Humillación y agresiones sicológicas, físicas y verbales, la constante en hospitales
Con frecuencia se incumplen lineamientos de la OMS y les hacen cirugías sin su consentimiento, destaca
Sábado 10 de mayo de 2014, p. 4
En México, cuatro de cada cinco indígenas son víctimas de violencia obstétrica, lo que se refleja en maltrato, humillación, ridiculización y agresiones sicológicas, físicas y verbales en el control del embarazo, el parto o al solicitar atención en los servicios de salud, advirtió Natividad Gutiérrez Chong, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
A propósito de la celebración del Día de las Madres, la especialista señaló que los pueblos originarios son el sector más desprotegido y el que sufre más agresiones en todas sus formas, por lo que las indígenas con hijos son las que resienten la mayor carga de estereotipos y una cultura violenta reflejados en distintos ámbitos de la vida cotidiana.
De acuerdo con la socióloga, los casos de violencia obstétrica en el país reflejan la discriminación y las carencias que enfrenta este grupo
, como lo demuestra el hecho de que ya se han documentado numerosos incidentes de partos en la recepción, los pasillos o los jardines de los hospitales, al serles negada la atención médica.
Además, señala, las agresiones se manifiestan por medio de burlas, ironías, regaños, insultos, amenazas, humillaciones, manipulación de la información o negación al tratamiento, a lo cual se suma el uso de anticonceptivos e incluso la esterilización de las pacientes sin su consentimiento o negar a las madres la posibilidad de cargar y amamantar a sus bebés. Además, se les responsabiliza de recibir un trato deficiente por no hablar español.
En los servicios médicos que se le brindan a las indígenas, subrayó Gutiérrez Chong, con frecuencia se incumplen lineamientos de práctica médica y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pues se les realizan cirugías sin su autorización, o de su pareja o acompañante.
Además, afirma, el trato que se les da es precario, insuficiente, de mala calidad y violento, que incluso puede afectar a sus hijos –muchos de los cuales nacen con carencias graves, como desnutrición–, lo que significa ya un problema de salud pública.
Por todo ello, dijo la especialista, es necesario poner en marcha estrategias transversales y de género que sancionen estas prácticas negativas como delito, además de diseñar campañas masivas para crear conciencia entre la población para no considerar a este grupo como ejemplo de pobreza y una carga por tener hijos y mendigar en las calles.
Las madres indígenas, recalcó, no sólo son el último eslabón de una cadena perversa de sometimiento machista, sino las guardianas de la tradición y la cultura originaria
, por lo que es necesario hacer un esfuerzo integral sin escatimar recursos.