprador puede llenar un saco con los más diversos alimentos y se pesa todo junto, simplificando la contabilidad. Se fija un precio ponderado o promedio. Pero lo más notable es que los precios los fijan asambleas periódicas de asociados, abiertas, en las que los productores explican los costos y comparten los datos con los demás cooperativistas, eliminando los intermediarios. Esta democratización de los precios, costos y márgenes devuelve al mercado la transparencia
que Fernand Braudel consideraba como la principal característica de los mercados precapitalistas.
La tercera cuestión es que la enorme red no tiene dirección ni dirigentes. Todo lo deciden entre todos, por eso la gran cantidad de reuniones. Cecosesola se define como organización en movimiento
, parte de un proceso de transformación personal y organizacional a través de la más amplia participación de todos y todas
. Confianza, convivencia, integración, emociones compartidas, sustituyen los formales estatutos y cargos de diversos niveles.
A la hora de explicar su forma de hacer, dicen que “la única instancia organizativa formal es un conjunto flexible y cambiante de ‘reuniones’ abiertas a aquel o aquella que quiera incorporarse, sin distingo de su procedencia. Se trata de espacios de encuentro que no obedecen a un diseño previo, que se crean y desaparecen según las necesidades del momento”. La lógica no es la acumulación (crecer, ganar poder o prestigio) sino perdurar en el tiempo. Llevan 40 años.
Durante ocho días participé en una decena de espacios, desde encuentros de productores rurales y de la cooperativa de producción de pastas 8 de Marzo (donde un varón joven se declaró feminista), hasta reuniones de la oficina de contabilidad y del centro de salud. La rotación es regla, el debate franco y directo, el aprendizaje es constante y la colaboración permanente.
En la asamblea semanal del centro de salud había 55 personas formando un enorme círculo. El centro atiende 200 mil consultas anuales. La construcción del edificio demandó tres años de debates para decidir la estructura. Tres plantas abiertas hacia la ciudad, sin paredes que bloquean la comunicación, mucho aire, grandes espacios colectivos donde los usuarios y sus hijos hacen yoga, ejercicios físicos y espirituales, y conversan mirando las montañas.
En la asamblea había enfermeras, oficinistas, personal de mantenimiento, de cocina y limpieza, y hasta seis o siete médicos de los 60 que trabajan en el centro de salud. Todos discutiendo de igual a igual. Hubo críticas por errores, que fueron serenamente debatidas. No es fácil incorporar a los médicos, pero al parecer se van ablandando. Una doctora participa en las ferias como cajera, lugar que ocupan también los trabajadores de oficina, quienes consideran el espacio de las verduras como el más agradable.
Cecosesola es una revolución cultural en movimiento. Escuché compradores de las ferias que se sienten comunidad aunque nunca fueron a una reunión. No reciben nada del Estado. Todo lo autofinancian. Nos enseñan que es posible producir y vivir de otro modo, con base en otros valores que los hegemónicos, que se pueden crear y gestionar espacios mayores a los que domina el capital, con entera autonomía. Uno de los lemas de Cecosesola es: Construyendo aquí y ahora el mundo que queremos
.